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Fontainebleau, ocho siglos de presencia real, entre fastos y derrotas

Castillos y palacios de la región parisina (10)

El palacio al sur de París surgió en la Edad Media, fue cárcel del papa Pío VII y residencia de Napoleón

Vista del histórico palacio de Fontainebleau

Fortgens Photography / Getty Images

Todas las dinastías francesas, durante casi ocho siglos, habitaron en algunos periodos el palacio de Fontainebleau, a unos sesenta kilómetros al sur de París, lo que le convierte en uno de los epicentros de la historia nacional. Reyes y emperadores, desde la edad media hasta la segunda mitad del siglo XIX, contribuyeron a su arquitectura, su decoración interior y sus jardines. En 1981, la Unesco lo declaró patrimonio de la humanidad.

Un primer château se levantó en Fontainebleau a principios del siglo XII. El rey Felipe Augusto festejó en este palacio su retorno de la tercera cruzada, en la Navidad de 1191. Unos años antes, Thomas Becket, el arzobispo de Canterbury, que se hallaba exiliado en Francia, había consagrado la capilla. Todos los monarcas, hasta el final del Antiguo Régimen, construyeron ampliaciones, nuevas alas, hasta un total de más de 1.500 estancias. Sobresalen los salones de María Antonieta.

La escalinata del palacio ha sido testigo de la recepción de Enriqueta de Francia, reina de Inglaterra, o la boda de Luis XV con la princesa polaca Marie Leczinska

Durante la Revolución Francesa, el palacio de Fontainebleau sufrió numerosos desperfectos. Gracias a Napoleón, recuperó un nuevo lustre. El emperador hizo instalar una grandiosa sala del trono y una serie de apartamentos. Fontainebleau sirvió de lugar de reclusión del papa Pío VII, que había sido hecho prisionero por las tropas napoleónicas, en Roma, y trasladado a Francia. El pontífice permaneció 19 meses.

Napoleón III, que nació en el palacio, quiso también dejar su sello y añadió una sala de teatro a las instalaciones. Estaba inspirada en la ópera real de Versalles. Durante la II Guerra Mundial, bajo la ocupación alemana, los nazis organizaron allí algunos conciertos. Hace unos años el teatro fue restaurado, gracias al mecenazgo de Abu Dabi.

En la escalinata del palacio de Fontainebleau Napoleón I se despidió de su guardia pretoriana antes de partir hacia Elba

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Uno de los lugares más conocidos del palacio de Fontainebleau es la escalinata monumental, en forma de herradura, construida en 1634. Su gran anchura se debe a que fue concebida para que pudieran subir y bajar incluso carrozas. La escalinata ha sido testigo de acontecimientos históricos como la recepción de Enriqueta de Francia, reina de Inglaterra, o la boda de Luis XV con la princesa polaca Marie Leczinska. Uno de los episodios más recordados ocurrió el 20 de abril de 1814. Napoleón I había abdicado. Desde lo alto de la escalinata, Bonaparte se despidió de los soldados de su guardia pretoriana antes de partir hacia su exilio en la isla de Elba. Desde aquel día, el patio de honor frente a la escalinata fue bautizado “el patio de los adioses”.

El château posee una de las colecciones de mobiliario antiguo más preciadas de Francia, así como pinturas, esculturas y otras obras de arte que van desde los siglos VI al XIX. Se cree que en Fontainebleau se perdió un cuadro de Leonardo da Vinci, Leda y el cisne. El recinto alberga hoy cuatro museos. Uno de ellos es el Museo Chino, creado en 1863 por la emperatriz Eugenia para exponer en botín de la expedición francobritánica de 1860, que saqueó el Palacio de Verano de Pekín. A los bienes de este expolio se añadieron los regalos que trajeron los embajadores reino de Siam, que fueron recibidos en Fontainebleau en 1861.

Jardines del palacio de Fontainebleau

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El parque del palacio es una parte irrenunciable de la visita. Se extiende por más de 80 hectáreas, con los clásicos parterres a la francesa y zonas de estilo inglés. Un gran canal, de 1.200 metros de longitud, se avanzó medio siglo al de Versalles. Esta obra hidráulica, alimentada por diversos acueductos, pronto se convirtió en una atracción para los visitantes porque permitía el paseo en embarcaciones. Luis XIII lo hizo incluso a bordo de una galera.

Fontainebleau es escenario periódicamente de recreaciones históricas, como una reciente, que duró dos días, sobre la estancia de Napoleón y Josefina, en 1809, después de una campaña victoriosa contra Austria. La pareja pasaba por una fase crítica de su relación. El emperador estaba decidido a separarse, porque ella no le había podido dar hijos. Pese a las tensiones matrimoniales, la pompa y la fiesta no se detenían. Cada noche había baile, música y espectáculo. La corte era numerosa. En el palacio vivía un millar de personas y otras cuatro mil fuera de sus muros, en la ciudad.

El gran canal del palacio de Fontainebleau alcanza los 1.200 metros de longitud

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