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Frías, una población de armas tomar

Pueblos

El pequeño núcleo burgalés traslada al visitante a los tiempos de la Reconquista en el siglo VIII

Vista panorámica de FrÍas

Vitor Ribeiro / vector99

¡Qué relajante es la vida en la ciudad! Ya saben, el aroma del trigo, el murmullo del agua, el trino de los pájaros... Ni siquiera hay contaminación gracias a una circulación escasa, que solo se complica un poco cuando alguna oveja se aturulla en plena calle. En eso pienso mientras me encamino al castillo de Frías , una minúscula ciudad con apenas 284 habitantes. Dicen que es la más pequeña de España. La categoría urbana se la concedió el rey Juan II de Castilla en el año 1435.

La historia de Frías está marcada por su emplazamiento a orillas del río Ebro. Cuando empezó la Reconquista, en el siglo VIII, el valle fue la válvula de expansión para el reino de Asturias. Esta comarca, las Merindades , fue la primera que los campesinos cristianos reocuparon en su avance hacia el sur de la cordillera Cantábrica.

Por eso se considera la cuna de Castilla, su origen y esencia. También fue el cauce elegido una y otra vez por las tropas andalusíes para golpear el corazón de la resistencia asturiana, saqueando los territorios cristianos a su paso. Los monarcas asturianos levantaron una serie de fortalezas en la zona. Su propósito no era tanto contener a los ejércitos islámicos, una meta imposible, sino advertir a la población civil de la llegada del enemigo, dándole la oportunidad de refugiarse en las montañas cercanas.

El pequeño núcleo burgalés de Frías

Vitor Ribeiro / vector99

Entro en el castillo de Frías por un puente levadizo sobre un foso excavado en la roca. Altos muros con almenas y saeteras dibujan el perímetro. El baluarte se construyó en el siglo X y se alza sobre una peña, la Muela, que no solo domina el núcleo, sino todo el Valle de Tobalina . Durante décadas ejerció la función de torre-vigía, hasta que Alfonso VIII aumentó su valor estratégico.

El soberano guerreaba entonces con los musulmanes mucho más al sur -los derrotó en las Navas de Tolosa (Jaén) en 1212-, pero tenía pendencias con el reino de Navarra y con el señorío de Vizcaya, que amenazaban su retaguardia. De ahí la importancia de un bastión que dominase el valle del Ebro.

La fortificación actual no impresiona por sus dimensiones, se nota que no se creó para albergar a una guarnición muy numerosa. Sin embargo se aproxima mucho al arquetipo de castillo fiero que interiorizamos durante la infancia, un lugar predestinado a terribles asedios y fabulosas heroicidades.

Llama especialmente la atención la torre del homenaje, encaramada sobre un peñasco con aire de avispero. Visible desde casi todo el pueblo, propaga cierta sensación de inestabilidad, como si se pudiera precipitar en el vacío en cualquier momento. Transmite la precariedad de aquellos campesinos medievales, quienes vivieron siempre con las cosechas en suspenso y los bártulos a punto ante las feroces incursiones del enemigo. En torno al patio de armas permanecen los restos de graneros, bodegas... En la parte más meridional se agrupaban las dependencias residenciales.

Torre del homenaje en las paredes de la fortaleza en Frías

mmeee / Getty Images/iStockphoto

En 1199 sucedieron dos hechos políticamente trascendentales para Frías: Castilla derrotó a Navarra, y conquistó Álava y Guipúzcoa. Alfonso VIII aprovechó la ocasión para consolidar el crecimiento de las comarcas del alto Ebro, impulsando el desarrollo de municipios poderosos y la fundación de monasterios. El soberano concedió un fuero (ordenamiento jurídico propio) a Frías que la convirtió en centro comercial, viario y defensivo, y otorgó inusuales libertades a sus vecinos, a quienes eximió del pago de varios impuestos (“Todo aquel que tuviere casa y morase en Frías no pagará por sus heredades ni tampoco portazgo en todo el reino”).

También explicitó que el merino o representante real tendría que ser un vecino de la localidad, y que los fredenses elegirían a su alcalde. Incluso fijó por escrito los días y el emplazamiento de los dos mercados locales, afirmando así la capitalidad comarcal. Además concedió al núcleo el estatuto de “villa”. Todas esas medidas propiciaron la llegada de colonos a una población que creció y prosperó. Involucrado en su plan, Alfonso VIII visitó Frías repetidas veces para cerciorarse de su buen funcionamiento. Fue la niña de sus ojos.

El núcleo actual conserva, en buena parte, el mismo aspecto que debió de tener en aquella época, con calles empedradas, casas de adobe con traviesas a la vista, o de toba con balcones de madera, techumbres de teja... Es un pueblo muy cuidado, que se sabe bonito y se arregla para gustar. Además, atesora una vistosa muestra de la arquitectura popular de la zona.

Casas colgantes ciudad medieval de Frías en Castilla

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Algunas de sus viviendas aprovechan el exiguo espacio que les brinda la Muela, la masa rocosa sobre la que se asienta la parte alta de la ciudad. Aferradas a la pared, parecen formar parte del precipicio. Se conocen popularmente como las “casas colgadas” y son un ejemplo extremo de urbanismo adaptado al terreno, un condicionamiento que no les impide superar las dos plantas de altura. Desde el lado sur de Frías se disfruta de una panorámica sorprendente de esas casas colgadas.

El pórtico de la iglesia de San Vicente fue el lugar señalado por Alfonso VIII para la celebración de los juicios públicos. El templo se construyó originalmente en estilo románico, pero ha perdido esa prestancia: la almenada torre original se desmoronó en 1906, hundiendo parte del complejo en su caída. Además, el pórtico románico fue vendido y trasladado al neoyorquino museo The Cloisters, donde hoy se exhibe. Como consecuencia de ese desguace, el valor de la iglesia radica más en los objetos y las obras de arte que atesora que en el edificio propiamente dicho. No se pierdan, por ejemplo, el retablo que adorna la capilla de la Visitación: lo pintó Juan de Borgoña en el siglo XVI.

La iglesia parroquial de San Vicente y San Sebastián, Frias Burgos

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Frías tiene más iglesias, signo inequívoco de su pujanza medieval. Por desgracia, San Vitores también ha sufrido el maltrato del tiempo. Reconvertida en almacén durante siglos, la parte más notable que perdura es la portada gótica meridional, sobre la que se alza una preciosa espadaña.

El convento de Vadillo se fundó por iniciativa de Alfonso VIII. El soberano deseaba contrapesar la influencia del vecino monasterio de Oña, que acataba la autoridad del reino de Navarra. Acogió a una comunidad monástica hasta la desamortización de Mendizabal, ya en 1836. Quedan parte del claustro, varias capillas y la iglesia gótica, aceptablemente conservada.

La desamortización también afectó al convento de San Francisco, que llegó a albergar a una comunidad formada por 20 frailes franciscanos. Abandonado en el siglo XIX, sus dependencias se transformaron en cocheras y almacenes. Hoy se puede visitar la iglesia, de una sola nave, en cuyos muros todavía se distinguen los restos de sepulcros góticos.

Abandono Frías por uno de sus monumentos más llamativos: el puente medieval sobre el río Ebro. Se construyó inicialmente en la época romana, para facilitar el tránsito fluvial por la calzada que comunicaba la Meseta y la costa cantábrica. Luego se reconstruyó íntegramente en tiempos de Alfonso VIII. Mide 143 m de largo y tiene nueve arcos. Una torre de planta pentagonal cierra su centro. Defendió el cobro del pontazgo o derecho de paso, aplicado sobre todo a los grandes rebaños de ovejas merinas durante la trashumancia. Se considera uno de los mejores puentes fortificados que hay en España.

Puente medieval sobre el río Ebro de 143 metros de largo y 9 arcos

mmeee / Getty Images/iStockphoto

La ciudad de Frías fue declarada Conjunto Histórico Artístico en 1972 debido a su valor monumental. La Oficina de Turismo local organiza recorridos guiados por el núcleo; requieren concertación previa.

Frías está a 80 km de Burgos y 73 km de Vitoria-Gasteiz. Merece la pena aprovechar su visita para explorar otras poblaciones cercanas, como Oña o Poza de la Sal.

Frías está a 80 km de Burgos y 73 km de Vitoria-Gasteiz