Millones de naranjas

Millones de naranjas
Norbert Bilbeny Catedrático y exdecano de Filosofía de la UB

Carlos Fisas, un histórico del Ateneu Barcelonès, se cruzó con Eugeni d’Ors en el paseo de Recoletos de Madrid. D’Ors le invitó a su casa para el día siguiente. Al poco de despedirse, el joven Fisas oyó al maestro desde lejos: “¡Habrá naranjas!”. Qué extraño aviso, pensó.

Horizontal

 

Vivenç Llurba

Está claro: una naranja es un lujo. Es tener a mano el sol, lo mismo que un racimo de uva, otro lujo. Pero naranjales y viñedos del este peninsular están pasando por un mal momento. Estos frutos del sol no se pagan al agricultor a su justo precio. Según los datos, el kilo de uva para el cava se paga en una gran comarca vitivinícola catalana a 50 céntimos el kilo, mientras que en la Champaña francesa se remunera a cinco euros. Visitando aquella tierra, con las vides verdes y frescas de primavera, un lugareño nos decía que pronto ya no merecerá la pena esmerarse en cultivarlas. Pero, por bien de la humanidad –y porque si vivimos, bebamos–, tal cosa no debería suceder nunca. Una viña bien arreglada es una obra perfecta que solo pueden haber hecho los descendientes de quienes hablaban en latín.

Y las naranjas: no es admisible que millones de ellas estén pudriéndose en el suelo de los naranjales valencianos, pues no le sale a cuenta al llaurador cultivarlas. Le pagan a céntimo el kilo, que se venderá al precio de ocho euros en Alemania. Me cuentan que muchos mayoristas del cítrico obedecen a fondos anónimos de inversión de capital. Mientras, importamos naranjas y fresas del extranjero. Un contrasentido. Se comprende el gran malestar de los agricultores.

En Madrid, con ese monumental Ministerio de Agricultura que vemos al llegar en tren a Atocha, un veterano economista me dice que no hay que preocuparse tanto, que la economía no se crea ni se destruye, sino que se transforma. Le digo: “España, don Ramón, se está convirtiendo en un país de camareros. Falta industria. Y política agrícola”. Esta parece haber perdido el norte. Y el este y el sur. Todo alrededor del campo se resiente: familia, empleo, comercio, consumo, tierras, paisaje, cultura. ¡Tantos siglos de latín en el campo!

Lee también
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...