El nombre del país en vano

FUTUROS IMPERFECTOS

El nombre del país en vano
Màrius Carol Consejero editorial

Meritxell Batet, que esta semana ha anunciado que abandona la política activa, dijo en su primer discurso como presidenta del Congreso, en el 2019: “Los diputados somos la expresión plural y diversa de una sociedad plural y diversa. Nadie de nosotros individualmente, ni ninguno de nuestros partidos por sí solo, representa en exclusiva a España, ni a ninguno de sus territorios, ni a la voluntad de toda la ciudadanía. Cada uno de nosotros somos del pueblo, pero nadie es el pueblo. Siempre y en todo lugar hay otro, legítimo y distinto, a quien solo podemos pedir que respete la ley”.

El president de la Generalitat, Pere Aragonès, dret i amb una carpeta a la mà amb el líder del PSC, Salvador Illa, de fons durant el ple del Parlament.

 

Marta Sierra / ACN

En política, hay una tendencia a atribuirse la representación de la totalidad de un país, de toda la nación. Le ocurrió a Carles Puigdemont en su declaración en el hotel de Bruselas, donde expuso las condiciones para investir a Pedro Sánchez. El nosotros sustituyó al yo . Se olvidó de que las elecciones al Parlament las ganó el PSC y que los socialistas catalanes obtuvieron 750.000 votos más que Junts en las últimas generales. Tampoco planteó una estrategia con ERC –la otra gran fuerza independentista–, que también los ha superado en las últimas contiendas.

Illa le ha tenido que recordar a Puigdemont que no debió hablar en nombre de Catalunya

Puigdemont habló en nombre del pueblo de Catalunya en la capital belga y de un posible acuerdo histórico con España (tampoco el PSOE y Sumar tienen la exclusiva). El hombre de Waterloo dispone del botón rojo para hacer saltar por los aires la legislatura, olvidando que el que primero que volará por la ventana será él. Y posiblemente su partido. No se le puede negar que tiene una posición privilegiada tras seis años expatriado y poco menos que olvidado. Pero lo suyo con la izquierda es un caso claro del dilema del prisionero: la única posibilidad de salir airoso es pactar.

Ha sido Salvador Illa, líder del PSC, quien ha dejado de morderse el labio para decir públicamente que Puigdemont no debió hablar en nombre de Catalunya y que el Gobierno puede ser generoso si Junts hace un ejercicio de prudencia. Santi Vila lo ha escrito en su último libro: nada resulta tan inmoral como el estímulo de políticas identitarias que se atribuyen hablar en nuestro nombre. Así que hay que arremangarse, no usar el plural y ser posibilista.

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