Alberto Núñez Feijóo quiso ser el político que reconciliara en público a José María Aznar y a Mariano Rajoy y aprovechó la reunión en València de los cuadros municipales del PP para oficializar el reencuentro. Solo hay una cosa que une más que el Loctite y es la cercanía del poder. A los populares, las encuestas les dan ventaja y ya sueñan con volver a las mullidas alfombras, los despachos de maderas nobles, a los coches oficiales de cristales tintados. Así que la imagen fue el mensaje.
Aznar y Rajoy le regalaron esa fotografía a Feijóo, a pesar de tratarse de dos jarrones chinos de distintas dinastías, de difícil cabida juntos en cualquier salón enmoquetado.
Y no solo eso. En la cena posterior, Aznar quiso tomar la palabra para significar no solo la naturaleza del momento sino también su compromiso con la actual dirección del partido. Y hablando en nombre suyo y en el de Rajoy se ofreció para participar en la campaña, allí donde se les necesite.
En el 2004, fue Aznar quien eligió a Rajoy como su sucesor por delante de Rato, Piqué o Mayor Oreja. Ignoro si lo escogió porque pensaba que sería el más fácil de manejar o porque creyó que era el que desordenaría menos su mandato. Pero la pésima gestión del atentado de Atocha dio un triunfo inesperado a José Luis Rodríguez Zapatero y Rajoy se quedó esperando turno a las puertas de la Moncloa.
El presidente del PP oficia la reconciliación política entre Aznar y Rajoy en Valencia
Cuando siete años después se convirtió en presidente, llamó poco a su predecesor y le hizo aún menos caso. No tiene nada de maquiavélico el registrador de la propiedad, pero coincide con el autor de El príncipe en creer que su propia seguridad debe pasar por delante de todo, así que los mejores consejos son los que uno se da a sí mismo.
Feijóo pudo en Valencia decirles a sus militantes que el partido está más unido que nunca cogiendo por los brazos a la extraña pareja. Los dos ex presidentes coincidieron en un acto político una década después. El líder popular sabe que utilizar a Aznar le viene bien, porque es el referente de las tres cuartas partes del electorado de Vox. De lejos, se lo miraba todo Isabel Díaz Ayuso, como el futbolista del banquillo que espera su oportunidad en el partido.
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