Marga, Nati, María de los Ángeles –cuando la llaman Angelita refunfuña y exige que la llamen por el nombre entero– y Patri son primas y comparten piso. Tienen turnos para cocinar y para hacer la limpieza. Una escribe una novela por watsap, una no para de hablar, otra busca sexo a todas horas y la otra filosofa. Cosas de lo más normales en un grupo de chicas jóvenes. Pero, ay, falta un detalle: viven en un piso tutelado porque la sociedad las ha etiquetado como discapacitadas.
Hasta el domingo las pueden ir a conocer a la sala Fabià Puigserver del Teatre Lliure, en la adaptación que Alberto San Juan ha hecho de la novela Lectura fácil de Cristina Morales. Han ocupado el escenario grande y hacen sentir su voz alto y fuerte. Retruenan palabras que la sociedad que debería protegerlas utiliza para hablar de ellas y sus circunstancias: retrasada, riesgo de exclusión social, necesidades especiales, depresión, trabajadora social, pensión, pastillas, juez, esterilización de personas incapaces, inyección, institucionalización, trastorno alimentario, subnormalidad...
Con mucho humor, las cuatro primas y el resto de intérpretes nos presentan su día a día, expresan sus deseos, hablan de lo que saben y pueden hacer, que es mucho más de lo que no saben y no pueden hacer, pero existen unas leyes y unos protocolos representados aquí por una juez que no mira a los ojos de quien tiene enfrente y lo hace pasar todo por el aro.
El día del estreno, mientras un actor y una actriz representaban una escena de sexo entre personas etiquetadas como no normativas, en la sala hubo una deserción sonora de personas que cualquiera calificaría de lo más normales. ¿Se escandalizaron por un triste pene de plástico? ¿O les dio un ataque de normalidad?
María de los Ángeles en toda la obra no se despega del móvil donde escribe una novela siguiendo las leyes de la lectura fácil. Aún hacen falta muchas novelas y obras de teatro en que ellas se expresen libremente. Y que sigan las leyes de la lectura fácil para que los que nos creemos normales dejemos de pensar que somos el centro del universo.