El peor alcalde de Barcelona
Todos los barómetros realizados señalan a Colau como el peor (la peor de los peores) de cuanto munícipe ha gobernado Barcelona. Y a Maragall, a Pasqual, como el mejor con diferencia. Puede que tú también lo pienses. A menos que fueras uno de los que aplaudían en el Grec con frenesí, es posible que tras ocho años viviendo en la ciudad bajo la tutela de la de momento única alcaldesa te adscribas al resultado de la encuesta.
Pero olvídalo. Te equivocas. Por mucho que hayan convertido la entrada de tu parking en el cuadradito amarillo de una superilla que nunca has pedido. Aunque te pierdas en el laberinto de carriles bici que emergen por arte de magia donde menos se los espera. Por rabia que te dé tener que comprar un coche nuevo porque para el tuyo no hay pegatinas que valgan. Por maltratado que te sientas, olvídalo. Es injusto pensar eso. Y falso.
La alcaldesa reincidente no ha sido ni será la peor en su cargo. Solo tienes que acercarte a tus (más y ya muy) mayores conciudadanos o consultar la historia de la ciudad para descubrir quien lidera, esperemos que para siempre, ese trofeo. El más malo de los malos alcaldes de Barcelona no tiene nombre de mujer sino del personaje de tebeo que casi fue. Era (es en la memoria de quienes aún repiten sus piquiponadas) Joan Pich i Pon, fallecido hace 86 años. Nuevo rico del Partido Radical, además de alcalde, presidente de la Càmara de la Propietat Urbana y gobernador general de Catalunya, se erigió en el rey de la pifia. O del “lapislázuli”, como él llamaba a los lapsus.
Cuando con el final del estraperlo se le interrogó sobre el asunto que le hizo perder el cargo y la poca credibilidad que atesoraba, admitió: “Apuré el cáliz hasta las hélices”. ¿Más? “¿Verdad que parezco un radiador romano?”. “Iremos a Lleida a dar un ciclón de conferencias”. “Soy partidario del homosexualismo, y que hombres y mujeres puedan amarse y dejarse cuando les parezca”. “Han obert un restaurant amb llum genital”. “El meu amic es vol presentar per la circumcisió de Lleida”. “Aquests personatges són com l’ase Fèlix, que sempre ressucita”.Y el todavía hoy en circulación: “A mí esto me es inverosímil”, en lugar del más sencillo tanto me da.