Loading...

Cambiar el foco

El otro día, saliendo con dos amigas de la Sociedad Cervantina en Madrid, cogí un taxi y ¿de qué hablamos? De Sánchez, cómo no: era la víspera de que anunciara su decisión. Y como suele pasar (es algo que me hace mucha gracia y me pregunto si sucede solo aquí o en todas partes), el taxista, con toda naturalidad, metió la cuchara. O se zampó la sopa entera: reemplazó la conversación por un monólogo, torrencial, cuyos puntos principales paso a resumir:

1) ¿Saben ustedes cuánto es la deuda pública de España? ¡Más de un billón y medio! ¡Esa es la política económica de Sánchez!

2) Algo sabe el Mosad de la mujer de Sánchez, tan gordo, que él va a tener que dimitir para que no nos enteremos, claro, los judíos no quieren que reconozca a Palestina, y le tienen cogido por los huevos.

3) ¡Solo con una carta de recomendación, la mujer de Sánchez consiguió siete millones (sic)!

  

Mané Espinosa

4) ¡Tanto preocuparse de boquilla por el cambio climático, y ¿cuántas veces usa Sánchez el Falcon, eh?! ¡Quinientas veces en un año! ¡Coge el Falcon hasta para ir a mear!

5) ¡El otro día en la tele vi un reportaje de que hay niños en Madrid que pasan hambre!

6) ¡A mí, por escribir una carta, nadie me paga millones!

7) ¿Y la tesis, qué?, a ver, ¿quién le escribió la tesis a Sánchez?

No tengo nada contra los taxistas. De hecho, el que me llevó a la ida me había estado contando que la Sociedad Cervantina ocupa el edificio donde estuvo la imprenta que publicó El Quijote. Sí tengo mucho contra los derroteros que está tomando el debate público, esa obsesión que comparten las sesiones del Congreso y las tertulias del bar de la esquina, pasando por todos los niveles intermedios, por poner el foco no en los problemas, sino en las personas.

¿Que nos preocupan el cambio climático, la deuda pública, la pobreza y Palestina? Pues hablemos del cambio climático, la deuda, la pobreza y Palestina. No de Sánchez, de Ayuso, de la mujer de Sánchez, del novio de Ayuso, de la tesis de Sánchez, del tal Koldo y de la foto del narco. ¡Que estamos hasta el moño!

Lee también