El tenis se parece a la política en que uno, aunque vaya ganando, no puede relajarse si no quiere acabar perdiendo. Y en que el nivel de exigencia es grande, de tal modo que nadie puede despistarse y mucho menos perder la tensión. En sus memorias, André Agassi llegó a escribir que detestaba el tenis, que lo odiaba y, a pesar de ello, seguía dándole a la bola mañana y tarde: “Este abismo entre lo que quiero hacer y lo que de hecho hago me parece la esencia de la vida”. Los políticos podrían suscribir esta frase hablando de su oficio, porque una cosa es lo que les pide el cuerpo y otra distinta es lo que les exigen sus obligaciones.
Disfruté mucho viendo el partido entre Novak Djokovic y Carlos Alcaraz en Wimbledon. Y me imaginé estas elecciones del 23-J como un a final del Grand Slam. Nadie daba un penique por Alcaraz después de que le pasara por encima el serbio en el primer set. Pero los partidos no se acaban hasta el último punto y el tenista murciano, lejos de tirar la toalla, siguió arriesgando.
Ni Sánchez ni Feijóo dirán como Djokovic que han perdido contra un jugador mejor
Lo que parecía una deblacle después de los primeros cuarenta minutos, acabó siendo una hazaña cuatro horas después. No digo que Sánchez sea Alcaraz, ni Feijóo, Djokovic, sino que los partidos hay que disputarlos hasta el final.
Alex Corretja, que es el comentarista de televisión que mejor relata los partidos de tenis, analizó en El Món a RAC-1 las virtudes del nuevo campeón de Wimbledon. De sus palabras me he atrevido a redactar un decálogo de las virtudes de Alcaraz, que podría serlo también del liderazgo político:
1. Alcaraz cree que va a ganar y es capaz de conseguirlo.
2. Sabe disfrutar de los momentos más tensos.
3 Se sobrepone cuando las cosas no salen bien.
4. No pierde nunca la seguridad en si mismo.
5. Tiene la fortaleza mental para rearmarse cuando la situación se tuerce.
6. Gestiona las diferentes fases de los partidos.
7. No se desespera ante los imprevistos.
8. Mantiene la sonrisa en el rostro.
9. No menosprecia al rival.
10. No se da nunca por vencido.
De todas maneras, seamos conscientes que España no es precisamente el All England Tennis Club de London. Y que ni Sánchez ni Feijóo dirán el domingo por la noche, como Djokovic, que “he perdido contra un jugador mejor.”