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La regeneración de la RFEF

A solo unas horas de que la comisión gestora de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) convocase elecciones para dejar atrás el periodo de interinidad que se abrió tras la obligada dimisión de Luis Rubiales el pasado septiembre, la unidad central operativa (UCO) de la Guardia Civil, con el apoyo de la Europol y en coordinación con la Fiscalía Anticorrupción, irrumpió en la Ciudad del Fútbol de las Rozas por una operación vinculada a los delitos de corrupción en los negocios, administración desleal y blanqueo de capitales, que investiga el juzgado de instrucción número cuatro de Majadahonda.

El escándalo alrededor de la RFEF no deja de crecer. Rubiales, ya inhabilitado en firme por la FIFA y por el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD), y a la espera de ser juzgado en la Audiencia Nacional por el beso no consentido a Jennifer Hermoso tras la final del Mundial de fútbol en Australia, será detenido en cuanto pise suelo español, puesto que ahora se encuentra en República Dominicana. Sí fueron detenidos siete de sus más directos colaboradores durante su etapa federativa.

¿Siente o no el mundo del fútbol la necesidad de regenerar su órgano de representación?

La obligatoria preservación de la presunción de inocencia no impide que deban formularse algunas consideraciones ya inaplazables sobre el futuro del fútbol español y en particular del de la RFEF. La primera es sobre si existe un sincero ánimo regeneracionista del fútbol español para avanzar decididamente hacia una gestión más democrática, transparente y adecuada a los estándares presentes de rendición de cuentas de su máximo ente federativo. ¿Siente o no siente el mundo del fútbol la necesidad de regenerar su organismo de representación en el que se defienden sus intereses? ¿Está o no por la labor de dejar atrás un sistema de gobernanza fundamentalmente clientelar, que favorece el comportamiento caciquil y oscurantista con independencia de quien ostente coyunturalmente el mando?

Desearemos creer que sí. Pero hay dudas de que este deseo obedezca a la realidad. Que más de seis meses después de la dimisión de Rubiales las elecciones sigan sin convocarse es una prueba de ello. Como lo es también que a estas alturas, y con todo lo que está sucediendo, solo pueda darse por cierta una candidatura de carácter continuista encabezada por Pedro Rocha, presidente de la comisión gestora y vicepresidente económico de Rubiales cuando se firmaron muchos de los contratos que están siendo investigados en estos momentos.

La otra candidatura anunciada, del periodista Carlos Herrera, está por ver que reúna los avales para hacerse efectiva. Y, en todo caso, responde de momento más a una iniciativa individual del radiofonista que no a un proyecto colectivo que cuente con el gran apoyo que exige un verdadero ejercicio de demolición de actitudes trasnochadas y de un modelo de gestión anclado en el pasado.

Las responsabilidades penales son individuales y los investigados deberán responder, si así lo determina la justicia, de los delitos que supuestamente hayan podido cometer. Pero más allá de la gravedad de lo que se investiga (comisiones, blanqueo...) es hora de que el mundo del fútbol de un paso adelante y rompa con un modo de hacer federativo con los pies anclados en la compra de voluntades y el reparto caprichoso de dádivas a cambio de garantizarse el blindaje a perpetuidad de los directivos.

Sin el escándalo del beso forzado a Hermoso es muy probable que Rubiales siguiese presidiendo la RFEF y resultase reelegido, a pesar de los múltiples escándalos que se acumulaban contra él antes de esta acción policial. Así que también conviene señalar que es exigible mayor implicación del Consejo Superior de Deportes (CSD) en la vigilancia de las actividades federativas. Porque mientras en el juzgado ordinario se aceptaba la querella contra Rubiales y se iniciaban las investigaciones por la existencia de claros indicios delictivos, el CSD se mostró inoperante y reticente a elevar los hechos al TAD. Es esta una lección que de cara el futuro también debiera estar aprendida.