Nuevo alcalde, viejo gobierno

Nuevo alcalde, viejo gobierno

Jaume Collboni cumple hoy sus primeros cien días como alcalde de Barcelona, durante los cuales ha querido imprimir un carácter distinto del de su antecesora en el cargo, Ada Colau. El alcalde conocía el clima mayoritario que había en la ciudadanía y las demandas de mejoras en la gestión municipal. Lo sabía porque ha sido el primer teniente de alcalde durante el último mandato y porque así lo reflejaban las propias encuestas del Ayuntamiento que suspendían al gobierno de la ciudad y a su alcaldesa, sondeo tras sondeo. Eso explica sus primeras decisiones en estos tres meses: poner orden en la ciudad. Esto es, mejorar la limpieza, intensificar la acción policial para reducir la elevada sensación de inseguridad y recuperar el diálogo con muchos sectores sociales y económicos que estaban enfrentados al gobierno del Consistorio. En este arranque del mandato, Collboni se ha esforzado en rehacer los puentes institucionales con el resto de administraciones y de la sociedad civil. El alcalde ha realizado una lectura correcta de la situación y ha impulsado los cambios para empezar a revertir los problemas que más preocupan a los vecinos.

Sin embargo, la principal dificultad que tiene Collboni es su exigua fuerza política. A pesar de que no ganó las elecciones, fue investido alcalde in extremis gracias a los votos de BComú, sus exsocios de gobierno, y del PP, que le votó para impedir que el ganador de los comicios, Xavier Trias, accediera a la alcaldía. La extraña unión de populares y socialistas se explica por la voluntad de ambos de impedir que Barcelona tuviera un alcalde independentista. De esta manera, por segunda vez desde la recuperación de la democracia, Barcelona invistió a un alcalde que no había ganado las elecciones.

Barcelona necesita ejecutar una hoja de ruta sin perder tiempo en disputas de gobierno

Desde su elección, Collboni dirige el gobierno más minoritario de la historia de Barcelona (10 concejales del total de 41), y eso le obliga a buscar socios para garantizar una legislatura estable. Para lograr esa estabilidad puede elegir entre dos opciones. Una es pactar con los 11 concejales de Trias y sumar mayoría absoluta. El exalcalde estaría dispuesto a ese pacto. La otra opción es reeditar el tripartito que ha gobernado la ciudad casi siempre que ha tenido un alcalde socialista.

Collboni ha tomado la decisión de seguir esa tradición e intentará cerrar un pacto de gobierno con BComú y ERC, tal como explicó ayer en una entrevista a La Vanguardia . Juntos suman 24 concejales y, por tanto, dispondría de una holgada mayoría. No obstante, el alcalde socialista quiere mantener su mano tendida a Trias y a su partido (Junts) para llegar a grandes acuerdos de ciudad en diversos temas en los que tienen coincidencias, como el modelo de crecimiento económico, políticas de promoción de vivienda pública, la gestión del turismo, la movilidad o el futuro de infraestructuras como el aeropuerto o el puerto.

Se da la extraña circunstancia que la afinidad entre Collboni y Trias en estos y otros aspectos es mayor que con sus futuros socios, especialmente con BComú. Quizás por esa razón, el alcalde no quiere cerrar la puerta a Junts, por si acaso sus ­socios ­intentan bloquear algunas decisiones durante el mandato. Todavía se desconocen las condiciones que pondrán los ­comunes y ERC para entrar en el gobierno municipal y qué renuncias deberá realizar el PSC. Sobre este asunto en concreto, Collboni recuerda que, como alcalde, tendrá la última palabra.

Es cierto que el sistema presidencialista del gobierno de Barcelona otorga mucho poder a la alcaldía, pero también es verdad que una legislatura cargada de discrepancias entre los socios reviste riesgos de parálisis y de lentitud en los numerosos retos que tiene la ciudad, para dar respuesta a las necesidades del progreso económico y social de Barcelona como líder del área metropolitana y como capital de Catalunya. El gobierno barcelonés debe disponer de una hoja de ruta clara y de la decisión y la ­firmeza para llevarla a cabo sin pérdidas de tiempo que pueden provocar la división y la disputa en el puente de mando de la ­ciudad.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...