De los casos a las cosas
FUTUROS IMPERFECTOS
Nadie habla de independencia en estas elecciones a la alcaldía de Barcelona. En unas elecciones municipales se debate de las cosas (la vivienda, la movilidad, la ocupación o los ejes verdes), pero quiero recordar que hace solo cuatro años Elsa Artadi (JxCat) reclamaba un Consistorio cien por cien independentista y Ernest Maragall proclamaba que pondría Barcelona al servicio del independentismo, entre otras cosas, para conseguir la libertad de Oriol Junqueras. E incluso Ada Colau dejaba claro el compromiso de Barcelona con la dignidad y la libertad, cuando el candidato de ERC le exigía que abandonara su ambigüedad con el procés.
Las circunstancias han cambiado radicalmente: no hay políticos independentistas en la cárcel, otros han podido regresar con los cambios en el Código Penal propiciados por el Gobierno de izquierdas y Carles Puigdemont espera, junto a otros expatriados, que los tribunales europeos le permitan volver sin riesgos. Las políticas de reencuentro de Pedro Sánchez han permitido bajar la tensión y el procés se ha diluido, al tiempo que el porcentaje de independentistas disminuía en las encuestas.
Ha tenido que ser Basha Changue, la candidata de la CUP –partido sin representación en Barcelona–, quien criticara que ERC y Junts hayan aparcado la independencia en esta campaña, al tiempo que apaciguaban el conflicto. Y acusó a ambas formaciones de no querer convertir Barcelona en un bastión independentista. En cualquier caso, no pareció proponer una fórmula magistral para poder reactivar el procés, y sus propuestas electorales no fueron más allá de prohibir las maniobras del ejército en Collserola o de convertir la comisaría de Via Laietana en un espacio de la memoria antifascista.
Al contrario que hace cuatro años, el ‘procés’ ha desaparecido de la campaña municipal
Estamos, pues, en las primeras municipales desde que empezó el procés en que este ha desaparecido de los mensajes electorales. Más que nunca se habla de las cosas, como pedía Ortega y Gasset, para salir de los atolladeros ideológicos. Solo hay que ver los esfuerzos de Xavier Trias para quitarse de encima las etiquetas políticas y escaparse de las fotos
con determinados dirigentes de su partido.