Jorge Usón (Zaragoza, 1980) es una persona que cae bien y a la que se le ve buena gente. Su talento multifacético en el cine, el teatro y la televisión, con una carrera que incluye títulos como Brigada Costa del Sol, Buñuel en el laberinto de tortugas, Las Abogadas, Largas sombras, La Virgen roja o la recién estrenada en Amazon, Su Majestad, ha hecho que el actor aragonés se haya ganado el reconocimiento del público y la crítica por su capacidad para dar vida a personajes muy distintos entre sí, con gran naturalidad.
Pero Jorge es también un hombre de profundas inquietudes, con una vida que no sólo ha transitado entre las tablas y las cámaras: hasta el año 2018, el ganador de dos premios Max ejerció como médico psiquiatra, después de haber pasado varios años haciendo el M.I.R. en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid. Hoy vamos a descubrir eso de lo que no se suele hablar, de esas cosas que, como su carrera, atraviesan su vida de manera profunda y apasionada, pero que quedan eclipsadas por su éxito profesional.
Jorge Usón, en tu día a día, ¿prefieres moverte por temas profesionales o personales?
Me tomo mi vida profesional como algo personal. Llevo a gala no tener vacaciones, es decir, cuando voy a la playa o hago una escapada es porque no tengo trabajo. Para mí, la vida y el trabajo están pegados felizmente. Vivo para trabajar y al revés.
Médico, actor, músico, ¿en algún momento, de niño, piloto de carreras?
Yo hacía programas de televisión en mi casa, presentando el Un, dos, tres y bajando por las escaleras como Mayra Gómez Kemp. Así que estoy haciendo lo que siempre soñé.
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Usón durante una actuación musical
¿Querías coche o moto?
Sin lugar a dudas, coche. Mi padre, neurocirujano, nos inculcó desde muy pequeños el peligro de las motos. Aunque he ido de paquete alguna vez, siempre me ha dado miedo.
¿Te gusta conducir?
Me gusta cada vez más. Además, desde que tengo perro, intento ir a sitios a los que pueda ir con él y, paradójicamente, el coche me está llevando a la naturaleza. Creo que también tiene que ver con el hecho de que cada vez tengo más horas de vuelo y eso me hace ganar confianza. Lo cierto es que me gusta moverme, la verdad. El coche me ha dado autonomía y me ha permitido moverme siendo dueño de mí mismo.
¿Cuál ha sido la última vez que has liado un “pollo” conduciendo?
Cada tanto tengo una movida, no te creas. La última fue aparcando deprisa: Me comí un bolardo en el rastro de Madrid. Al coche casi no le pasó nada, un pequeño bollo, pero el ruido y el susto fueron importantes. El problema con el coche es tener prisa; a veces se coge para poder ir más rápido y va a la contra. Yo creo que soy un poco impetuoso conduciendo. Soy una persona un poco impulsiva.
El problema con el coche es tener prisa; a veces se coge para poder ir más rápido y va a la contra"
¿Qué te enerva de los demás conductores cuando estás al volante?
Los lentos, esos que van por la ciudad con mucha distancia de seguridad, tan despacio que te acabas comiendo el semáforo. Más allá de que puedan ir paseando, en un contexto urbano, suelen provocar atascos. También llevo mal que se me peguen al culo en las autopistas, presionando para que cambies de carril. Intento respirar, no perder la calma y estar templado. Entiendo la tentación de enfurecerse conduciendo, pero no la comparto; no soy una persona colérica.
¿Alguna vez, en el transporte público que, seguramente, es uno de los espacios que solemos compartir con más gente, has encontrado a alguien calcado a uno de tus personajes?
Sí, muchas veces. De hecho, ahora estoy ensayando una obra en la que interpreto a un personaje que se llama Mitch, y estoy buscando los Mitch que hay en el mundo. Es fundamental que los actores observemos el comportamiento. Ver modos de moverse, de agarrar una barandilla en el autobús, de ceder -o no- el paso y las miradas perdidas. Eso es muy interesante. El trabajo de los actores se basa en la mímesis del comportamiento humano.
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Desde que tiene perro, Usón hace más salidas a la naturaleza
¿Qué te ha enseñado tu experiencia como psiquiatra sobre la importancia de la movilidad en la salud mental?
Es fundamental: el loco camina. La locura, al igual que el pensamiento, se desarrolla andando; el movimiento se demuestra andando y el pensamiento también. Incluso te diré que hasta el aburrimiento se demuestra en el movimiento. Yo siempre digo que el aburrimiento se oye, por ejemplo, en las butacas que crujen más. La gente se mueve cuando se aburre y ese es un indicador de actividad mental muy importante.
En este sentido, ante una situación compleja al volante o durante un viaje, ¿a qué faceta tuya recurres más, a la de actor o a la de médico?
Ten en cuenta que cuando uno se forma en medicina, y sobre todo en psiquiatría, va adquiriendo habilidades de contención, de conciliación y de cabeza fría. En situaciones de estrés, reconozco que me sale el médico, el que pospone lo suyo en pos del bien del momento y me centro en sacar adelante la situación. La sangre fría me sale de la medicina y la caliente, del actor. Para los momentos de urgencia, de emergencia o los reveses y contratiempos: cabeza fría. Si en algo me ha ayudado la medicina es en el temple para soportar situaciones de mucho estrés e incluso convivir con la violencia porque, siendo psiquiatra, vives situaciones de violencia inauditas. Yo, además, estuve siempre ejerciendo en un contexto hospitalario, soy psiquiatra de hospital general, y ahí tuve que lidiar con la violencia de otros, algo que a mí me aterrorizaba.
Si en algo me ha ayudado la medicina es en el temple para soportar situaciones de mucho estrés e incluso convivir con la violencia"
Hablando de locura no peyorativa, ¿qué es lo más loco que has hecho dentro de un coche?
Se produce un silencio dramático seguido de una explosión de risas…
¿A ti qué te importa?
Jorge, ¿a cuál de tus personajes llamarías ante un problema durante un viaje?
Depende de qué tipo de problema. Si es económico, sexual, un problema físico, de salud… Lo que sí te puedo decir es que en el teatro, al revés que en la vida, el actor debe garantizar los problemas al personaje. Es como Pepe Villuela, que nunca subía la escalera porque él mismo generaba los problemas. El teatro va a la contra de la vida, eso sí te lo puedo decir. Pero desde luego, cada personaje que he interpretado, tanto en audiovisual como en el teatro, tenía los suficientes problemas como para no desearlos en la vida.
Si tu maleta pudiera hablar, ¿qué historia nos contaría por encima de las demás?
Mira, yo tengo una anécdota con un viaje en avión, no por el avión en sí, sino por la maleta. Iba a Oviedo a hacer una zarzuela, ¡Cómo está Madriz!, de Paco León, que era el protagonista. Todo estaba vendido y fue polémico porque incluso nos abuchearon. En la sala estaba la alcaldesa Manuela Carmena; era un mes de junio electoral y, como había elecciones generales ese domingo, pasaron la función al lunes y a mí no me lo comunicaron. Yo tenía que estar en Madrid el lunes por la mañana rodando una serie y, bueno, me confié con el avión… Yo tenía que estar a las 18:00h en el teatro; eran las 17:30 y estaba todavía en Barajas. Ahora lo cuento con risa, pero eso fue… ¡Hasta me arañaba los brazos!
Al final llegué y fue un final feliz, pero lo que podía haber ocurrido por mi culpa hubiera sido grave de pelotas. Me tenías que ver porque decían que el avión no podía despegar por un problema técnico… la gente pidiendo que les dejaran desembarcar y, si eso pasaba, ¡no despegábamos seguro!. Me puse de pie como un resorte, con la voz de actor, diciendo: “¡Soy actor, tengo que llegar a Oviedo y les pido por favor que nadie se mueva de su asiento!”.
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Usón, en una imagen tomada en Buenos Aires
Jorge, hablando de los bolos, hay otro que no vas a olvidar, ¿qué pasó aquel verano en el que interpretaste Historia de una escalera de Buero Vallejo?
Éramos la compañía de teatro aficionado de mi pueblo, Ontinar del Salz, al lado de Zaragoza y, a veces, nos llamaban de otros pueblos para, de una manera precaria y sin ningún tipo de transacción económica, hacer nuestra función. Aquel día tocó en un frontón al aire libre, en las fiestas de un pueblo, del que no diré su nombre, y me di cuenta de que había una paranoia: Era un frontón que habían tapado con una carpa, pero no había butacas ni sillas. Pensé: "Qué raro”. Resultó que ¡la gente se traía la silla de su casa! Total que comenzamos la función, había como 200 personas, y, de repente, a media función, alguien grita: “¡Ya están las migas!”... Recuerdo que estaba hablando y la gente cogió su silla y se fue. ¡Era como una bandada de ñus!
Uno de los contratiempos que más recuerdas viajando es…
El que tuve en el aeropuerto de Frankfurt de camino a visitar a mi hermano en Noruega. Nunca les había pasado antes en su historia, pero quedó totalmente bloqueado por un problema con la fibra óptica. Estuve 13 horas allí, con un dominio de los idiomas justito que no me da para entender la megafonía en inglés y alemán, mirando la cara de la gente para enterarme de lo que pasaba o intuirlo. Estaba incluso el ejército y cancelaron todos los vuelos durante 24 horas, por lo que, como mi debilidad es comer, me puse ciego a frankfurt y chucrut.
La vida es eso, un camino sin llegadas, como una de las canciones de Cecilia; igual que en el amor, no hay que llegar a ningún sitio, hay que caminar"
¿Si te pregunto por un viaje a Ceuta movido?
¡Sí! Estábamos haciendo una obra maravillosa allí, Feel Good. Yo salía a mitad de la función, con casi todo el pescado vendido, y mi personaje entraba en escena como Escarlata O’Hara, escuchando detrás de un sofá lo que no debía. Era una situación muy cómica, pero, en aquel momento, se empiezan a escuchar gritos en el auditorio pidiendo “¡un médico!, ¡un médico!”, porque una señora se había desvanecido. En aquel momento, Fran Perea dice: “¡Usón, un médico!” y yo, como si llevase un resorte, salté de detrás del sofá a la platea como en La Rosa púrpura de El Cairo. Por suerte no fue nada serio, y al momento aparecieron más médicos, pero pensábamos que se le había parado el corazón. En realidad, a día de hoy, llevo muchos años sin ejercer y cualquier interferencia por mi parte sería una temeridad.
Sin ponernos existenciales, ¿qué es para ti viajar?
Si he descubierto algo importante, es que la vida profesional y personal es un camino que está en movimiento. La vida es eso, un camino sin llegadas, como una de las canciones de Cecilia. Igual que en el amor, no hay que llegar a ningún sitio; hay que caminar.
¿Sigues yendo a Ontinar?
Por supuesto, Ontinar, mi pueblo en Zaragoza, junto con Roda de Berà, son los lugares en los que me siento como en casa. Te diré que siempre voy a Roda de Berà; todos los veranos tengo una cita con el Mediterráneo, ahí en Tarragona. Es un sitio al que, a veces, viajo soñando, sin moverme del sofá o de la cama, porque he sido muy feliz allí.
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Roc de Sant Gaieta, una playa en Roda de Berà, lugar del Mediterráneo que visita cada año Jorge Usón
¿Qué olores asocias a tu hogar?
Hay una que es algo que sé que comparto con mucha gente y es la de la tierra mojada por la lluvia. Te añadiría una cosa cómica, y es que al lado de nuestra casa, en un Ontinar, hay una granja de vacas que producen queso y huele a boñiga. Pero la boñiga de vaca que, en la distancia, lejos de ser desagradable, huele al campo.
De los viajes que has hecho, ¿cuál es el que te ha dejado con ganas de más?
Sin duda: Argentina, Latinoamérica en general. Siempre pienso que ojalá la vida me permita volver muchas veces. Me quedo con ganas de más porque veo que allí sí existe la reencarnación; de hecho, estoy seguro de que yo tuve algo que ver con esa tierra en otra vida.
A veces, en los viajes, se hacen buenas amigas y amigos. Me parece que algo así te pasó a ti con Ana Belén durante el rodaje de la película Islas, en Puerto de la Cruz…
Sí, claro, con Ana Belén tuvimos un encuentro y me dio la oportunidad de estar cerca de alguien a quien yo siempre admiré. Encima, ha grabado una canción de la que soy coautor de la letra, que la grabamos con mi grupo Decarneyhueso en su día, y que se llama Bachátame. Puede sonar un poco naïf, pero me niego a no vivirlo como si tuviera 15 años y estuviera escuchando Mucho más que dos, que fue uno de los discos de mi vida.
Mi experiencia en Buenos Aires fue importante para mí: me enamoré, me desenamoré, extendí mi sexualidad, mis propios límites y me las vi con el peligro"
Jorge, ¿en qué viaje buscas tardar lo más posible en llegar a destino?
Lo importante es caminar más que llegar, saborear el camino. Yo diría que más que el lugar o el destino, depende de con quién esté; eso determina las ganas de llegar.
¿Cuál es el primer recuerdo que te viene a la mente cuando piensas en un viaje que ha supuesto un antes y un después en tu vida?
Vuelvo a Buenos Aires, cuando fuimos a hacer allí teatro con el cabaret de caricia y puntapié que hicimos como tributo a Boris Bian, durante un mes. Ese viaje fue importantísimo porque no solo supuso viajar, trabajar fuera de España, sino también, como individuo, me enamoré, me desenamoré, extendí mi sexualidad, mis propios límites y me las vi con el peligro. En Latinoamérica debe tener mucho cuidado y estar pendiente del entorno, lo que te lleva a madurar, a ponerte las pilas y a ejercitar unas sabidurías que estaban en mi caso, sin desarrollar.
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Museo Guggenheim, en Bilbao, una de las ciudades que más le gustan a Jorge Usón y donde no le importaría vivir
¿Qué es lo primero que buscas en un destino?
Bueno, me suelo fijar siempre en cuestiones gastronómicas, no te lo voy a negar. Siempre me llama la atención una cosa, que parecerá absurda pero, ¿cómo es el cielo en esos sitios?, sobre todo si estás muy lejos de tu casa. En el Cono Sur, por ejemplo, no se ven las mismas estrellas. Está la Cruz del Sur, que es una formación de estrellas plasmada en la bandera de Brasil y que nosotros no vemos desde el hemisferio norte. Eso es curioso y siempre miro al cielo a ver si se parece al de donde yo vengo. Hay una experiencia que no olvidaré en Santiago del Estero, una provincia muy pobre, que es de donde es originaria la chacarera, el folklore argentino que a mí más me gusta. Allí por las tardes se juntan a tocar las guitarras. Oír guitarras atardeciendo es algo que me parece de otro orden.
¿De qué lugar has deseado no volver?
En México pensé que me quedaba allí… También me pasa mucho con Bilbao; es una ciudad en la que yo viviría. Todo el País Vasco tiene un embrujo maravilloso.
Esta me gusta hacerla. Si pudieras escoger a una persona, sea quien sea y esté o no entre nosotros, para hacer un viaje, ¿quién sería y a dónde iríais?
Creo que me iría con mi amor, que es maravilloso, en un coche a explorar. Da igual si campo o montaña porque, como decía, lo importante es con quién.
Acabamos, ¿tu plan para hoy?
Pues quiero sacar un rato al perro, que para mí es terapéutico, y esta noche me voy a ir a cenar por ahí.
Conocer a Jorge es algo que no puede dejar indiferente a nadie. Tal es su forma de expresarse, llena de naturalidad, y el cariño que hay en cada una de sus palabras que me voy con la sensación de haber recibido un regalo. Uno de esos que hacen que me quede con ganas de conocer más a la persona que hay detrás del autor de Bachátame, una canción interpretada por Ana Belén y que está en boca de todos desde que la cantante la bailó con David Broncano ante las cámaras de La Revuelta.