El alza de la industria militar

El alza de la industria militar

La industria militar española, al igual que la del resto del mundo, vive una época de crecimiento a causa de la trágica guerra que se libra en Ucrania. Nunca antes en España se había invertido tanto en defensa. El Gobierno se ha comprometido con la OTAN a destinar para ello el 2% del producto interior bruto (PIB), frente al 1,2% actual, para reforzar la seguridad colectiva.

La obligada apuesta por la defensa ha empezado ya este mismo año. Los presupuestos del Estado prevén un aumento del gasto público en esta partida del 23%, hasta los 14.500 millones de euros. La inversión en compra de armamento crecerá un 72%, hasta los 4.900 millones. Ahí se incluyen desde misiles hasta buques, aviones o blindados.

La trágica guerra que se libra en Ucrania ha obligado a aumentar la inversión en armamento

La invasión rusa de Ucrania, iniciada ahora hace un año por decisión del presidente Putin, ha generado la necesidad de reforzar las políticas de defensa de todos los países europeos. La Unión Europea, en este sentido, debe impulsar una mayor cooperación militar, además de la que ya desarrolla en el seno de la OTAN, para redoblar la eficiencia de los esfuerzos individuales que hace cada país.

Habría que volver a poner en valor los principios pacifistas frente al creciente clima de militarismo que conduce al mundo hacia un escenario bélico muy preocupante y repleto de riesgos. Pero, mientras la paz no llegue, la industria del armamento vive un momento de expansión en todo el mundo.

El viejo dicho de que si quieres paz debes prepararte para la guerra se ha impuesto con una contundencia inimaginable hace poco. Puesto que finalmente hay que destinar cada vez más dinero a la defensa, hay que intentar que, como mínimo, se invierta bien. España, en la parte que le corresponde, debe buscar la máxima eficacia por cada euro invertido, evitar despilfarros, coordinar adecuadamente la compra y la fabricación de material con la del resto de los países europeos y buscar las máximas sinergias con el conjunto del sector privado, de forma que este pueda beneficiarse del desarrollo de las nuevas tecnologías para usos civiles.

Lo primero que debe hacer la industria de defensa española, sin embargo, es reestructurarse para ganar dimensión, competitividad y mayor capacidad de producción, ya que se encuentra altamente atomizada. Solo hay cuatro grandes grupos consolidados (Airbus, Navantia, GDELS-Santa Bárbara e Indra) y más de trescientas pequeñas y medianas empresas que giran a su alrededor y que deberían empezar a impulsar procesos de fusión. Eso exige, sin falta, un adecuado y urgente liderazgo del Gobierno.

La apuesta por la industria de la defensa, además de reforzar la protección de los ciudadanos españoles y europeos, constituye asimismo una importante punta de lanza para la investigación tecnológica, para la creación de empleo y para la formación de personal altamente cualificado. De lo malo, por tanto, España debe sacar lo mejor.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...