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Cinco pueblos de la costa de Galicia para una deliciosa escapada veraniega

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Te acompañamos y descubrimos algunos de los rincones más hermosos del litoral

Combarro, uno de los pueblos más bonitos de Galicia

sssanchez / Getty Images/iStockphoto

Desde los pueblos del Pirineo de Huesca nos dirigimos a la costa gallega, por un periplo zigzagueante que nos ha sumergido por tierras asturianas, extremeñas y andaluzas. A las puertas del verano, se imponen estampas marineras acariciadas por la brisa del mar; paisajes capaces de reflejar un estado de ánimo.

El litoral de Galicia es, además de bellísimo, muy diverso: de los acantilados y las rocas escarpadas del norte y la Costa da Morte, a los apacibles escenarios de las Rías Baixas, se suceden 1.500 kilómetros de costa. Descubrirlos es, por encima de todo, disfrutarlos. Nuestra ruta empieza en Ribadeo, en las Rías Altas, en aguas del Cantábrico y acaba en Combarro, a orillas del Atlántico.

Ribadeo (Lugo)

Playa de As Catedrales, en Ribadeo, Lugo

PEDRE / Getty Images/iStockphoto

Situada en la costa occidental de la comunidad, Ribadeo, cuya ría ejerce de frontera entre Asturias y Galicia, es una villa señorial imprescindible para cualquier viajero. Repleta de edificaciones históricas -su casco urbano está declarado conjunto histórico-artístico-, nos deleita con bellas y coloridas construcciones indianas y pazos, como el de Ibáñez, que data del siglo XVIII y que hoy alberga el Ayuntamiento.

Aquí podrás gozar, como en la mayoría de pueblos en los que te detengas, de una gastronomía de primera, con productos del mar, como almejas, berberechos u ostras, y de río, como las anguilas o las truchas. Tras levantarte de la mesa, dirígete a la isla Pancha, un islote a unos dos kilómetros, cuyo faro de planta cuadrada, construido en 1857, ha sido rehabilitado como alojamiento turístico. Desde lo alto disfrutarás de unas bellísimas vistas.

Sin embargo, uno de los grandes tesoros de Ribadeo es, sin lugar a dudas, la playa de As Catedrales, considerada una de las mejores de Europa y uno de los parajes más hermosos de Galicia. Cuenta con increíbles acantilados de más de 30 metros de altura de formas caprichosas que, al bajar la marea, ofrece una imagen majestuosa.

O Barqueiro (A Coruña)

Vista panorámica de O Barqueiro

Lux Blue / Getty Images/iStockphoto

Nuestro próximo destino es O Barqueiro, a algo más de 80 kilómetros de Ribadeo, también en la costa norte gallega. Se trata de un pueblecito pesquero de Mañón, en la provincia de A Coruña repleto de encanto, que descansa al abrigo del cabo de Estaca de Bares, el punto más septentrional de la península Ibérica.

En esta localidad, cuyo nombre deriva del barqueiro -el marinero que en el pasado conducía la barca con la que vecinos y mercancías cruzaban la ría de Ortigueira-, te olvidarás de las prisas y del estrés. Algunos lo comparan con Cudillero, la pintoresca localidad asturiana, por su forma de herradura y por la construcción de sus casas de colores, colgadas en la ladera, a modo de anfiteatro.

En O Barqueiro -además de comer divinamente- podrás visitar el Museo del Mar, en el que se da a conocer la tradición pesquera de la zona, u optar por tomar alguno de los caminos que conducen a Estaca de Bares y descubrir los impresionantes paisajes que lo rodean.

Fisterra (A Coruña)

Un peregrino frente a la playa Langosteira de Fisterra

Joel Carillet / Getty Images

El siguiente objetivo de nuestra ruta requiere conducir algo más de 250 kilómetros, una distancia considerable, recompensada, sin embargo, por la espectacularidad del lugar. Llegamos al cabo de Fisterra, en plena Costa da Morte, una península de tres kilómetros que durante siglos fue considerada el cabo del fin del mundo.

El pueblo, que no alcanza los cinco mil habitantes, todavía conserva su esencia marinera. Sus casas escalonadas miran al puerto e invitan al viajero a una visita tranquila a través de sus callejuelas, antes de dirigirnos al faro más famoso de toda Galicia. Y es que es precisamente aquí, donde los peregrinos del Camino de Santiago dan por finalizado su periplo, quemando sus ropajes, como dicta la tradición.

Construido en piedra a mediados del siglo XIX y con una base octogonal, el faro de Fisterra se eleva 138 metros sobre el mar convertido en vigía de centenares de naves a las que salvó de un naufragio casi seguro. Aquí uno se siente intimidado por la inmensidad del océano a la vez que aflora una profunda admiración por los marineros que surcan los mares desafiando las fuerzas de la naturaleza.

Muros (A Coruña)

Villa pesquera de Muros, en A Coruña

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Alrededor de 50 kilómetros al sur de Fisterra nos espera Muros, un precioso pueblo costero situado en el límite entre las Rías Altas y las Rías Baixas que merece una parada. Su casco viejo, declarado bien de interés cultural, destila encanto por los cuatro costados. Destacan sus construcciones de piedra y, en especial, los soportales marineros de las viviendas, en cuyos bajos de arreglaban los aparejos de pesca.

Caminando por sus calles y plazas descubrimos tesoros como un crucero del siglo XVII y una fuente de cantería, además de numerosas tabernas en las que detenerse. Vale la pena acercarse también hasta el Ayuntamiento, que ocupa uno de los edificios monumentales de la villa, o el mercado de abastos.

Aprovecha la ocasión para disfrutar de un buen chapuzón. Muros tiene nada más y nada menos que 25 kilómetros de costa con interminables playas. Sólo tienes que elegir la que más te guste. Tras el baño, se impone reponer fuerzas y, para ello, nada mejor que sentarse alrededor de una mesa con un buen plato de marisco.

Combarro (Pontevedra)

Cruces y hórreos en la villa de Combarro (Pontevedra)

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La última etapa de nuestra particular ruta tiene como destino uno de los pueblos más bonitos y mágicos de la costa de Galicia: Combarro. Se encuentra a un centenar de kilómetros de Muros, y a una decena de Pontevedra, y estamos completamente seguros de que no te dejará indiferente.

No olvidarás el puerto, las casas de piedra, madera y teja del casco viejo ni, sobre todo, la hermosa silueta que dibujan los hórreos y cruceros al borde de la ría. Y es que esta sorprendente localidad cuenta con alrededor de 60 de estas construcciones típicamente gallegas destinadas al almacenaje de grano, perfectamente conservadas.

Declarado conjunto histórico, artístico y pintoresco, es un auténtico museo al aire libre que atrae a numerosos viajeros. Deambula por sus calles con los ojos bien abiertos; acércate hasta la ría cuando baje la marea y contempla cómo los pescadores ponen a punto redes y enseres para la faena. Su recuerdo te acompañará durante tiempo.