La oposición en Corea del Sur registra una moción contra el presidente tras su efímera ley marcial

Corea del Norte como pretexto

La oposición en Corea del Sur registra una moción contra el presidente tras su efímera ley marcial
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Anoche, Corea del Sur vivió uno de los momentos más tensos de su historia reciente

Corea del Sur regresó este martes por la noche a los turbulentos años ochenta. El presidente Yoon Suk-yeal decretó la ley marcial y ordenó al ejército que se hiciera con el control del Parlamento y los medios de comunicación. Aun así, con los accesos al edificio bloqueados por las fuerzas de seguridad, los diputados sacaron adelante una sesión extraordinaria en la que votaron en contra de la ley marcial. Este miércoles ha trascendido que los partidos de la oposición han registrado una moción de censura para destituir a Yoon. 

Yoon Suk-yeol se dirigió a la nación pasadas las 10 de la noche. Poco después, el ejército empezó a rodear el Parlamento, disuelto por el presidente, que también declaró que el derecho de manifestación y asamblea quedaba suspendido y la difusión de noticias, bajo censura.

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Yoon justificó la suspensión del orden constitucional, paradójicamente, como necesaria para salvaguardar “la democracia liberal”. Según él, amenazada por “los comunistas partidarios de Corea del Norte” y “los enemigos del Estado”, a los que ha prometido “erradicar”.

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Un helicóptero sobrevuela la Asamblea Nacional en Seúl poco después de que el presidente surcoreano, Yoon Suk Yeol 

YONHAP / EFE

Esta retórica propia de la guerra fría no se refiere, sin embargo, a ningún comando subversivo a las órdenes del dictador norcoreano Kim Jong-un, sino al Parlamento de Corea del Sur, en el que el partido de Yoon se encuentra en minoría. La imposibilidad de aprobar los presupuestos habría colmado la paciencia del presidente derechista.

A pesar del cordón militar, los diputados permanecieron dentro del Parlamento, desafiando la prohibición. Pasada la medianoche, el presidente de la Asamblea compareció para comunicar que los representantes de la soberanía nacional acababan de declarar ilegal la ley marcial. Se abría aquí un choque de legitimidades que, a juzgar por la historia de Corea del Sur, podría terminar expresándose en la calle.

Las manifestaciones en este país, que en 1987 se convirtió en una democracia parlamentaria, no suelen ser muy numerosas, pero sí muy influyentes.

Tras la votación de la Asamblea

De madrugada, Yoon anunció que pondrá fin a la ley marcial cuando se reúnan los miembros del Gobierno

Ya de madrugada, y entre el caos institucional, Yoon anunció que pondría fin a la ley marcial una vez que se reúnan todos los miembros del Gobierno, según la agencia surcoreana Yonhap, asegurando que las tropas que se ocupaban de garantizar la ley marcial se han retirado a sus cuarteles. Además de mencionar el bloqueo de los presupuestos, en su primera alocución Yoon también citó como causa de su decisión una moción del Partido Democrático para destituir a varios fiscales. Estos llevan meses empeñados en inhabilitar al jefe de la oposición, Lee Jae Myung, condenado hace quince días a un año de prisión “por violar la legislación electoral”. Lee sufrió un atentado con arma blanca hace unos meses.

“Tanques, vehículos blindados de transporte de tropas y soldados con pistolas y cuchillos gobernarán el país”, denunció en directo en las redes Lee Jae Myung, líder del Partido Democrático. “La economía de la República de Corea se hundirá irremediablemente. Conciudadanos, acudid a la Asamblea Nacional”.

El llamamiento lo atendieron cientos de personas que se apostaron junto a los autobuses que las fuerzas del orden habían colocado en los accesos al Parlamento a modo de barricadas y exigieron la dimisión de Yoon.

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Gente protestando frente a la entrada de la Asamblea Nacional en Seúl después de que el presidente Yoon Suk Yeol declarara la ley marcial 

JUNG YEON-JE / AFP

El presidente contraatacó desde la televisión. “Están saboteando la libertad y la felicidad de nuestro pueblo”, dijo en referencia a los legisladores del centro-izquierda.

Yoon, que fue fiscal general del Estado, se impuso por sorpresa en las presidenciales del 2022, pero su popularidad ha ido cayendo en picado, lastrada todavía más por la de la primera dama, implicada en un pequeño escándalo de corrupción. Yoon se vio obligado a aceptar que una oficina especial supervisara las actividades oficiales de su esposa.

La democracia llevaba treinta años de aparente buena salud en Corea del Sur, tras décadas de dictaduras militares más o menos encubiertas.

Reacciones

El golpe se suma al desconcierto global, con tropas del Norte luchando en Kursk

Los sucesos de este martes, sin embargo, abren interrogantes sobre su grado de consolidación. En este sentido, será crítico el papel de la embajada de Estados Unidos, auténtico kilómetro cero de Seúl desde los años cincuenta.

El trauma de la guerra y de la división del pueblo coreano en dos estados antagónicos sigue sin cerrarse desde entonces. Sin ninguna duda, el presidente Yoon ha aprovechado para dar su golpe de mano un momento de gran desconcierto internacional, con tropas norcoreanas aparentemente fogueándose en la provincia rusa de Kursk.

La semana pasada, el ministro de Defensa de Ucrania se reunió con Yoon en Seúl y, acto seguido, una delegación militar rusa se encontró con Kim Yong -un en Pyongyang, aparentemente para negociar el traslado de más soldados norcoreanos.

La popularidad del presidente golpista
ha ido cayendo desde que en el 2022 ganó por sorpresa en las urnas

La agencia de noticias Yonhap citó a los militares surcoreanos diciendo que se prohibirían las actividades del Parlamento y los partidos políticos, y que los medios de comunicación y las editoriales estarían bajo control marcial.

En realidad, Yoon no mencionó ninguna amenaza concreta de Corea del Norte, que posee armas nucleares, sino que se centró en sus oponentes políticos internos.

Si los valedores internacionales de Corea del Sur llegan a la conclusión de que se trata de una argucia partidista, las credenciales democráticas de Yoon quedarán dañadas de forma irreparable. Las movilizaciones populares podrían hacer el resto.

Yoon ha estado muy cómodo, durante dos años, elevando el tono de la confrontación con los comunistas del Norte. En breve podría darse el caso de que solo una verdadera conflagración a gran escala –o su amenaza– pueda salvarle de sus problemas domésticos. Los que le crea la oposición y los que multiplica él solo. De momento, matando moscas a cañonazos.

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