‘Vértigo’ y sus dos finales
Estos días se conmemora el sexagésimo aniversario del estreno de Vértigo, de Alfred Hitchcock, una de las grandes referencias del cine clásico, interpretada por James Stewart y Kim Novak. Vértigo es lo que muchos sentimos ante lo que se nos viene encima el 21-D, porque un Consejo de Ministros que Pedro Sánchez pensó como un acto de desagravio con Catalunya ha sido recibido por un sector del independentismo como una provocación. Si el film de Hitchcock fue un relato con final trágico sobre la obsesión amorosa, la gestación del viernes se intuye igual de obsesiva y no menos dramática.
A cuatro días del aterrizaje del Gobierno en Barcelona, todavía no se ha concretado si Quim Torra se reunirá con Pedro Sánchez. En la Moncloa son optimistas, pero este fin de semana no lo tenían tan claro en la Generalitat. Los políticos presos de Lledoners –con la autoridad moral que se les supone– han pedido que se celebre y todo da a entender que se producirá, si bien Torra se resiste. Mientras, Sánchez tiene que escucharse del PP que “mendiga” el encuentro.
Meritxell Batet, ministra de Política Territorial, dijo ayer que lo lógico sería que se produjera esta reunión, al tiempo que desvelaba que detecta una falta de reciprocidad del Govern, aunque se ha emplazado a perseverar en el diálogo: “La crisis territorial –ha declarado Batet– no se resolverá de forma rápida ni de manera sencilla. Un cambio de gobierno, de política y de la forma de hacer política y no usar solo la vía judicial puede dar resultados, pero no serán inmediatos. La crisis que estamos viviendo es de primera magnitud. Llegar a la solución nos va a llevar mucho tiempo”.
Por cierto, en Vértigo, la productora obligó al cineasta a rodar otro final menos radical y negativo: de este modo, en lugar de caer al vacío Kim Novak, James Stewart conseguía agarrarle la mano en la torre. También en eso resulta una alegoría de la situación catalana.