Para mi pareja y para mí, este año era especial. Ambos cruzábamos la barrera de los 30. Y decidimos celebrarlo a lo grande, regalándonos una experiencia que siempre habíamos querido hacer: recorrer el norte de España en un vehículo camper.
Encontrar una furgoneta camperizada para alquilar puede ser toda una odisea porque hay diversas empresas y muchos modelos a escoger, cada uno con sus características. Finalmente, elegimos Roadsurfer. Además, en su web te muestran dónde puedes pernoctar con la furgoneta y te permite reservar directamente desde ahí.
La versión del VW Grand California era la TDI de 177 CV con cambio DGT
Los días previos a recoger nuestra camper pudimos familiarizarnos con ella con una serie de tutoriales online, y terminamos de completar la reserva. Decidimos ponernos a los dos como conductores; ninguno queríamos perdernos la experiencia de conducirla y al mismo tiempo queríamos poder relevarnos si necesitábamos descansar de estar al volante. Todo esto nos permitió tener una idea de cómo iba a ser nuestra casa sobre ruedas, pero también hizo mucho más real el viaje que nos esperaba.
Los días previos a recoger nuestra camper pudimos familiarizarnos con ella con una serie de tutoriales online
Por fin, llegó el día de ir a recoger nuestra Volkswagen Grand California. Los empleados de Roadsurfer pusieron a nuestra disposición utensilios varios como lavaplatos, jabón o papel higiénico, que otros viajeros habían cedido de sus anteriores viajes para que los nuevos usuarios los pudieran usar. Nos pareció una bonita iniciativa que evita el desperdicio y favorece la sostenibilidad. Tras resolver las últimas dudas que teníamos, nos pusimos en marcha.
El Volkswagen Grand California está equipado con todo lo necesario
Nunca habíamos conducido una furgoneta de ese tamaño (mide casi seis metros) y las primeras sensaciones fueron de sorpresa y emoción. A pesar de su envergadura, nos resultó fácil sentirnos cómodos al volante de este vehículo, propulsado por un motor diésel 2.0 de 177 CV con cambio de marchas DSG de 7 relaciones.
El primer día fue únicamente de conducción. Nuestro objetivo era partir de Bilbao a mediodía y llegar hasta La Coruña por la noche, y así lo hicimos. Estacionamos junto a una pequeña playa y caímos rendidos. Pensaba que la cama nos podría resultar incómoda o algo estrecha, pero todo lo contrario: dormimos como reyes todos los días. Aun así, no niego que alguna que otra noche desplegué el catre supletorio de la parte superior para dormir a pierna suelta y huir un poquito de los ronquidos de mi pareja.
El habitáculo cuenta con una mesa en la que se puede comer o trabajar
Dedicamos la primera mañana a instalarnos. Llenamos todos los armarios y baldas para dejar nuestras mochilas en el maletero, que ocupaba toda la superficie de debajo de la cama. Pecamos de novatos porque durante dos días estuvimos saliendo del vehículo para acceder desde fuera a esta zona de almacenaje, hasta que nos dimos cuenta de que desde el interior podíamos levantar una tabla que nos impedía el paso a esa parte de la furgo.
También compramos comida para cocinar, aunque la adquisición estrella fue una pequeña cafetera italiana que mi pareja usó religiosamente todas las mañanas. Ningún hotel de cinco estrellas me ha hecho sentir tanto lujo como el despertar de cada día con el delicioso aroma a café recién hecho inundando nuestra pequeña vivienda.
En la parte trasera de la camper se puede disponer de una cama doble
Llevar una furgoneta equipada con un cuarto de baño con retrete implicaba, obviamente, enfrentarse a las temibles aguas negras. Aquellas de las que tanto habíamos oído hablar, y no de forma agradable. Sorpresa: no es para tanto. El truco es dormir en lugares habilitados que cuenten con espacio de llenado y vaciado de aguas y evitar que se acumulen los residuos más de un día. Higiene, constancia y orden.
Pernoctar en espacios habilitados nos permitió conocer a otras personas que también viajaban, o incluso vivían en campers o caravanas
Para ello, usamos tanto el portal de Roadsurfer como la aplicación Park4Night, que nos mostraba desde sitios aptos para dormir hasta lavanderías cercanas, y pudimos viajar sobre la marcha, sin tantos planes y haciendo lo que nos apetecía en el momento. Pernoctar en estos espacios habilitados también nos permitió conocer a otras personas que, como nosotros, viajaban, o incluso vivían en campers o caravanas. Es una gran comunidad de la que se pueden aprender muchas cosas, y nos llevamos muy buenos recuerdos de los ratos que compartimos con nuestros vecinos.
Cada mañana disfrutaban de un buen café para comenzar bien el día
Cada día, tras decidir el lugar para dormir, dedicamos un rato a recolocar todo lo que habíamos usado a lo largo del día. Por muy ordenados que fuéramos, siempre acabábamos teniendo varias cosas por recoger. Al fin y al cabo, no dejas de estar conviviendo en un espacio pequeño con otra persona, y tener los espacios ordenados fue esencial para disfrutar de la experiencia. Y si no, da por hecho que en la primera curva que tomes la botella de agua, los zapatos, y la empanada gallega que compraste para la cena y que dejaste en ese cajón que olvidaste cerrar con el seguro saltarán por los aires, entre otras muchas cosas. Aprendimos la lección la tercera vez que tuvimos que parar para guardar todos los objetos voladores.
Momentos y vivencias que quedan en el recuerdo
Echando la vista atrás, los pequeños incidentes que tuvimos han quedado como anécdotas graciosas a lo que fue una gran aventura. Recuerdo cuando dormimos a los pies de los Picos de Europa: no pusimos las mosquiteras y la luz roja a tiempo y en menos de un minuto se nos llenó la furgoneta de bichos, pero también fue el día en el que dormimos viendo un precioso cielo estrellado en plena naturaleza.
Es increíble la sensación de levantarte entre paisajes tan espectaculares como los que ofrece el norte de España
También fue memorable cuando no pilló una buena tormenta y entramos en la camper empapados. Hicimos auténticos malabares para no ensuciarlo todo y evitar que la humedad se apoderara del lugar, y lo conseguimos. Y mientras tanto, el calentador del agua ya estaba en marcha para luego disfrutar de nuestra recompensa: una gratificante ducha calentita.
He tardado 30 años en hacer mi primer viaje en camper, pero se que ha sido el primero de muchos. Tras una vida de vacaciones entre hoteles y apartamentos, lo que mejor define la experiencia vivida en estos días ha sido una sensación de auténtica libertad. Hemos conocido lugares únicos y compartido momentos que habrían sido diferentes si hubiésemos escogido otra manera de viajar, y nadie debería perderse la oportunidad de descubrir el mundo de esta manera tan diferente y especial. Es algo que hay que vivir.
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