Lo contó de forma descarnada el exministro del PP García-Margallo en La Sexta Noche hace cuatro años, haciéndose eco de una confidencia de una compañera de partido en Euskadi. “Desde que no nos matan, no tenemos proyecto”. La confidencia se la hicieron en Donostia en el 2015, cuando Margallo preguntaba por qué no penetraban electoralmente en la sociedad vasca. Por supuesto, ni la dirigente ni el exministro querían que volvieran los asesinatos de ETA, pero García-Margallo destacaba así la dependencia victimista de la formación con este relato aunque la banda hubiera dejado las armas en el 2011.
Hemos oído hasta el aburrimiento a los dirigentes populares vincular partidos como Bildu y sus dirigentes con ETA, como si la formación siguiera activa. Eso se acentúa en las campañas electorales, como la gallega, donde insistieron en conectar a la dirigente del BNG, Ana Pontón, con los terroristas. El lamentable lema “Que te vote Txapote” contra Sánchez en julio del 2023 es otro ejemplo. Quizá por eso, los resultados electorales en Euskadi el pasado abril siguen siendo malos para los populares: PNB y Bildu consiguieron el 70% de los votos y el PP no llegó ni al 10%.
El procesismo ha sido una gran fuente de relato y argumentos para el PP
El independentismo y, más concretamente, el procesismo, ha sido otra gran fuente de relato y argumentos para el PP, aunque en Catalunya era Ciudadanos quien capitalizaba esta oposición, llegando a quedar primeros en las urnas con 37 escaños el fatídico 2017 mientras el PP se desplomaba con solo tres diputados en la Cámara. A pesar del fracaso, la capitalización del antiprocés tenía más éxito fuera del Principat, y la amnistía denunciada como una ayuda a los independentistas ha dado mucho poder territorial al PP a pesar de los bocados de Vox.
Todo esto es para dar contexto a la interpretación del presidente popular Alberto Núñez Feijóo del resultado en Catalunya hace siete días. “¡El procés no ha acabado, Sánchez necesita a los independentistas y hará presidente a Puigdemont!”. Además de contradecir a su candidato catalán, Alejandro Fernández, quizá el líder gallego intentaba evitar la presión para que se abstengan y hagan presidente a Salvador Illa. O quizá es que contra el procés todo era más fácil.