Racchi, el ‘Partenón’ inca que empequeñeció al Machu Picchu

Tesoros desconocidos

El templo dedicado al dios Wiracocha fue uno de los centros ceremoniales más importantes del imperio

Una oveja junto al templo de Wiracocha

Una oveja junto al templo de Wiracocha

Getty Images/iStockphoto

Casi 500 años después de la caída del imperio inca, persisten grandes interrogantes sobre su civilización. En los vastos dominios de su apogeo –unos 2.500.000 km2 a través de los actuales territorios de Perú, Bolivia, Chile, Ecuador, Argentina y Colombia; lo que representaría hoy el 10º país más extenso del planeta–, contó con numerosas llactas (ciudades o poblados) y pucaras (fortalezas). Muchas de ellas, más importantes que el afamado Machu Picchu. Es el caso, dentro del mismo Perú, de la ciudadela de Racchi (o Raqchi).

Su ubicación en el antiguo camino inca (o Qhapaq Ñan), que conectaba con puntos del imperio tan distantes como Pasto (Colombia), Tihuanaco (Bolivia) y Tucumán (Argentina), da idea de su importancia estratégica. El complejo destaca por su impresionante templo dedicado al dios Wiracocha, por la gran cantidad de colcas (almacenes) y por una población que, según guías locales, podía haber duplicado o hasta triplicado la del Macuh Picchu. Apodado a veces como el Partenón inca, Racchi ha sido reconocido con el sello de Mejor Pueblo del Mundo que otorga la Organización Internacional del Turismo.

Las colcas redondas, una de las singularidades de Racchi

Las colcas redondas, una de las singularidades de Racchi

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Hoy forma parte del circuito conocido como Ruta del Sol, entre Cuzco (a 120 km) y Puno (a 270 km), de unas 10 horas en autocar. También se puede llegar en coche desde la cercana ciudad de Sicuani (a poco más de 20 km). El yacimiento se encuentra en el valle de Vilcanota, a 3.444 metros sobre el nivel del mar. Se puede visitar de lunes a domingo, entre las 7 de la mañana y las 6 de la tarde, por 15 soles (unos 3,65 euros).

Un viaje por el tiempo

Lo primero que asombra, al penetrar en el recinto, son sus colcas. A la vista, se extienden decenas de bases redondas de piedra –una estructura única, puesto que los depósitos incas eran de planta cuadrada– distribuidas en líneas paralelas. Algunas han sido reconstruidas para mostrar su aspecto original: con sus ocho metros de diámetro y 3,5 de altura, con techo cónico de paja. Aquí se conservaban alimentos (maíz, quinoa, patata deshidratada o chuño, carne y pescado secos) pero también cerámica, tejidos y material militar.

El templo de Wiracocha es uno de los centros ceremoniales más notables del imperio inca

A continuación, se observan las kanchas de Qea: un conjunto de viviendas con varias habitaciones, que servían a su vez como espacios públicos para actividades sociales y religiosas. Su ordenada distribución –que recuerda la de algunas urbanizaciones actuales– revela una avanzada planificación urbana.

Sin embargo, la joya de Racchi es el templo de Wiracocha. Se trata, sin duda, uno de los centros ceremoniales más notables del imperio. Pese que a hoy solo se conservan sus restos, se pueden intuir sus imponentes dimensiones: 92 metros de largo por 25,5 m de ancho y una pared central de adobe con base de andesita (roca volcánica) de unos 15 m de altura, con varias puertas y ventanas. Se supone que esta construcción tenía el mayor techo a dos aguas de todo el dominio inca. Por otro lado, la presencia de once columnas a ambos lados del muro central hace pensar que los visitantes debían moverse en zigzag. Este peculiar diseño podría estar relacionado con la cosmogonía inca y su relación con dios.

Las 'kanchas' de Qea tenían la doble función de vivienda y espacio público

Las 'kanchas' de Qea tenían la doble función de vivienda y espacio público

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Wiracocha (también Viracocha o Huiracocha) era considerado el padre del Sol y dios creador del universo. Por ello los humanos lo adoraban. No obstante, los habitantes del pueblo Canchis –en la zona donde hoy se alza el yacimiento– no lo reconocieron. Es más, intentaron atacarlo. Entonces la ira Wiracocha hizo llover lluvia del cielo. Tras el ominoso incendio de los montes, la población se enmendó. No solo pidió perdón a la deidad, sino que levantó un templo en su honor.

Esta historia posiblemente haga referencia a las erupciones del cercano volcán Quimsachata. Además, sugiere la presencia de pueblos preincas. Y en efecto, la región fue habitada por culturas más antiguas –y en general, más longevas– que el imperio: como la Marcavalle (aproximadamente del 1000 a.C. al 600 a.C.), la Chanapata (del 700 a.C. al 100 a.C.), la Wari (del 500 al 1200) o la Killke (del 900 al 1200).

El lago artificial junto al templo de Wiracocha muestra el amplio conocimiento en ingeniería hidráulica de los incas

A escasos metros del templo, se extiende una laguna artificial (qucha) alimentada por dos fuentes. En realidad, todo el sitio cuenta con un amplio sistema de acueductos y canales que servían tanto para abastecer a la población como para regar los campos. Son una muestra del amplio conocimiento en ingeniería hidráulica de los incas.

En conjunto, el yacimiento de Racchi se extiende por casi 11 km2 y se divide en cinco sectores amurallados. Su construcción implicó a tres emperadores. Según los cronistas, el impulsor fue Wiracocha (1380-1448), quien precisamente debía su nombre al dios primigenio. Continuó la tarea su sucesor, Pachacútec (1418-1471). Y la finalizó su hijo Túpac Yupanqui (hacia 1440-1493). El complejo fue arrasado por los conquistadores españoles.

Templo de Wiracocha

Templo de Wiracocha

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Actualmente todavía quedan interrogantes por dilucidar. No está claro, por ejemplo, qué presencia ni qué influencia pudieron tener las culturas preincas en el sitio. Tampoco la función de Racchi. ¿Fue sobre todo un lugar sagrado dedicado al culto y la liturgia? ¿O quizás un tambo (albergue) para aquellos que recorrían el Camino Inca? ¿O acaso un centro administrativo? ¿O más bien un gran taller de producción cerámica? ¿Tal vez ejerció varios de estos propósitos? ¿Y por qué sus colcas son redondas? ¿Pudieran no ser estrictamente colcas?... Arqueólogos e historiadores siguen trabajando en ello.

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