El minuto universal

El minuto universal
Màrius Carol Consejero editorial

Stefan Zweig dedica todo un capítulo de Momentos estelares de la humanidad a la batalla final entre Napoleón y Wellington, que titula “El minuto universal de Waterloo”. En sus páginas intenta explicar que el destino a veces se olvida de los poderosos y concede una oportunidad a personajes secundarios. Pero a estos, si desaprovechan el momento, no les concede nunca una segunda posibilidad de hacer historia.

En Waterloo, Carles Puigdemont no supo entender el error de que el PDECat decidiera romper con JxCat y a su formación le han faltado los 77.000 votos del partido que encabezaba Àngels Chacón, que no le sirvieron para obtener diputados, pero que en cambio le restaron un par de ellos a la candidatura de Laura Borràs. Puigdemont no entendió la importancia de este minuto universal que le arrebató la victoria, cambiando más de lo que pueda parecer el mapa de la política catalana. ERC y JxCat son independentistas, pero no solo tienen unas malas relaciones que van más allá del último Govern, sino que también mantienen estrategias diferentes. Los republicanos han apos­tado por el pragmatismo y el diálogo con el Gobierno de España y los puigdemontistas están por quemar etapas para recuperar la DUI.

Puigdemont no supo ver que la ruptura con el PDECat le iba a llevar a la derrota

En cualquier caso, ni Puigdemont es Napoleón, ni Aragonès es Wellington, pero este diputado de más y estos 35.000 votos adicionales de los republicanos van a marcar el tiempo y los términos de la negociación en las próximas horas. Escribe Zweig que, tras la derrota de la Grande Armée, Napoleón buscó su salvación: “A medianoche, sucio y aturdido, se deja caer fatigado en un sillón de una humilde posada, ya no es el emperador”. Puigdemont debió de tener la sensación de haber quedado a un paso de la victoria por calcular mal su fuerza, el domingo por la noche, hundido en su butacón del chalet de Waterloo. Durante estos tres años ha sabido ser el mejor estratega, a pesar de la distancia entre Catalunya y Bélgica, y ha hecho todo lo posible para no caer en el olvido. Pero la política catalana no parece que vaya a pasar a partir de ahora por Waterloo, y él lo sabe.

JxCat no va a ir a la oposición, entre otras cosas porque eso dejaría a muchos de sus militantes sin trabajo. Pero la Generalitat va a tener como conductor a Pere Aragonès, que no conseguirá ir por esa vía amplia que a él le gustaría, con los comunes sumándose al viaje, pero que circulará con tiento para no estrellarse en la primera curva, por más que algunos de sus futuros pasajeros puede que lo estén esperando.

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