Disminución del entusiasmo

Disminución del entusiasmo
Màrius Serra Escritor y enigmista

En pleno guirigay, el Congreso busca el consenso constitucional en la sustitución de una palabra de la Carta Magna. La palabra es disminuido , en el artículo 49, donde reza­: “Los poderes públicos realizarán una política de previsión, tratamiento, rehabilitación e integración de los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos”. El principio de acuerdo es porque rebaja a las “personas con discapacidad”. Como padre vitalicio de un niño pluridiscapacitado, en ejercicio activo durante el periodo 2000-2009, valoro cualquier forma de respeto y consideración por estos seres desvalidos, pero también desconfío de la política de medallas palabreras.

La sopa de letras alimenta, pero las palabras solo son soberanas en el terreno literario. Los escritores sabemos que el papel lo aguanta todo, pero en 3D el texto de un dramaturgo o el guion de un cineasta requieren recursos para montar la función o filmar la película. De poco sirve cambiar la palabra disminuido en la Constitución si las entidades del tercer sector no reciben los recursos necesarios para llevar a cabo su valiosa (y costosa) tarea de acompañar a estos pasajeros del furgón de cola. Me mantengo en el patronato de la Fundació Nexe, el centro de Llullu, y constato que lo pasan mal.

discapacidad

 

Àlex Garcia

La falta de recursos hace que las palabras sean anécdotas. Cuando nuestro hijo nació ya no se hablaba tanto de disminuidos como de minusválidos , y hasta que entró en Nexe no empezamos a oír hablar de pluridiscapacidad . Pero cuando Llullu murió, la palabra discapacidad también empezaba a ser cuestionada, en pro de la d iversidad funcional , las otras capacidades o circunloquios similares que, tal como va el mundo, auguro que dificultarán el acuerdo para sustituir la pa­labra disminuido en el artículo 49.

De poco sirve cambiar la palabra ‘disminuido’ si el tercer sector no recibe recursos

Cada época tiene su lenguaje diferencial. La literatura ministerial de los años setenta hablaba de subnormales , a mis oídos un insulto de patio de escuela, y también de profundos , impedidos , paralíticos ... En cambio, el arcaico esguerrat de la época de Mercè Rodoreda hoy suena mejor, y aún le endilgarían la etiqueta vin­tage .

Las palabras son importantes, pero en el caso de las políticas públicas solo son el tejado, y cabe recordar que las casas se empiezan por los cimientos­.

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