Tema libre

Tema libre

Dos amigos hablan y un tercero les incita con preguntas, planteando temas, curiosidades, añadiendo un dato, “eso sale en un cuento tuyo, “sobre eso hiciste un artículo”. Esta es la escena que ha montado Julià Guillamon con Quim Monzó y Sergi Pàmies, y ha salido Si la memòria no ens falla.

Pedro Madueño

 

Pedro Madueño

Varios días, durante más de doce horas, Monzó y Pà­mies se encuentran en el estudio del primero y charlan de todo y de nada, acompañados de Guillamon, que hace el papel de médium entre ellos y nosotros. El intermediario echa el anzuelo para que los dos escritores tiren del hilo que los llevará a evocar la infancia en un piso, en el barrio de Sants de Barcelona, sin libros cuando no había pantallitas: “No había nada más entonces: o leías o no sabías qué hacer en la vida”; y en otro en Gennevilliers, cerca de París, donde sus padres, en la clandestinidad, se dedicaban a hacer la revolución y un hermano mayor desbordante de imaginación pedía el pasaporte al pequeño para entrar o salir de la habitación. Pàmies recuerda el colegio: “Hoy haremos una redacción: ¿de qué? Tema libre”. Y Monzó añade: “Tema libre era muy angustiante”.

Repasan los primeros empleos, los viajes a países comunistas o la estancia en Nueva York, las lecturas que les han influido. Hablan del modelo de lengua y ahí aparecen Josep Pla, Francesc Trabal, Pere Calders, Teresa Pà­mies, Joaquim Maria Puyal..., cuando ellos son modelos de lengua y estilo para los que han venido después.

Monzó y Pàmies conversan sobre tele, radio, restaurantes, lengua, literatura...

El lector tiene la sensación de haber puesto la radio y les escucha como van encadenando anécdotas (una noche en Burdeos cenaron dos veces seguidas), repitiendo bromas a lo largo de la conversación al más puro estilo running gag, como el de “hacer un Gómez”, procedente de la madre de Monzó y que consiste en que “el que la hace la paga”, confiesan el método de escribir (“ De hecho, toda la literatura es un zoom. Todo es óptica”), hablan de tele, radio, publicidad, restaurantes, odian la palabra distopía y también zona de confort.

Guillamon saca la idea de Monzó de “hacer artículos de opinión sin opinión” y él remata: “Lo que me gusta, muchas veces, cuando acabas el artículo es: ¿eso es a favor o en contra? Ni yo mismo lo sé”. Pues esta columna era de tema libre y queda claro que ha salido muy a favor de sentarse a la sobremesa de Si la memòria no ens falla.

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