Loading...

La historia se vive en Cantabria

Propuestas

Cavernas paleolíticas, pueblos medievales y una gastronomía espectacular

El Valle del Saja, uno de los preciosos paisajes de Cantabria.

JoseIgnacioSoto / Getty Images/iStockphoto

Cerrad los ojos e imaginad que estáis, hace veinte mil años, en esta misma cueva. Todo está a oscuras y los sentidos se despiertan: las fosas nasales se abren, el oído se agudiza, el tacto percibe más texturas... Ahora abrid los ojos y mirad hacia las paredes”.

Las palabras del guía de la cueva de Covalanas se combinan con la luz intermitente de su linterna, que imita a las antiguas lámparas de piedra, y observamos atónitos unas pinturas paleolíticas que parecen moverse. Descubierta por Hermilio Alcalde del Río y Lorenzo Sierra en 1903, esta cueva nos adentra en uno de los enigmas más interesantes de la historia de la humanidad y nos plantea cuestiones difíciles de contestar, entre ellas, cuál era el significado último de las pinturas o qué nos explican de la vida de nuestros antepasados.

Podemos disfrutar de un fin de semana medieval

Esta no es la única cueva que se puede visitar en Cantabria, que cuenta con hasta diez cavernas declaradas patrimonio de la humanidad –de las cuales se pueden visitar un total de siete, incluida Altamira–, que se suman a miles de cuevas repartidas por un territorio que los cántabros definen como “un gran queso gruyer”. Éstas son una visita obligada y dejan al visitante maravillado, confundido e inquieto a partes iguales. Por eso, os proponemos empezar el viaje visitándolas e ir avanzando en el tiempo hasta llegar a lo más nuevo en arte contemporáneo, en un particular viaje histórico por Cantabria.

Réplica del planel de las ciervas en la Cueva de Covalanas, Cantabria.

Nachosan / Wikipedia

Arte rupestre

Avanzamos de época, pero no de paisaje, porque nuestra siguiente parada es una cueva muy especial. Se trata de Santa María de Valverde, una ermita rupestre excavada en roca, que algunos expertos datan en la Alta Edad Media, y que muestra tumbas altomedievales en su techo. Al lado, el Centro de Interpretación de la Arquitectura Rupestre permite adentrarse en el conjunto de iglesias y e remitorios excavados en piedra que forman parte de la denominación Arte Rupestre de Valderredible y que conforman lo que algunos han denominado “la Capadocia ibérica”.

Cantabria se abre ante nosotroscon sus grandes montañas y prados infinitos

También de la misma época es el castillo de Argüeso, una fortificación que permitía controlar el paso de mercancías de la época y que se construyó sobre una antigua ermita en el siglo IX. Hoy en día es un interesante museo en el que aprender sobre la historia de su construcción y disfrutar de obras de arte contemporáneo, y donde podemos disfrutar de un fin de semana medieval a principios de julio. En el interior, llaman la atención las sorprendentes escaleras de roble, elaboradas por artesanos de la zona, así como una gárgola original. Desde la azotea,Cantabria se abre ante nosotroscon sus grandes montañas y prados infinitos. Una buena imagen que define este territorio de grandes contrastes, microclimas y leyendas.

Villas con encanto

La gastronomía cántabra es muy rica en carnes, mariscos y pescados de proximidad

La ciudad de Laredo con su preciosa bahía en Cantabria.

Train_Arrival / Getty Images/iStockphoto

Seguimos adelante en el tiempo y visitamos Laredo, una villa documentada ya desde el siglo XI que nos invita a pasear por sus calles empinadas, visitar la iglesia de Santa María y subir a la atalaya, con vistas sobre la bahía. También medieval es Santillana del Mar , uno de los pueblos más bonitos de la región, que cuenta con casonas de piedra tan bellas como el Hotel Casa del Marqués, un edificio reformado del siglo XV que fue residencia del marqués de Santillana. Las calles empedradas y tiendas artesanas de la localidad son una buena parada antes de visitar Santander , una capital con una divertida vida nocturna, buenos mercados locales y muchas propuestas artísticas.

Podemos disfrutar de un fin de semana medieval

Entre ellas destaca el Centro Botín, un edificio del arquitecto Renzo Piano que se erige como un particular castillo contemporáneo y que tiene dos torres: en una, de acceso gratuito, podremos disfrutar de un mirador sobre la ciudad y el puerto, y en la otra, adentrarnos en las exposiciones, muchas de ellas dedicadas a artistas nacionales y a la técnica del dibujo. Un buen museo que apuesta por un arte que, pese a tener 20.000 años más que aquel que hemos visto antes en la cueva paleolítica, nos sigue hablando de la imparable necesidad humana de comunicarse más allá de las palabras.

El pueblo antiguo de Santillana del Mar, Cantabria.

Alpgiray Kelem / Getty Images

El mejor producto local

La gastronomía cántabra es muy rica en carnes, mariscos y pescados de proximidad, y cuenta con ingredientes y recetas tan deliciosas como las anchoas de Santoña, el queso de Bejes-Tresviso, las rabas o el cocido montañés. La región también es conocida por sus postres y mantecados contundentes, entre los que destacan los sobaos pasiegos y la quesada, además de las corbatas de Unquera o las polkas de Torrelavega.

Los restaurantes cántabros cuentan con muchos adeptos, y entre ellos os recomendamos la Bodega del Riojano, en Santander, que ofrece una buena carta de productos locales en una bodega repleta de obras de arte; el restaurante El Pericote de Tanos, en Torrelavega, que se especializa en carne de vaca ybuey de primerísima calidad; o la buena cocina de producto del acogedor El Pasaje de los Nobles, en Santillana del Mar, una villa en la que también destaca El Parador Gil Blas.

Santander es una capital con una divertida vida nocturna, buenos mercados locales y muchas propuestas artísticas