La desconocida riqueza forestal del valle del Oja

Mundo insólito

Las duras caminatas recompensan el esfuerzo con con un paisaje sorprendente

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Ampliar Rio Oja en  Ezcaray, La Rioja

Rio Oja en Ezcaray, La Rioja

Roberto Fernandez

La Rioja parece geográficamente uniforme. Y es cierto que los viñedos que sostienen su economía se expanden por buena parte del territorio, dándole el aspecto alfombrado de un mundo cultivado. Sin embargo, esa comunidad autónoma tiene en el valle del Oja un auténtico tesoro forestal por lo general desconocido.

El valle del Oja es una comarca natural, situada al oeste de Logroño, la capital. Se asienta en las faldas de la sierra de la Demanda, cuyos picos punteros sobrepasan generosamente los dos mil metros (el más alto, San Lorenzo, con 2.270). El territorio lo vertebra, lógicamente, el río que le da nombre, un curso fluvial de 65 kilómetros de recorrido que acaba fundiéndose con el Tirón.

Ampliar Sierra de la Demanda, La Rioja

Sierra de la Demanda, La Rioja

Getty Images/iStockphoto

Hay pueblos de merecida fama en el Oja, como Santo Domingo de la Calzada, localidad monumental y enclave santiaguero por excelencia de La Rioja. Su espectacular plaza y concatedral –la única del mundo que contiene un gallinero con ejemplares vivos– y el centro de peregrinos que recrea las sensaciones de quienes viven la caminata hasta Compostela para aquellos que no quieren o pueden hacer el esfuerzo es remarcable. También Ezcaray, villa de arquitectura tradicional cuidada y que da nombre a la estación de esquí de Valdezcaray. Pero hay otras localidades que no sonarán de nada a la mayoría: Zorraquín, Baños de Rioja, Pazuengos o Santurde, también núcleos donde las casas señoriales blasonadas conforman villas armónicas.

El tesoro indiscutible del valle del Oja, sin embargo, es la diversidad de sus bosques. Autóctonos de hoja caducifolia que forman parte de la europea Red Natura 2000, pero en los que aparecen salpicaduras de vistosas especies alóctonas como el abeto rojo o el abeto de Douglas.

Ampliar Carretera en el valle de Ezcaray

Carretera en el valle de Ezcaray

Teo Romera - Flickr

En la misma cabecera del río Oja, los senderistas que no temen a los territorios abruptos y poco trillados se adentran entre las masas formadas por hayas, robles, fresnos y abedules. Hay que tener ganas de caminar por cuestas inclementes y a menudo senderos que se dejan invadir por la vegetación, pero las recompensas paisajísticas merecen el esfuerzo.

Para tener un encuentro con un número importante del espectacular serbal de cazadores (Sorbus aucuparia), hay que adentrarse en el barranco de Usaya. Es rico en esta especie de árbol que se distingue por los racimos de bayas rojas que lo adornan en forma de pomos al final del verano y el principio del otoño. Una manera interesante de recorrerlo es valerse del sendero de los Siete Puentes, llamado así porque hay que cruzar ese número de pasarelas de madera en un recorrido circular de once kilómetros que exige bastante esfuerzo, pues apenas hay tramos llanos.

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En el circo de Escorlacia el paisaje es de alta montaña. Hay clásicas zonas encharcadas de turbera, donde crece vegetación específica, resistente tanto a la abundancia de líquido como a las bajas temperaturas nocturnas. El paisaje de laderas herbosas está moteado por fantásticos ejemplares de pino negro.

En cambio el pinar de Zalaya está poblado preferentemente por el pino albar o blanco, aunque también se le conoce como bermejo por el característico color de su tronco. Vive en un entorno menos exigente en lo que al clima se refiere.

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Urdanta, La Rioja

Wikimedia Commons

El robledal de la Solana de Turgueiza, por su parte, está poblado mayoritariamente por Quercus faginea, el conocido como roble valenciano o de hoja pequeña. El valle de Urdanta toma el nombre de la localidad de Urdanta, encajonada ordenadamente en un recodo fluvial, otro lugar donde los espesos bosques marcan la pauta.

Aunque hay muchas más por citar, una de las forestas destacables del Oja es el acebal de Valgañón. Su valor se cimenta en los ejemplares centenarios de este arbusto de carácter atlántico que llegan a alcanzar dimensiones desmesuradas para lo que resulta habitual. Al final del otoño el espectáculo es sensacional, con las coriáceas, barnizadas y erizadas hojas de color verde oscuro que destacan sobre las bayas rojas que le dan al bosque un decidido aspecto navideño.

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Hayedo en otoño, La Rioja

Alex Salcedo

Los científicos mantienen serias dudas de que el río Oja haya dado el nombre al territorio riojano, pues hay varias teorías, incluyendo la que cita el topónimo eusquérico Herri ogia (tierra del pan, haciendo referencia a los trigales ancestrales que habría antes de que se desarrollara el viñedo). Pero al margen de teoría etimológicas, el del Oja es un territorio que vale la pena descubrir, calzados con unas buenas botas. 

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