La primera cita electoral importante en un país europeo después de la pandemia ha disparado el voto ecologista. Francia se despertó el lunes de un color mucho más verde que nunca, después de que la formación Europa Ecología-Los Verdes (EELV) se impusiera en capitales tan importantes como Lyon, Burdeos, Marsella, Estrasburgo, Poitiers y Besançon en la segunda vuelta de las municipales. Puede ser flor de un día o puede obedecer a la peculiar situación de la política francesa, pero quizás no está de más preguntarnos hasta qué punto la incidencia de la Covid-19 y las consecuencias de su impacto en la vida corriente han podido influir en el voto.
Son muchos los filósofos y sociólogos que llevan semanas preguntándose si la pandemia cambiará la conducta y la ideología de los seres humanos que han visto zarandearse sus esquemas habituales de forma contundente. Es pronto todavía para sacar conclusiones, pero el dato francés revela inequívocamente una apuesta, que no preveían las encuestas, por el voto ecologista.
El movimiento verde se ha comportado más como una marea, que llegaba con fuerza para después replegarse, que como un gran tsunami que dominase el espacio político. Die Grünen, los Verdes alemanes, fueron los auténticos precursores del fenómeno en los años ochenta y exportaron su modelo a otros países europeos. Pero no han logrado cuajar una alternativa real frente a las familias conservadoras o socialdemócratas de toda la vida. Hoy, el Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea es la cuarta formación en cuanto a número de diputados del Parlamento Europeo.
Si lo de Francia es un espejismo o tendrá continuidad en próximas elecciones lo decidirá un electorado que sí que parece más receptivo al cambio climático, a la vida saludable o a la protección del planeta. Solo hace falta ver el fenómeno de la activista Greta Thunberg que movilizó como nunca a jóvenes por todo el mundo. Las nuevas generaciones llegan mucho más concienciadas sobre los riesgos que se ciernen sobre el planeta que las precedentes. Veremos hasta qué punto el impacto psicológico de la pandemia puede acabar por relanzar el movimiento ecologista, donde la salud pasa a ser un elemento capital.