La ‘Triomphale’, mejor en casa

La ‘Triomphale’, mejor en casa

Shakespeare, gran conocedor del alma humana, escribió: “Ten más de lo que muestras, habla menos de lo que sabes”. Pero al hombre, desde que el mundo es mundo, le cuesta ser discreto cuando es la piedra filosofal que nos conduce al éxito. Y más en nuestra sociedad del espectáculo, donde las redes son los voceros del rumor, cuando no de la mentira entera.

Leo en Los europeos , de Orlando Figes, un libro extraordinario, que el barón James de Rothschild quiso conmemorar el viaje inaugural en tren de París a Bruselas –en el que figuraban como pasajeros los hijos del rey de Francia, ministros galos y belgas e intelectuales como Alejandro Dumas, Victor Hugo, Théophile Gautier o Jean- Auguste Ingres–, a la llegada a sus posesiones de Lille. Al anochecer, después de una comida pantagruélica, se celebró un concierto donde Berlioz hizo la primera interpretación de la Grande symphonie funèbre et triomphale con cuatrocientos músicos. El organizador incorporó a la orquesta doce cañones que sonarían en el instante de la apoteosis. Pero se perdieron los encendedores y al final pudieron prender dos con un puro, pero solo se oyó el chisporroteo de las mechas. No fue el único problema: la publicidad que se dio al acto hizo que llegaran ladrones de todas partes y la guardia nacional no dio abasto ante tantos asaltos a los invitados. La fanfarronería nunca ayuda.

Fainé sabe que la discreción, como la fe, mueve montañas y lo ha aplicado de nuevo

Me remito a estos hechos, pensando como la fusión de CaixaBank con Bankia, que está a punto de culminar la Fundación Bancaria La Caixa y que convertirá la entidad resultante en el primer banco de España, se ha tejido desde la más absoluta discreción, a pesar de los diferentes partners que han participado. Isidre Fainé ha movido sus fichas con habilidad y sin ruido, convenciendo a la ministra de Economía, Nadia Calviño, y al gobernador del Banco de España, Pablo Cos, habiendo contado con la complicidad del vicepresidente del BCE, Luis de Guindos. Sin olvidar el papel de este buen gestor –otro hombre discreto donde los haya- que es José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia–.

Jordi Pujol tomaba un café, una aspirina y una cocacola para empezar el día cuando ocupaba la Generalitat para tener un subidón de adrenalina. Isidre Fainé desayuna una tortilla a la francesa y un vaso de agua mineral porque llega a la oficina con la cabeza ordenada. Sabe que la discreción, adornada con la frugalidad, mueve montañas como la fe. Luego en casa ya se pondrá la Triomphale de Berlioz. Pero no hace falta que la oigan todos.

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