Loading...

Jiva, la ciudad de los algoritmos

Asia

El ‘padre del álgebra’, Al-Juarismi, es un héroe nacional en Uzbekistán

Estatua de Al-Juarismi ante las murallas de la ciudad uzbeka de Jiva

S. P.

Estas últimas semanas las bibliotecas catalanas están más concurridas de lo normal. Miles de estudiantes de 4º de ESO hincan los codos para las pruebas de Competencias básicas, los días 13 y 14 de febrero. Muchos, calculadora en mano, se preparan para enfrentarse a su cruz: las mates, con enunciados del tipo: “Cuando los estudios se lo permiten, Lorena ayuda a sus padres en la encuadernación artesanal de libretas. Lorena toma 63 hojas y hace 4 libretas con el mismo número de hojas. Si le sobran 3, ¿cuántas hojas tiene cada libreta?”.

Las preguntas sobre álgebra –como esta sencilla ecuación del año pasado– se esfuerzan en demostrar su aplicación práctica. En realidad, así nació esta rama de las matemáticas: para resolver cuestiones cotidianas.

La hermosa ciudad presume de haber visto nacer a Al-Juarismi, a finales del siglo VIII

Desde que en el siglo IX el álgebra se utilizase para las herencias, la partición de tierras, en los juicios y en el comercio, ha evolucionado hasta convertirse en un instrumento imprescindible del siglo XXI. Los algoritmos condicionan hoy tanto las búsquedas en Google como la popularidad y la gestión de la información en las redes sociales: Instagram, Twitter, Facebook...

Ni en sueños lo hubiese podido imaginar su ‘padre’. Se llamaba Al-Juarismi, nombre que se adaptó al latín como Algoritmi. De aquí deriva ‘algoritmo’.

La ciudad del álgebra

En la república ex-soviética de Uzbekistán se le venera como a un héroe nacional. Y la hermosa ciudad que presume de haberle visto nacer, a finales del siglo VIII, es Jiva; antiguamente, Juarism (el nombre Al-Juarismi significa “de Juarism”). Una estatua del erudito preside la entrada a sus murallas, como muestra la imagen que encabeza este artículo. También hay un pequeño museo dedicado a su obra en la madrasa Matpana Baya. Y es más: a finales de los 70, el municipio reivindicó al ‘padre’ del álgebra con una conferencia sobre algoritmos.

Plato de cerámica con la efigie de Al-Juarismi, en la madrasa Matpana Baya de Jiva

S. P.

Poco se sabe, en realidad, de su vida y mucho, en cambio, de su obra. Según un historiador coetáneo, Al-Tabari, habría nacido cerca de Bagdad y llevaría el apellido Al-Juarismi por su padre o por su abuelo. En cualquier caso, fue en Bagdad en donde desarrolló su obra. Concretamente en la llamada Casa de la Sabiduría. Al-Juarismi dio nombre al álgebra a partir de uno de sus tratados, fue el gran difusor de los números hindús (0, 1, 2, 3...) y fijó su valor posicional (6.000, 60, 0,6, etc.), entre otros logros. Sus estudios se convirtieron en la principal fuente de conocimientos matemáticos entre Oriente y Occidente durante la edad media. De hecho, las universidades europeas los emplearon hasta el siglo XVI.

Sin embargo, es Jiva quien reivindica su nombre como seña de identidad. Su centro histórico –patrimonio mundial de la humanidad desde 1990– luce atractivos monumentos bastante bien conservados (por lo menos, en su exterior). Eso sí: poco queda de lo que pudo haber visto en su niñez Al-Juarismi...

Pasen y vean

El monumento más antiguo que se mantiene en pie es el mausoleo de Sayid Alauddin, de 1303. Se erigió en honor de un famoso jeque sufí de la época.

Vista general de Jiva con el mausoleo en segundo plano, frente a los árboles

S.P.

La mezquita de los Viernes se sostiene sobre 215 columnas de madera, algunas de ellas originales del s. X. Sin embargo, el edificio actual es del XVIII.

Columnas labradas, y en varias partes quebradas, de la mezquita de los Viernes

S. P.

El santo patrón de Jiva, el filósofo y poeta Mahmud Pahlavon, fue enterrado en 1326. Pero el mausoleo actual data del s. XIX. Su sacrófago está revestido de hermosos azulejos.

Los vecinos de Jiva veneran aquí a su santo patrón

S. P.

Aunque la mezquita Ak empezó a construirse en 1647, no se completó hasta dos siglos después. Utilizada para las cinco plegarias diarias, tiene un diseño austero, sin grandes ornamentos.

En el centro de la imagen, un poco a la izquierda, sobresale la sencilla cúpula de la mezquita Ak sobre un piso cuadrado pintado de blanco

S. P.

La madrasa de Mohamed Rajim Kan, edificada en el s. XIX, sorprende por su enorme portal y el llamativo añil de sus azulejos. Dentro hay un pequeño museo dedicado al mandatario que le da nombre, quien se rindió al imperio ruso en 1873.

La entrada a la madrasa de Mohamed Rajim Kan, profusamente ornamentada

S. P.

El palacio de Tosh-Hovli, construido en 1841, tuvo 150 habitaciones y una decena de patios. El kan (soberano) de Jiva albergaba en él su numeroso harén.

Detalle del patio del harén del palacio de Tosh-Hovli

S. P.

El minarete Islam-Hoja sobresale en el paisaje de Jiva desde principios del s. XX. Con sus 56 metros de altura , ofrece las mejores vistas de la ciudad. Eso sí, el ascenso puede resultar penoso: los escalones son irregulares y en muchos tramos apenas entra luz...

El minarete Islam-Hoja es un punto de referencia en Jiva

S. P.

El “minarete corto”, Kalta Minor, es también todo un símbolo de la ciudad. Según la leyenda, el kan de Bujara –una urbe rival de la época de la Ruta de la Seda–, impresionado por sus dimensiones, ordenó a su arquitecto erigir otro para él. Pero en cuanto el kan de Jiva se enteró, mandó matarlo una vez completada la construcción. El arquitecto optó por poner pies en polvorosa antes de terminarla.

El colorido Kalta Minor

S. P.

El minarete inconcluso mide 29 metros. Pongamos 30 para redondear... Y he aquí el reto final: si se llegó a esa altura entre 1852 y 1855, ¿en qué año se habrían logrado los 70 metros previstos, de haberse mantenido el ritmo de construcción?