La libertad es una librería

La libertad es una librería

no hemos tenido demasiada suerte últimamente con los ministros de Cultura: duran poco y dejan escasa huella. Aunque hubo un tiempo que esta cartera lucía en manos de personajes como Javier Solana, Carmen Alborch, Jordi Solé Tura o incluso Íñigo Méndez Vigo. Miquel Iceta recogió el testigo de manos de José Manuel Uribes, con ganas las justas, pues estaba encantado de ser ministro de Política Territorial, hasta el punto de que cuando cedió el puesto a Isabel Rodríguez manifestó con una sinceridad apabullante que sentía mucho dejar el ministerio. Pero Iceta es listo y rápido, y en su toma de posesión estuvo brillante, recordando un poema ( La libertad ), de Joan Margarit, donde el poeta afirma que la libertad es una librería.

Jorge Luis Borges fantaseaba con un paraíso en el cielo, que fuera una biblioteca infinita donde poder conversar con sus autores favoritos y aún descubrir a otros. De la misma manera que Georges Orwell se imaginó un infierno en la Tierra, donde los libros se convertían en ceniza y el pensamiento quedaba abolido. La libertad para Margarit constituía una forma de amor y la librería era un mundo de abrazos. Leer es un acto de libertad y leer buenos libros, una invitación a comprender, a aceptar, a amar. Leer nos hace mejores. “Entre dos cirujanos igualmente competentes, procure que le opere el que haya leído a Chéjov”, escribió Simon Leys.

Iceta recurrió a un poema de Joan Margarit en su toma de posesión

La libertad es una librería, en efecto. Iceta suscitó más esperanzas con esta frase que con cualquier programa. Le queda mucho trabajo por delante, desde el Estatuto del Artista hasta la ley del Mecenazgo, pero este canto a la libertad y a los libros lo es también a la tolerancia, a entender las razones del otro, a comprender a los distintos. Cuando en el horizonte asoman ideologías que alientan al enfrentamiento y a la confrontación, el nuevo ministro nos condujo a la librería, estos almacenes del saber que nos protegen, nos estimulan y nos ilustran. Marilynne Robinson, premio Pulitzer en el 2005 y autora de cabecera de Barack Obama, escribió en uno de sus ensayos: “Añoro la civilización y quiero que me la devuelvan”. Quienes experimentamos esta misma nostalgia, nos sentimos reconfortados con la cita del ministro.

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