Loading...

7 rincones escondidos de Gipuzkoa que deberías visitar

Viajes de proximidad

Además del Cantábrico, sus altas cordilleras y el verde intenso de sus laderas, esta histórica provincia tiene muchos rincones por descubrir

¿Estás pensando en una escapada por España? Inspírate aquí

Antigua casa en Gipuzkoa

olga / Getty Images/iStockphoto

Cuando se habla de Gipuzkoa, a todo el mundo le viene a la cabeza su capital, San Sebastián : la playa de la Concha, el monte Igeldo, el Kursaal... Sin ninguna duda, es una de las ciudades más bonitas de España. Pero la provincia guarda mil y un rincones de belleza sin igual: pueblos pesqueros separados por serpenteantes carreteras, los flysch que se originaron en la prehistoria y que, a día de hoy, conforman un paisaje singular, pero también hablamos de montes, bosques, playas y acantilados envueltos por el verde intenso de sus praderas.

Si hay un destino que nunca defrauda, y que representa la esencia vasca, es Gipuzkoa, y para los que se consideran grandes viajeros, pero no turistas, la forma de conocerla es recorriendo sus más diversos parajes.

Flysch de Zumaia, la historia de la tierra

Entre los pueblos de Zumaia y Mutriku, encontramos kilómetros de acantilados tan espectaculares como su historia. Son los flysch, formaciones rocosas que alternan capas de roca dura con capas de materiales blandos, de modo que los agentes que la erosionan desgastan más fácilmente las capas blandas y dejan a la vista las duras. Estas capas se originaron por la colisión de las placas tectónicas Ibérica y Europea durante la orogenia alpina, por lo que contienen información de más de 50 millones de años.

Flysch en Zumaia, Gipuzkoa

Alberto Carrera / Getty Images/iStockphoto

Los lugares destacados en los que disfrutar de este paisaje son: la punta de Algorri, los acantilados de Mendatagaina y Sakoneta, la playa de Mendata y la ensenada de Aitzuri. Quizá, el lugar más conocido es la punta de Algorri, en Zumaia, un mirador que ofrece unas vistas espectaculares a las capas del flysch con la playa de Itzurun a sus pies. Lo más recomendable es acudir con la marea baja y, a ser posible, al atardecer, cuando el sol pinta un paisaje que te deja sin palabras.

Ermita de la Antigua, la catedral de las ermitas

Considerada como la catedral de las ermitas vascas, es el primer templo parroquial documentado para toda la zona del interior guipuzcoano. Según diversos estudios, todo apunta a que, en su primera construcción, era de un tamaño inferior al que posee hoy en día, pero no dejaba de ser un lugar de culto grande para la cantidad de habitantes que, por aquel entonces, residía en Zumarraga.

Ermita la Antigua, Zumarraga, Gipuzkoa

Uranzu vía Wikimedia Commons

A pesar de que su exterior puede pasar desapercibido, su interior construido en piedra y madera es su gran atractivo. La ermita fue edificada por carpinteros de la ribera, la bóveda del templo se asemeja a la quilla de un barco, y los vecinos de la localidad elaboraron las tallas que adornan las terminaciones de la madera. Toda esta obra arquitectónica de carácter rural, que puede recordar a un antiguo caserío de Euskadi, está ensamblada, y la estructura se mantiene por su propio peso.

Si tu visita tiene lugar el 2 de julio, encontrarás que la localidad celebra sus fiestas patronales, además de una romería en las cercanías del pueblo que culmina con la interpretación, en el interior, de la tradicional ezpatadantza en honor a la Virgen. La Antigua ha sido declarada Monumento Histórico-Artístico Nacional y Monumento Histórico-Artístico Vasco.

Santuario de Arantzazu, la Virgen entre espinos

Es uno de los templos más imponentes y carismáticos de todo Euskadi. Se encuentra tan inmerso en la naturaleza que su construcción se llevó a cabo al borde de un precipicio. Mejor dicho, sus construcciones, puesto que el templo ha sido destruido y reconstruido en tres ocasiones (1553, 1622 y 1834), dando como resultado una obra arquitectónica fascinante que deja sin palabras a quien lo visita.

Santuario de Arantzazu, Gipuzkoa

JavierGil1000 / Getty Images/iStockphoto

El santuario de Arantzazu rinde homenaje a una de las figuras religiosas más queridas por los guipuzcoanos, la Virgen de Arantzazu. Cuenta la leyenda que un pastor llamado Rodrigo Balzategi encontró la talla de la Virgen entre unas zarzas. El pastor, extrañado, le preguntó a la Virgen: “Arantzan zu?” Una frase que, en euskera, podría traducirse como: “¿tú entre espinos?”. El lugar se convirtió en un punto de peregrinaje de fieles, y, por ello, se erigió allí este imponente complejo religioso, a los pies del parque natural de Aizkorri-Aratz. Su fachada se construyó colocando cientos de piedras en forma triangular, que representan las espinas del árbol que rodeaba a la Virgen cuando fue encontrada.

Santuario de Loiola, el pequeño Vaticano

La Antigua, el santuario de Arantzazu y el santuario de Loiola, conforman la conocida Ruta de los Tres Templos. Este santuario está compuesto por varios edificios erigidos alrededor de la casa torre de los Loyola, casa natal de San Ignacio de Loyola. Esta vieja casa de origen medieval fue el lugar de nacimiento del fundador de la Compañía de Jesús, un hombre dedicado a las armas que, tras resultar gravemente herido en la defensa de Pamplona contra los franceses, en el año 1512, consagró su vida a la religión, después de leer infinidad de libros durante su convalecencia. La casa puede visitarse hoy en día, accediendo desde una de las puertas de la basílica, y la estancia que más destaca es la denominada capilla de la Conversión, el lugar donde San Ignacio superó a la muerte.

Santuario de Loiola en Azpeitia, Gipuzkoa

Proformabooks / Getty Images/iStockphoto

Miles de visitantes se acercan, cada año, hasta Azpeitia, para visitar Loiola, especialmente el 25 de diciembre, fecha en la que nació Iñigo López de Loyola. La basílica de Loiola fue construida años más tarde, en 1738, en honor al santo, y fue diseñada por el arquitecto Carlo Fontana, discípulo de Bernini, por eso se asemeja a un pequeño Vaticano. Su altar mayor está presidido por la estatua de planta de San Ignacio.

Como curiosidad, la Biblioteca de los Jesuitas de Loyola está considerada como una referencia importantísima para investigadores e historiadores, y en ella destaca la sección denominada Biblioteca Vasca, con más de 10.000 libros escritos en euskera, y castellano, sobre la cultura e historia vasca.

El monte Jaizkibel, los torreones y el santuario de Guadalupe

Si alzas la vista desde casi cualquier rincón de Hondarribia podrás observar, en la ladera del monte Jaizkibel, la elegante ermita de Guadalupe que guarda a la patrona de la ciudad. Este templo fue erigido en el s. XVI, y destruido y construido en múltiples ocasiones hasta el s. XIX. Los pescadores acuden a la patrona y le realizan ofrendas para su protección, como maquetas de barcos y objetos marineros. Todas ellas se dejan a los pies de la talla. Cada 8 de septiembre, los habitantes de Hondarribia e Irun celebran el tradicional alarde que conmemora la victoria contra los franceses en 1638. Ese día, los habitantes de la localidad desfilan hasta la ermita, donde cada compañía realiza una descarga en honor a la Virgen.

Torre ne ruinas en el monte Jaizkibel, Gipuzkoa

changered / Getty Images/iStockphoto

A pocos metros, encontramos una de las seis torres construidas durante la última guerra Carlista, la única de planta cuadrada. Solo cinco de ellas quedan en pie, dos en el fuerte de Guadalupe. Continuando la ruta, encontrarás la segunda torre, la de Santa Bárbara, y, a escasos metros, las ruinas del Parador de Jaizkibel. Desde este punto, los visitantes pueden tener unas fantásticas vistas sobre la bahía, el valle y la cordillera pirenaica.

Saturraran y el flysch negro

Ubicada en el límite entre Gipuzkoa y Bizkaia, en el municipio de Mutriku, se encuentra una de las playas más salvajes de toda la zona: la playa de Saturraran. En esta playa, además de encontrar un paisaje de una belleza excepcional, confluyen historia y leyenda. La primera se remonta al s. XIX, cuando en el lugar se ubicaba un hotel-balneario que fue reconvertido a cuartel durante la Guerra Civil y, posteriormente a cárcel de mujeres. Aunque no quedan vestigios del edificio, en su lugar se colocó una escultura en recuerdo y homenaje a todas las mujeres que pasaron por allí en los peores años de la dictadura.

Flysch negro en la playa de Saturraran

Samantha Hemens / Getty Images/iStockphoto

La segunda, la leyenda, habla de la famosa roca que se encuentra en la playa. Cuenta la historia de Satur y Aran, dos jóvenes enamorados. Él salía todos los días a navegar y ella esperaba, en la playa, su regreso. Un día de tormenta, Satur no regresó, y Aran pidió al mar que se la llevara con él. Aquella noche apareció la gran roca que, según el mito, se formó con los dos amantes. En este lugar, también podrás contemplar los afamados flysch, pero con una peculiaridad, el que verás aquí es conocido como el flysch negro, menos impresionante que los de Zumaia, pero con mucha más historia tras de sí.

Ataun, historia y leyendas vascas

Este municipio es uno de esos lugares que puede pasar desapercibido para quienes no lo conocen. De Ataun dicen que es el pueblo más largo de Gipuzkoa. Uno de los parajes menos alterados de la provincia y con el verde más intenso, quizá sea porque se encuentra en la frontera con el parque natural de Aralar.

Molino en Ataun

Txiriguili / Getty Images/iStockphoto

Ataun es el lugar donde mejor se preservan las leyendas e historias vascas. José Miguel Barandiarán, sacerdote, antropólogo, etnólogo y arqueólogo vasco regaló, al pueblo, lo mejor que podía darle: transcribir al papel toda la tradición oral que corría de boca en boca para que pudiera perdurar en el tiempo. Entre los más de 300 trabajos que escribió (parte de ellos integran la Gran Enciclopedia Vasca), se encuentran numerosas historias de Ataun que han conseguido preservarse a través de los años, y que se dan a conocer en la representación de la llegada de los Gentiles (Jentilen Etorrea) durante las fiestas del barrio de San Martín. Cada año, en el mes de noviembre, se apaga el alumbrado público, se encienden hogueras en el monte, y comienza la representación que une pasado y presente contando una leyenda diferente de Ataun.

Si hay un destino que nunca defrauda, y que representa la esencia vasca, es Gipuzkoa