Operación Ciutadella
Curiosa ciudad esta, que descentraliza su cultura y luego la abandona a su suerte. Desterró a Montjuïc una de sus joyas de la corona, el MNAC, y tres décadas después aún no ha sido capaz de adecuar la montaña para que deje de ser un páramo, o de inventarse una fórmula que evite que la Fira bloquee el acceso al museo. Es la misma ciudad que emplazó en tierra de nadie su auditorio y su teatro nacional, y allí siguen, viendo pasar las excavadoras hacia el agujero sin fondo de la plaza de Glòries.
Por suerte, la dinámica interna de la ciudad hace brotar nuevos polos de creatividad en zonas que se han planificado por aluvión. Por ejemplo, en el entorno del parque de la Ciutadella. Las mentes preclaras que concibieron la Exposición de 1888, los urbanistas del 92 y una serie de iniciativas puntuales han ido configurando en la zona, sin diseño previo, un polo de conocimiento que constituye –junto a Sant Pau– la gran plataforma disponible para el maridaje de ciencia y cultura.
La idea de relanzar la Ciutadella como polo de conocimiento surge a partir de propuestas de Jordi Camí, director del Institut de Recerca Biomèdica (IRB) y de la Fundació Pasqual Maragall, y del exconseller Andreu Mas Colell. El socialista Jaume Collboni asumió la iniciativa política e involucró al Ayuntamiento en ella. Barcelona Global ha ampliado el foco y trabaja en el inventario del talento y la aportación de ideas. La Pompeu Fabra lleva el liderazgo académico...
Hay más actores posibles, tantos como instituciones potencialmente implicadas. En el campo de las humanidades y las ciencias sociales están el departamento correspondiente de la UPF, ICREA/FCRi, el Arxiu de la Corona d’Aragó, el Museu Picasso, el Born Centre Cultural, el Arxiu Fotogràfic, la biblioteca del Parlament o la futura Biblioteca de Barcelona.
La lista de equipamientos científicos del vecindario abarca desde los históricos museos del parque –abandonados a su suerte desde hace una década– hasta instituciones punteras como el Parc de Recerca Biomèdica, el Centre Mediterrani d’Investigacions Marines i Ambientals, el Zoo de Barcelona o el futuro campus científico de la UPF 2025.
Cierto sentido de urgencia sobre la necesidad de relanzar la zona parte de la alarma lanzada hace unos días por el Grup Mineralògic Català, que advirtió de la grave decadencia del Museu Martorell de Geologia, cerrado desde hace siete años. Por cierto, pasa el tiempo y cada vez parece más desacertada la decisión de trasladar al Fòrum, en el 2010, el Museu de Ciències Naturals, que en su histórica ubicación del Castell dels Tres Dragons (un museo en sí mismo sobre la museología del siglo XIX y principios del XX) actuaba como foco de atracción y paraguas para el Martorell, el Umbracle y el Hivernacle.
Volvamos a la Ciutadella del Coneixement: un reto que de lograrse corregiría a mejor la política urbanística reciente en el terreno cultural es aprender a trabajar con dos horizontes. Por un lado, hay que concebir proyectos tan ambiciosos como sea necesario. Y, por otro, hay que dar prioridad a aquellos de coste moderado que sólo requieren de imaginación, políticas de promoción y obras más o menos menores.
Por supuesto, el Campus Científic Parc de la Ciutadella (así lo define Barcelona Global) y su entorno requieren para su pleno desarrollo de decisiones de calado, como pasos elevados para superar las vías férreas y conectar la zona con el mar, o habilitar un acceso hacia la Vil·la Olímpica que salve el obstáculo del Zoo.
Pero la falta del dinero y el consenso para acometer esas costosas actuaciones no deberían dejar el proyecto en vía muerta. Pueden tomarse ahora mismo decisiones que propicien un nuevo motivo de autoestima ciudadana y que potencien la imagen de la ciudad, como recuperar los museos obsoletos o ponerle nombre a la cosa y publicitarla sin complejos. Barcelona ya tiene un nuevo parque científico y cultural.