Qué ver en Girona en 3 días
Escapadas de Vanguardia
Gastronomía, historia y romanticismo pincelan los encantos de una ciudad retratada por ‘Juego de Tronos’
Es posible que hayas visto rincones de Girona aún sin haber pisado sus calles. Si es así, quizá que confundas la Catedral con el Gran Septo de Desembarco del Rey o la Pujada de Sant Domènech con una empinada cuesta de Braavos. El culpable es, en efecto, la popularísima serie Juego de Tronos, que en su última temporada se desplazó a Girona para rodar en varias de sus localizaciones.
Un reclamo más para añadir a los encantos de una coqueta ciudad que crece a partir de su cuidado casco antiguo y el río Onyar. Una capital con alma de pueblo, estirada en orgullo pero escueta en dimensiones, que se puede recorrer apaciblemente en 36 horas, gozando de su cultivada historia y gastronomía.
Sábado
9.30 – Girona a vista de muralla
El viaje por la historia de Girona arranca en su muralla. Erigida en el siglo IX y declarada Bien de Interés Cultural desde 1967, es la muralla carolingia más extensa de Europa y en su rodeo sobre la ciudad se convierte en el mejor mirador de Girona.
Saborea el paseo, sin prisas, disfrutando de todas la panorámicas para hacerte una idea de cómo se construye Girona. Desde aquí es posible ver municipios vecinos como Sant Gregori o Santa Coloma de Farners, la montaña del Far o incluso el Montseny y, sin duda, toda la ciudad. Además, si te fijas bien desde algún mirador es posible divisar el estadio de Montilivi, el campo donde el FC Girona disputa sus partidos como local –estrenándose esta temporada en Primera División–.
11.30 – La historia real y ficticia
El periplo por la muralla, que se puede alargar tranquilamente un par de horas, puede culminar cuando quieras –hay varias salidas-, aunque nosotros te proponemos terminar en los Jardins dels Alemanys, en pleno barrio antiguo de Girona. Su gentilicio lo debe a los restos de la antigua caserna ocupada por soldados mercenarios alemanes destinados a Girona durante la conocida como Guerra del Francés (y que en el conjunto de España se le llama Guerra de la Independencia, entre 1808-1812)
Con la catedral como referencia, sigue por el casco histórico hacia la Plaça dels Jurats, escenario de espectáculos no sólo en la vida real, sino también en Juego de Tronos –como teatro de Braavos–. La Ciudad Libre de la ficción de George R.R. Martin también eleva un mercado en el Passeig Arqueológic y uno de sus principales personajes, Arya Stark, pasea sigilosamente por los Baños Árabes. Un tour por Juego de Tronos que, sin duda, también puedes disfrutar aunque no sigas la serie de HBO, y es que el barrio viejo ofrece un viaje inmediato al pasado con sus calles bañadas en estilo gótico y románico.
El paseo por la historia real y ficticia de Girona culmina en la Catedral de Santa Maria, buque insignia del núcleo histórico de la ciudad, que también aparece en las escenas de Juego de Tronos como el Gran Septo de Baleor, de Desembarco del Rey. Construida entre los siglos XI y XVIII, combina los estilos románico, gótico y barroco. La guinda del pastel es su inmensa nave levantada a caballo de los siglos XV y XVI y que constituye el espacio gótico abovedado más ancho del mundo gracias a sus 23 metros.
Actúa como contrafuerte de la nave gótica la Torre de Carlemany, de siete niveles en planta cuadrada. A su lado, si te fijas bien, verás la única gárgola con forma humana de toda la catedral. Cuenta la leyenda que tiempo atrás, había una bruja en Girona que tenía la costumbre de lanzar improperios e incluso piedras contra el edificio religioso hasta que un día, por gracia divina se convirtió en gárgola, tumbada y mirando al suelo, para que de su boca sólo saliera agua de entonces en adelante.
Al salir de la Catedral de Santa Maria no olvides cumplir con unos de los ritos de todo visitante en Girona: contar cuántos peldaños suma la gran escalinata frente a la fachada principal.
13.30 – La pluralidad gastronómica de la plaza de la Independència
Cruzando por primera vez, y no última, el río Onyar llegarás en apenas cinco minutos hasta la plaza de la Independència, una plaza cerrada con arcos y pórticos entre los que podrás encontrar una variada gama de propuestas de restauración: desde italianos hasta japoneses, pasando por diferentes ofertas más propias especializadas en pescado, pinchos o gastronomía catalana.
16.00 – Una tarde de cine
Después de comer el siguiente punto de destino es la plaza Mercadal. Para llegar, toma la coqueta calle de Santa Clara y goza de la digestión sin prisas hasta que llegues al Museu del Cinema.
El museo propone una vasta compilación que cose la historia del séptimo arte y la imagen en movimiento hasta la llegada de la televisión. Su gran impulsor fue Tomàs Mallol, cineasta gerundés que aportó gran parte de una colección que es considerada la más importante de España –y de las mayores de Europa– en aparatos de cine y precine.
El museo abre los sábados todo el día hasta las 20.00 horas y los domingos hasta el mediodía, a excepción de en verano, cuando amplía horarios. Su precio, 5 euros en entrada general. Si quieres cambiar de arte, entre la plaza y la calle se halla la mítica librería local Llibreria 22.
19.30 – Chocolate de L’Antiga y Rambla de la Llibertat
Vuelve a atravesar el río en dirección al Ayuntamiento de Girona, aunque una vez hayas llegado a la plaza del consistorio –la plaza del Vi–, el protagonismo no se lo lleve éste, sino el delicioso chocolate de la centenaria chocolatería L’Antiga. Toma asiento en su terraza, recoge tu chocolate y prepárate para un nuevo reto: en algún punto de la plaza del Vi hay otro rostro de piedra que, según la leyenda, responde a una nueva pena divina: se trata del Banyeta, que según el mito local, es un viejo usurero que se enriquecía a costa de los gerundenses. Ahora, añaden, vigila que los ciudadanos paguen los impuestos, aunque dicen que a aquél que toca su nariz se le perdonan sus deudas.
En paralelo al Ayuntamiento y al río Onyar discurre la Rambla de la Llibertat, el principal eje comercial de Girona, ideal para un tranquilo paseo mientras se aprecian las arcadas de la fachada de vestigios medievales de los edificios. Préstales atención, porque al final del último arco hallarás el mapa de una conocida capital europea pintado el siglo XIX –aunque restaurado hace tres décadas– como reclamo publicitario de una perfumería. ¿Eres capaz de decir de qué ciudad se trata?
21.00 - Cena en un rincón romántico
El casco antiguo de Girona está lleno de restaurantes para todos los gustos. Puedes pasar por el Vermutet para tomar una cerveza y abrir el apetito antes de enfilar las empinadas escaleras de la Pujada de Sant Domènech. Aquí se encuentra el Café le Bistrot, conocido por los locales como uno de los rincones más románticos de la ciudad. Siéntate en su terraza y disfruta de una bonita velada en un encantador e histórico entorno.
Tras la cena, puedes alargar la noche con una última copa en el Cu-cut, el Sunset Jazz o el Lola Café, aunque te advertimos que domingo tocará salir de la cama temprano para enfilar hacia una excursión mañanera.
Domingo
9.30 - Excursión por el entorno natural de Girona
Esta mañana toca excursión, pero no te asustes, el itinerario está al alcance de cualquiera. Parte desde el mismo centro de la ciudad, ya que el punto de salida es el monasterio benedictino de Sant Pere de Galligants, a escasos metros de la catedral, y representa uno de los monumentos más notables del arte románico catalán.
Sigue cuesta arriba por la calle Sant Daniel hasta que pases por el monasterio de monjas dedicado al mismo santo –Bien Cultural de Interés Nacional–, donde deberás desviarte por Tambor Ansó hasta alcanzar la calle Sant Miquel. No desistas, con un último esfuerzo ya estarás en la Font del Ferro, un paraje natural donde podrás disfrutar de tus dos kilómetros –en torno a media hora– de ascensión descansando en una zona de picnic, un portalón y, cómo no, una fuente. Una fuente que, por cierto, hace honor a su calificativo, con un gusto picante que evoca al hierro.
¿Cómo estás? ¿Todavía tienes fuerza para seguir la excursión? Los más atrevidos puede continuar hacia el Castell de Sant Miquel, a poco más de tres kilómetros –unos 50 minutos– de distancia. La subida es muy accesible para todos, aunque siempre es mejor acudir con calzado deportivo. El premio merece la pena y es que si el clima acompaña y el cielo es claro podrás ver una notable porción del Empordà y el norte de Catalunya, desde las islas Medes hasta los Pirineos. Tanto es así que aquí se eleva una antigua torre de vigía.
13.30 - Dos símbolos de Girona
Ya de vuelta hacia el casco antiguo de Girona echa un vistazo rápido a Sant Pere de Galligants –el punto de partida de la excursión–, un monasterio benedictino del siglo XII con una compleja estructura asimétrica y que hoy actúa como museo de arqueología y bellas artes.
Sigue descendiendo en dirección al río y tras rodear la Basílica de Sant Feliu podrás contemplar uno de los símbolos de Girona: la escultura del Cul de la Lleona, una figura de un león que escala por una columna con el rostro turbado. Se desconoce su significado y origen, aunque se ha convertido en un emblema de Girona por el rito ciudadano de encaramarse para besar su culo –unas escaleras facilitan el cometido desde hace un par de años–. Entre leyendas eróticas y escatológicas, en lo que coinciden los locales es que besar el culo de la leona garantiza volver a la ciudad.
Allí mismo hay uno de los locales de la franquicia gerundense König, un clásico local con una atractiva relación calidad-precio en su carta de tapas, platos combinados, ensaladas, bocatas y focaccias con amplia variedad de panes. Pide lo que te apetezca, pero no te pierdas sus deliciosas bravas.
16.30 - Una de las juderías más bien conservadas del mundo
En esta misma zona de Girona, entre las murallas y el Onyar, se encuentra uno de los barrios judíos mejor conservados del mundo, un laberinto de estrechos callejones y diminutos patios que trasladan al visitante a la época medieval. Entre sus puntos más destacados está la calle de la Força –arteria principal de la judería y antigua vía romana levantada sobre un camino aún más antiguo, denominado por los griegos como el Camino de Hércules–; la llamativa y empinada calle de Sant Llorenç; y la estrecha calle de Cúndaro.
17.30 - Los puentes de Girona
En paralelo a la calle de la Força discurre la siempre concurrida calle Ballesteries. En el centro hay otro icono de Girona: la casa-museo del arquitecto novecentista local Rafael Masó. Al final de esta vía es posible cruzar al otro lado del Onyar por el puente de Gómez –también conocido como puente de la Princesa–, construido con un solo arco a principios del siglo pasado. Desde allí sigue el paseo Canalejas y vuelve a tomar la calle Santa Clara desde la plaza de la Independència y no pierdas de vista los comercios de tu lado izquierdo. Y es que aquí está la famosa heladería Rocambolesc, de Jordi Roca, uno de los tres hermanos del Celler de Can Roca. Aprovecha la ocasión para saborear una de sus fantasiosas y gustosas creaciones. Allí también encontrarás referencias a Juego de Tronos (con el helado la Mano) y a la propia historia de Girona, con el que representa el Cul de la Lleona.
Con la energía del helado toca afrontar ya el tramo final de la ruta exprés por Girona. Un final para el que hemos guardado uno de sus elementos más emblemáticos: el puente de Eiffel y la postal de las casas del Onyar. Siguiendo a mano izquierda volverás a toparte con el río y el puente de las Peixeteries Velles, también denominado de Eiffel, ya que lo construyó a finales del siglo XIX la empresa del reputado ingeniero francés, el mismo que levantó la torre más famosa de París.
Las fotos en este puente de hierro rojizo son imprescindibles, aunque al acabar no guardes la cámara, porque a un lado se dibuja la que seguramente es la imagen más capturada de Girona: las casas del río Onyar, en una panorámica que plasma el curso fluvial y los coloridos edificios con la Catedral de Santa Maria como telón de fondo.
Una foto espectacular con la que puedes cerrar tu periplo por Girona. Pero si todavía te quedan unos minutos antes de emprender tu viaje de vuelta camina cinco minutos hasta un lugar mucho menos rutilante, pero muy curioso: la plaza de los Raïms, una plazoleta escondida en el casco antiguo a la que sólo se puede acceder desde la plaza de las Voltes d’en Rosés. Cuidado si sois muchos, porque la de los Raïms tiene la etiqueta de ser la plaza más pequeña de Europa con sus apenas 24 metros. Ya existía hace ocho siglos y debe su nombre a que era el escenario de un mercado de uvas. Un pequeño encanto antes de despedir el fin de semana en Girona.
En la confección de esta ruta nos ha guiado Carla de Puig, una compañera periodista que, aunque reside en Barcelona, no olvida su querida ciudad natal, Girona.
Ningún establecimiento mencionado en este artículo ha hecho aportación económica alguna para aparecer en la ruta, por lo que nuestras sugerencias proceden única y exclusivamente de la buena voluntad de nuestros guías para que los lectores disfruten al máximo de su viaje.