Loading...

No es la carrera de gallinas

Màrius Carol Consejero editorial

LA pugna entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se ha comparado con la carrera de gallinas entre James Dean y Corey Allen de Rebelde sin causa, cuando corren en sus coches a toda velocidad hacia el acantilado: pierde el que salta antes. Juraría que se parece más al pulso que Humphrey Bogart le hizo a Truman Capote en el hotel Palumbo de Palermo, en el descanso de La burla del diablo, donde el segundo escribió el guion. Bogart era más fuerte que Capote, pero este sabía que no debía apretar, sino resistir apretando los dientes hasta que el otro se cansara. Y así ganó contra pronóstico.

La guerra de nervios entre Sánchez e Iglesias no es temeraria: en el fondo saben que les costará lo suyo, pero acabarán resolviéndolo. Ambos tienen mucho que perder. Seguramente, más el líder de Podemos, de acuerdo con lo que vaticinan las encuestas, pero también el presidente del Gobierno, que perdería peso específico en su dimensión europea, cuando está teniendo un papel decisivo. Por eso, aún pueden entenderse. Los dos saben que el que resiste gana. Y que cuando uno se sienta agotado, el otro podrá doblarle el brazo.

Ciertamente, la diferencia entre un gobierno de cooperación y otro de coalición es la misma que entre una copa de martini y un dry martini: en el segundo, el vermut sólo sirve para perfumar el hielo, la bebida es fundamentalmente ginebra. Es decir, que una cosa es formar parte del Consejo de Ministros y otra tener cargos en el segundo círculo de influencia. El argumento de Sánchez para no ceder es que juntos (PSOE-Podemos) no suman la mayoría necesaria en el Parlamento. Y el de Iglesias es que, yendo de la mano, tendrían la confianza de nacionalistas e independentistas. En cualquier caso, lo primero que deberían ver es si son capaces de ponerse de acuerdo en un programa que incluyera la economía, los derechos sociales y la cuestión catalana. Esta será la verdadera prueba del nueve.