Un juicio con poesía y prosa
La bibliografía que está dando el procés empieza a ser exagerada. Es raro que teniendo en cuenta la cantidad de papel empleado, no haya salido alguien de Ciudadanos o del PP diciendo que la deforestación de la selva amazónica también es culpa de los independentistas.
Con tantos libros publicados, es muy difícil que no te toque presentar alguno. El miércoles pasado, Gemma Nierga nos invitó a Pepa Bueno, a Antonio García Ferreras y a mí a presentar su libro conversación con Cuixart. Ojalá este libro no se hubiese tenido que escribir nunca, señal de que Cuixart no estaría en la cárcel. Le agradezco a Gemma que se haya metido en este berenjenal, para conocer mejor a un personaje como Cuixart, al que tras su declaración ante Marchena algunos independentistas lo ven como su mejor candidato a presidir la Generalitat y otros independentistas lo ven como su principal amenaza. El independentismo es así de heterogéneo, por mucho que en algún momento nos hicieron creer que iban todos a una. No han ido a una ni en sus declaraciones ante el Tribunal Supremo. Unos han declarado en prosa, y otros en verso.
Le aplaudo a Gemma su voluntad de seguir tendiendo puentes. Se empeñó en presentar el libro en Madrid, y tanto ella como Cuixart se empeñaron en editarlo en castellano. Según se dijo en la presentación, de todos los libros publicados con la participación de algunos de los presos, es el primero que se edita en ambas lenguas, catalán y castellano. Para mí es una anomalía que sea el primero. Si el independentismo necesita explicarse en algún sitio es en el resto de España. Ahora que se habla tanto del apagón informativo que hay en las televisiones estatales con el juicio, un día les contaré por qué en una tele estatal no se pudo hacer una entrevista grabada en la cárcel con uno de los presos. Sólo les diré que si no se hizo no fue ni porque la tele estatal lo vetase ni por ningún supuesto apagón informativo.
Cuixart, en el libro de Nierga, recuerda una de las fechas señaladas del procés, el 10 de julio del 2010. Ese sábado por la tarde se celebró la primera de las grandes manifestaciones, en protesta por la sentencia del Tribunal Constitucional que recortaba el Estatut de Catalunya. La convocaban Òmnium y los sindicatos UGT y CC.OO., entre otras organizaciones. Según Cuixart, que vivió los intríngulis de la organización, hubo sectores del independentismo que no querían que Montilla, todavía presidente de la Generalitat, acudiese a la manifestación. Finalmente lo hizo acompañado del resto de presidents vivos: Pujol y Maragall. Montilla tuvo que salir de aquella mani escoltado. Un sector del independentismo lo abucheó, en una escena que presagiaba acontecimientos que entonces no podíamos ni imaginar.
Al día siguiente, la selección española de fútbol ganaba el Mundial de Sudáfrica, con un gol de un manchego que militaba en el Barça. Sólo 24 horas después de que Barcelona se llenase de estelades, Barcelona se llenaba de banderas españolas. Aquella celebración también acabó con incidentes, y Nicola Tanno perdió un ojo por una pelota de goma disparada por un mosso. No dudo que hubo gente (no mucha) que fue a la mani y que también celebró en la calle el triunfo de España. Igual que hubo gente que ni fue a la mani ni salió a la calle a celebrar el gol de Iniesta. Porque como decía el Guerra (el torero, no el político) “hay gente pa’ to’”. Pero creo que la estampa de ese fin de semana de hace casi una década dibujaba las dos burbujas que empezaban a crecer en Catalunya. Dos burbujas que viven en su mundo, de espaldas la una a la otra, pensando cuál de ellas tiene más razones, más motivos para imponerse, para ser hegemónica. Como si el problema en el que nos han metido se arreglase con hegemonías. Si no queremos que esto acabe mal, sería bueno empezar a pinchar esas burbujas. Con poesía, pero también con prosa. Y estoy convencido de que alguien como Cuixart sería muy útil para lograrlo.