El reto de ver fauna salvaje en el paraíso natural de los Montes de Toledo
Salvajes
El hábitat de especies amenazadas como el águila imperial ibérica, el lince ibérico, el buitre negro o el águila perdicera
Hay calamidades afortunadas, créanme. Sucedió cuando la industrialización pasó de largo de la comarca de los Montes de Toledo. Fue una gran desgracia, sin duda: muchos vecinos emigraron, los municipios se despoblaron, la agricultura se redujo al mínimo, al cultivo de las tierras más próximas a los vecindarios. El resto del territorio devino un gran vacío humano... donde la fauna creció y se multiplicó. Hoy es una gloriosa anomalía, un paraíso salvaje, el hogar para varias de las especies más amenazadas de extinción en nuestro planeta: águila imperial ibérica, lince ibérico, buitre negro, águila perdicera...
Quien anhele ver estos animales, hará bien en caminar, aguzar la vista, cerrar la boca y proveerse de suerte. La mayoría son tímidos y esquivos, prefieren pasar desapercibidos. El Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, responsable de los parques nacionales españoles, propone varios recorridos senderistas por el entorno de Cabañeros , con diversas longitudes y niveles de dificultad.
Tanta riqueza natural ha impulsado la protección de muchos espacios en la comarca de los Montes de Toledo, hasta 12, todo un récord; el 30 % de su superficie. La estrella es el parque nacional de Cabañeros, declarado el 20 de noviembre de 1995, y que incluye 2.972 hectáreas de nuestra comarca. Paradójicamente, el paraje estuvo en un tris de convertirse en campo de tiro del Ministerio de Defensa en 1987. Querían bombardearlo, las movilizaciones ecologistas lo evitaron.
La cordillera de los Montes de Toledo festonea el sur del territorio comarcal. Sus elevaciones son modestas ―la cúspide local, el monte Rocigalgo, solo tiene 1.447 metros de altitud―, pero tiene un valor incalculable por ser el hábitat de tres especies puestas contra las cuerdas: el águila imperial ibérica, el lince ibérico y el buitre negro. Vayamos por partes.
La península Ibérica acapara las 483 únicas parejas reproductoras de águila imperial ibérica (Aquila adalberti) que existen ―son muy pocas, pero en 2004 apenas quedaban 194; mejoramos―. Casi un tercio de las parejas actuales, 150, anidan en Castilla-La Mancha, y diez tienen su residencia permanente en Cabañeros y aledaños. Es, por tanto, uno de los mejores destinos para admirar su majestuoso vuelo.
La población de lince ibérico (Lynx pardinus) bajó de 100 ejemplares en 2002, concentrados en Doñana y Sierra Morena; la especie desapareció totalmente de los Montes de Toledo, no quedó ni un lince vivo. Desde entonces, el Estado ha impulsado su cría en cautividad y la posterior liberación de individuos en sus hábitats naturales. Los últimos cuatro años se han reintroducido decenas de ejemplares adultos en los Montes de Toledo, donde en 2017 ya nacieron 18 cachorros en libertad. Unos 450 linces ibéricos campan hoy a sus anchas por España.
El entorno de Cabañeros, por fin, concentró 216 parejas reproductoras de buitre negro (Aegypius monachus) en 2017, que sacaron adelante 187 pollos ese año. La población de la rapaz en los Montes de Toledo es la segunda de España, solo superada por Monfragüe (Cáceres).
Al norte de los Montes de Toledo se extiende una meseta adehesada que llega hasta la orilla del Tajo, el límite septentrional de la comarca. Alcornoques y encinas conviven aquí con cereales y pastos. En este entorno abundan los ciervos comunes (Cervus elaphus), y también sus predadores más feroces, los cazadores. El águila perdicera (Aquila fasciata), otra rapaz en peligro de extinción, tiene una de sus poblaciones mejor conservadas, con diez parejas reproductoras. La cigüeña negra (Ciconia nigra), por su parte, se siente tan a gusto que inverna en la comarca, en vez de migrar a África como debieran ordenarle sus instintos y la memoria genética.
Los humedales y embalses locales, como el monumento natural de las Barrancas de Castrejón y Calaña, acogen gran cantidad de aves acuáticas, como el cormorán grande (Phalacrocorax carbo) o el martinete común (Nycticorax nycticorax). Entre los peces, la pardilla (Iberochondrostoma lemmingii) tiene en esta comarca el límite oriental de su distribución mundial, mientras que el jarabugo (Anaecypris hispànica) es una especie endémica. En las mismas aguas pero sin plumas nadan la nutria europea (Lutra lutra) y el sapo partero ibérico (Alytes cisternasii). Y frecuentan las orillas la salamandra común (Salamandra salamandra), el lagarto verdinegro (Lacerta schreiberi) y el caballito del diablo (Coenagrion mercuriale).