La propuesta de la Comisión Europea para etiquetar como verde o sostenible las inversiones en la generación eléctrica con gas y las nucleares está provocando un gran debate en Europa. Con este planteamiento, la receta para reducir las emisiones de gases y mitigar el calentamiento ya no tendría como pivote central las fuentes renovables y la eficiencia energética.
El aval al gas y las nucleares como tecnologías legítimas para la transición energética ha provocado un cisma en la UE, donde las posiciones son muy diferentes.
¿Son realmente útiles el gas y las nucleares para mitigar el cambio climático?, ¿encaja esta propuesta en el Acuerdo de París para reducir las emisiones de CO2?, ¿o lo contradice y desvirtúa?
La propuesta está recogida en el borrador del reglamento sobre taxonomía verde, un sistema de clasificación de la UE encargado de fijar la lista de actividades “sostenibles” y, por tanto, elegibles para la financiación con fondos verdes comunitarios y préstamos del Banco Europeo de Inversiones.
Es una derivada del Pacto Verde Europeo de la UE, destinado a lograr una economía con un balance de emisiones cero (descarbonización) para mitad de siglo. El reglamento fijará los criterios para guiar a las empresas y a los inversores nacionales e internacionales en estas estrategias.
Con esta normativa, obtendrían la etiqueta verde las nucleares que se construyan hasta 2045, así como las nuevas plantas de generación de electricidad con gas hasta 2030, siempre que emitan menos de 270g CO₂e/kWh.
Javier García Breva
Un "contrasentido"
Este planteamiento ha sido contestado por un manifiesto de más de 200 científicos, instituciones financieras y oenegés. En él recalcan que el gas fósil daña el medio ambiente y arguyen que su inclusión en la taxonomía sostenible supone “ignorar los importantes efectos ambientales del metano, cuyo impacto en el cambio climático es hasta 84 veces superior al de CO2 en un período de 20 años”, recalcan,
Javier García Breva, consultor en energía, recalca que este borrador “contraviene” las directivas europeas (2016) en las que se remarca que las fuentes renovables y la eficiencia energética “son el mejor instrumento, viable técnica y económicamente, para combatir el cambio climático”.
Por eso, juzga un “contrasentido” que esas directivas “pidan reducir las importaciones de combustibles fósiles, mientras que ahora se nos dice que sigamos invirtiendo en gas”.
Pedro Linares
"Estudiar caso a caso"
Sin embargo, en algunos países, la manera más eficaz de reducir las emisiones de CO2 puede ser la creación de infraestructuras de gas que suplan a las térmicas de carbón “manteniendo así la seguridad de suministro, si no es posible su plena sustitución por renovables”, según apunta Pedro Linares, profesor de la Universidad Pontificia Comillas-ICAI.
Este podría el caso de Polonia (país muy dependiente del carbón, combustible con elevadas emisiones). “Hay que ver caso a caso si los países necesitan esas inversiones, en nucleares o gas, para cumplir sus objetivos de descarbonización”, precisa Linares.
No obstante, para este experto es más complicado justificar un marchamo verde a las nuevas nucleares. Un principio de la taxonomía verde es que “no debe causar un impacto ambiental añadido”, lo cual excluiría a las nucleares, dado que su talón de Aquiles son los residuos radiactivos; pero el sector nuclear también puede contrarreplicar diciendo que también las fuentes renovables causan impactos. Se entraría así en los matices de un complejo balance. ¿Cuánto CO2 debe disminuir una nuclear para compensar los extracostes por custodiar los residuos durante cientos de años?
Ministra Teresa Ribera
"Ni son verdes ni sostenibles"
El Gobierno español está siendo el más activo a la hora de pedir la exclusión de la energía nuclear y la generación con gas entre las opciones verdes. Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica, afirma que ambas tecnologías pueden ser actores en la transición energética, pero con una duración temporal “limitada”, puesto que “ni son energías verdes ni sostenibles” y deben tener un tratamiento “aparte”, sin las ventajas de esa financiación.
Según la ministra, para considerar “verde” una actividad económica, sector o tecnología se debería demostrar “su contribución sustancial” a la mitigación del cambio climático (y siempre respetando el principio de “no ocasionar un daño ambiental significativo”: do not significant harm). Sin embargo, “las emisiones de metano” en la generación con gas y, por otra parte “los residuos de la energía nuclear ponen la cuestión ambas tecnologías dentro de la taxonomía verde”.
Emmanuel Macron
La energía nuclear, eje de la transición europea
El controvertido reglamento comunitario aún debe ser aprobado por el Consejo; pero provoca mucha división en la UE. El presidente francés, Emmanuel Macron, defiende que la energía nuclear tiene que estar en el centro de la transición energética de la UE porque ayudará a reducir las emisiones de CO2 y a ganar en independencia respecto a las importaciones de combustibles. Macron dice que no habrá transición energética si se cierran las nucleares y que las renovables “tienen una debilidad: son intermitentes”, según afirmó en Le Parisien.
Para él, cerrar las plantas de carbón sin el concurso de las nucleares abriría la puerta a una entrada masiva de gas, con lo que aumentaría la dependencia de las importaciones de Rusia. Francia se ha aliado con una decena de países (Bulgaria, Croacia, Chequia, Finlandia, Hungría, Rumanía...) para defender el sello verde para la nuclear.
El canciller Olaf Scholz (SPD)
Alemania se inclina por dar el sello al gas
En la posición contraria se sitúa Alemania, que ha completado su pacto para cerrar las centrales nucleares; España, con un calendario definido para cerrar sus siete reactores (el última, en 2034), y Italia, Luxemburgo, Dinamarca y Austria. Este último país ha amenazado incluso con plantear un litigio en los tribunales.
Alemania emerge como gran valedor del apoyo al gas (opción que tiene firmes partidarios también en los países del Este europeo), así como en Grecia, Chipre y Malta. Alemania, una vez ha renunciado a las nucleares y puesto fecha de caducidad al carbón en 2030, “tendría que construir nuevas centrales eléctricas de gas”, según explicó el nuevo canciller alemán, Olaf Scholz (SPD).
Una segunda oportunidad para la nuclear
Todo este nuevo escenario es visto como gran oportunidad por la industria nuclear, que ha sufrido fuertes reveses (Chernobil, Fukushima…) y un cierto descrédito por los largos plazos de ejecución: casi una losa. La última nuclear conectada, el Olkiluoto 3 de Finlandia, puso en marcha en diciembre tras 13 años de retrasos y sobrecostes multimillonarios.
“Lo que más nos inquieta es que se está tratando a la nuclear como una tecnología de transición, algo que para nosotros no es correcto. Ya se ha confirmado que la nuclear contribuye a reducir los efectos del cambio climático y, en segundo lugar, porque no causa ningún impacto significativo mayor; es asimilable al de las renovables”, explica a este diario Jessica Johnson, portavoz de Foratom, la asociación de empresas del sector nuclear europeo, que estudia la redacción definitiva del reglamento sobre taxonomía para evaluar sus consecuencias.
El gas y las bajas emisiones
Mientras tanto, el sector del gas destaca el papel que están jugando y pueden jugar las plantas de ciclo combinado (modernas térmicas de gas) como elemento de “respaldo en el proceso de transición energética, teniendo en cuenta la intermitencia de las renovables”.
Aduce, además, que la del gas es una tecnología “con bajas emisiones respecto a otras alternativas térmicas”, por lo que puede complementar la implantación masiva de las renovables en el sistema eléctrico. Así lo recuerdan fuentes de Enagás.
España teme perder fondos e inversiones
Sin embargo, otros sectores temen que Europa se desvíe de la senda virtuosa de París. “Europa debería no distraerse y apostar por una gran industria europea de baterías de almacenamiento. Con este plan erróneo, las inversiones se van a dirigir al gas y las nucleares, en lugar de centrarse en las baterías de almacenamiento”, dice Javier García Breva, que ya denunció en su idea que el Pacto Verde entronizaba el concepto de “neutralidad tecnológica”, la idea de que todas las tecnologías pueden servir en la transición energética, algo que juzga inaceptable.
La posición de España tiene una explicación clara. Si la UE avala la idoneidad del gas y las nucleares como opciones elegibles (susceptibles de recibir fondos europeos), las inversiones se desviarían en parte hacia estas tecnologías y no hacia las renovables, la gran apuesta española, con lo que estas fuentes limpias ya no serían la opción preferible más atractiva para las inversiones.
“La decisión de la Comisión Europea frenaría la tan necesaria inversión en almacenamiento de energía, hidrógeno, redes inteligentes y otras innovaciones que pueden permitir una mayor flexibilidad en la gestión de la demanda energética”, dice José Donoso, director general de la Unió Española Fotovoltaica (Unef).
Ecologistas en Acción alerta que si se aprueba este reglamento, “cientos de miles de millones de euros, tanto en inversiones privadas como dinero público, serían desviados, mediante subvenciones europeas y nacionales, hacia los combustibles fósiles, lo que agravaría más la crisis climática”.
Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecólogica
Dar señales “erróneas al mercado”
También la propia ministra Teresa Ribera ha indicado que incluir el gas y la nuclear en la taxonomía “supone dar una señal errónea para los mercados financieros y no aporta la necesaria claridad para enfocar los flujos de capital hacia la economía descarbonizada, resiliente y sostenible”, prevista en el Pacto Verde Europeo.
El sistema pretende restringir la etiqueta "verde" a los proyectos verdaderamente respetuosos con el clima, hacer más atractivas esas inversiones para el capital privado y acabar con el greenwashing (lavado de imagen, o lavado de cara verde)
La taxonomía de la UE se concibió como un intento de fijar estándares basados en la ciencia para evitar el lavado de imagen verde. Se diseñó como lista de la compras del futuro para que los inversores sepan qué inversiones son coherentes con el Acuerdo de París. “Pero con esta propuesta, la taxonomía en sí misma se convertiría en una herramienta de lavado de imagen”, señala el manifiesto de los científicos.
La Taxonomía de la UE puede ser un estándar global pero el riesgo es que se reduzca la ambición global y que se cree un precedente que haga que otros países cataloguen fósiles como sostenibles una amplia gama de inversiones en combustibles fósiles.
Fernando Ferrando - Fundación Renovables
"Alemania y Francia están encantadas con la propuesta, que les da la razón a las dos"
“No es posible construir nucleares si no se pone un precio desorbitado por el megavatio hora producido; y, en cuanto al gas, digan lo que digan, es un combustible fósil”, señala Fernando Ferrando, presidente de la Fundación Renovables, ex alto directivo de Endesa. “La propuesta me parece un paso atrás, porque niega alcanzado con la anterior Comisión Europea, y en el que quedaba clara la apuesta comunitaria por las renovables y la eficiencia energética”, explica Ferrando. “Alemania y Francia están encantadas con la propuesta porque de alguna manera a las dos se les da la razón”, añade Ferrando. La Fundación Renovables ya cuestionó el reglamento comunitario de taxonomía de mayo del 2020, al considerar que contenía algunos elementos imprecisos que inducían a la ambigüedad, al conceder el calificativo de “ambientalmente sostenibles” para aquellas inversiones “que contribuyan sustancialmente a una o varios objetivos ambientales y que no causan ningún perjuicio significativo”. Estos requisitos era una ambigüedad calculada, una entrada a caballo de Troya que ahora se ha ido concretando (el germen de la actual discusión). "Y la ambigüedad siempre favorece a quienes tienen la sartén por el mango"
Ignacio Araluce- Foro Nuclear
"Las nucleares no emiten CO2"
“Defendemos el papel de la energía nuclear en la transición energética; las nucleares no emiten CO2; y, dado que el cambio climático es la principal emergencia, es importante reconocer esta contribución es importante”, dice Ignacio Araluce, presidente del Foro Nuclear. “Las nucleares ofrecen un funcionamiento estable y sostenido, a diferencia de las renovables, que no dependen de las condiciones meteorológicas exteriores”, dice Araluce, convencido de que esta tecnología puede ser un soporte hasta que las renovables completen su expansión futura (lo cual exige fuertes inversiones en tecnología de almacenamiento, redes malladas y entrelazada...).
Araluce sostiene que la nuclear es competitiva, aunque “admite que los últimos reactores han salido caros”. “Han salido caros en Europa; no en todos los países del mundo; en el futuro serán mas competitivos”, añade. “La generación eléctrica con un panel solar es barata, pero si se considera en su conjunto (almacenamiento de la energía si es el caso, y horas en que no produce e interviene otra tecnología…) “los costes ya son totalmente diferente y son más altos; por eso decimos que la nuclear es competitiva”, añade.
El gas se presenta como energía de respaldo de las renovables
El sector del gas aduce que no siempre es posible disponer de energía renovable (por factores meteorológicos), por lo que defiende su utilidad como esta tecnología de respaldo. “El gas natural es determinantes para sustituir a la eólica, que suele reducir su producción en situaciones anticiclónicas y durante la ola de calor”, señalan fuentes cercanas a Enagás.
En el caso concreto de España, el gas natural cubre en gran parte el hueco dejado por el carbón y el cierre de las nucleares a medio plazo.
El Plan de Energía y Clima –el gran instrumento de descarbonización de la economía que aplica el Gobierno para el 2030- comportará que el 74% de la generación eléctrica procederá de las energías renovables, mientras que se prevé que la potencia instalada de los ciclos combinados se mantendrá en unos 26.000 MW (cifra similar a la actual). Por lo tanto, no requiere de nuevas inversiones en gas. Este sector ha puesto ha puesto el foco en los gases renovables (biogas/biometano) e hidrógeno verde, que podría canalizarse a través de las instalaciones de gas actuales, emplearse en la generación eléctrica y atender las necesidades futuras en sector donde no es nada fácil la electrificación (grandes industrias intensivos en CO2 y transporte marítimo y aéreo.
López de Uralde (UP) y Más País
"Ni el gas ni la nuclear deben formar parte de la nueva taxonomía verde europea"
“Está lejos de toda duda que el gas y la energía nuclear no pueden formar parte de la nueva taxonomía verde europea. La Comisión perdió una excelente oportunidad durante la COP26, de dar marcha atrás y seguir avanzando por la senda de una verdadera transición energética, limpia y 100 % renovable, y con su propuesta enviada el 31 de diciembre se ha equivocado de lleno”, señala Juantxo López de Uralde, el diputado verde de Unidas Podemos.
"Para impulsar las políticas climáticas y acelerar la transición verde que necesita el Planeta, ni el gas ni la nuclear pueden seguir recibiendo inversiones que deben ir a las energías renovables”, añade.
“Clasificar las inversiones en gas y energía nuclear como verdes contradice el Green Deal europeo. Greenwashing y Green Deal no van de la mano. Para respetar los acuerdos climáticos de Glasgow y hacer de la Unión Europea el primer continente climáticamente neutro, la Comisión debería orientar a los inversores hacia inversiones verdaderamente sostenibles". Así se manifiesta Más País-Verdes Equo.