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Rincones mágicos de la costa de Murcia

Escapadas

Los 250 kilómetros que forman la Costa Cálida reservan gredas de cuento, calas azul cielo y rincones mágicos donde enfundarse el pareo (o las zapatillas de trekking) este verano

Playa de Cocedores, Murcia

Getty Images/iStockphoto

En algún lugar en la porción de costa entre Cartagena y Mazarrón el tiempo parece detenerse. Entre las montañas y cultivos de limoneros hay una casa de labranza envuelta entre palmeras y buganvillas voladas por la brisa del mar. Más allá de cierta laguna, que algunos días amanece con los peces boca arriba, existe una costa murciana de calas, oasis y lugares tallados por el viento y el mar donde perdernos en busca del verano que soñamos. Exploramos los rincones más mágicos de la Costa Cálida.

Gredas de Bolnuevo (Mazarrón)

Pocas líneas de playa son capaces de contener tantas historias como Mazarrón, especialmente en la zona de Bolnuevo. Tras darte un festín de paparajotes - postre típico de Murcia -, nada mejor que atravesar los chalets encalados, asomarse a la mítica torre del Caballo y sucumbir a la mayor atracción de la bahía: las Gredas de Bolnuevo, un conjunto de esculturas naturales formadas de la arenisca traída por el mar Mediterráneo hace más de cinco millones de años. Un espectáculo geológico no exenta de misticismo ya que, según los lugareños, en esta “ciudad encantada” la Virgen de la Inmaculada Concepción emitió un haz de luz una noche del siglo XVI para proteger a los mazarroneros de los ataques piratas.

La Algameca Chica

Hace unas semanas os hablaba de La Algameca Chica, un pueblecito de ciento diez barracas construidas en la Rambla de Benipila. La Shangai de Cartagena se debate entre alegalidad y reconocimiento, al mismo tiempo que la vida pasa mecida por el rumor del mar, los gatos olisquean entre ventanas azules y las barcas de colores evocan una vida alejada del mundo conocido. Una pequeña y nostálgica comunidad que invita a realizar una ruta de senderismo desde la ciudad de Cartagena, ubicada a 4 kilómetros.

Playa Parreño (Parque Natural de Calblanque)

Justo antes de alcanzar el mar Menor, el pueblo de Los Belones te indica que has llegado al paraíso secreto de Murcia. El parque natural de Calblanque es un espacio protegido que limita el acceso a motor y las pocas casas de labranza conviven entre montañas perfumadas de pinos. Un conjunto de acantilados escarpados, salinas que conviene proteger - la asociación Salvemos Calblanque está en ello - y playas que harán las delicias de los amantes del surf y el relax: desde la más familiar Cap Negret hasta, mi favorita y más alejada, playa Parreño, ideal para la práctica de naturismo en un entorno de azul superlativo e, incluso, el avistamiento de tortugas marinas.

Baños de lodo (y salinas) de San Pedro del Pinatar

Al final del barrio turístico de Lo Pagan, San Pedro del Pinatar despliega un conjunto de baños de lodos icónicos. Solo tienes que encontrar cierta escalera de madera para acceder a este rincón mediterráneo, famoso por la presencia de un ungüento natural nacido de las horas de sol y las aguas de alta salinidad del mar Menor. Según un lugareño, tendrás que untarte lodo por la cara y el cuerpo durante nueve días para obtener resultados, una fórmula que parece funcionarle a las muchas personas con patologías cutáneas que acuden a este singular oasis wellness. 

Tras el baño fangoso, nada mejor que continuar entre molinos solitarios y pasear junto a las lagunas rosas del salinar de San Pedro del Pinatar, donde los flamencos ejecutan sus danzas entre las cañas. Las rutas de senderismo finalizan con una cervecita en el puerto.

La Azohía

Al mirar a tu alrededor desde la playa, parece que La Azohía siga congelada en algún día de los años sesenta: hay un barquito en el horizonte, las risas de los niños proceden de un patio inundado de buganvillas, y en las pocas terrazas se sirve una ensalada murciana llena de aceitunas negras. La Azohía es un pueblecito costero sin pretensiones, salvo la de disfrutar de un relax total, a 23 kilómetros de Cartagena, a través de una ruta no menos singular que serpentea entre paisajes apenas urbanizados.

Cala Reona

Dicen que hay destinos que merecen la pena por el camino de llegada, y Cala Reona es uno de ellos. Muy pegada a las salinas de Rasall, en el mencionado parque de Calblanque, la ruta de senderismo hasta Cala Reona abarca dos horas a través de casi 9 km que transcurren por la antigua senda Geominera, construida en su momento para la circulación de animales cargados con minerales procedentes de estos montes. Un coqueteo con el mar a través de acantilados, restos de escombreras, formaciones kársticas y sendas estrechas hasta alcanzar una cala ideal para bucear o, simplemente, desplegar la toalla.

Faro de Cabo de Palos

De camino a Cala Reona puedes elegir entre culminar en la playa o desviarte hacia cabo de Palos, uno de los rincones más bellos de la costa murciana. Te darás cuenta que has llegado a esta reserva al ver su icónico faro, el cual domina lugares como el fondo marino donde reposa el Naranjito, un barco hundido - y la mejor excusa para bucear -; playa Levante o las calas más agrestes del parque natural de Calblanque. Una de las ventajas de recalar en cabo de Palos reside en la proximidad a muchísimos lugares recomendables en el área de Cartagena.

Isla del Fraile

Rozando la provincia de Almería, pero aún en Murcia, la localidad de Águilas suspira como un secreto remoto que promete un verano a la antigua: desde sentarse a la buena mesa en la plaza del pueblo hasta un baño en la playa de los Cocedores, pasando por la isla del Fraile, situada en la bahía del Hornilla y de gran riqueza patrimonial - se han encontrado diversas piezas cerámicas de preparación de garum, el ketchup de los romanos -. No vamos a mentir: a pleno sol las motos de agua sobran, motivo por el que recomendamos acercarte a la hora del atardecer, cuando el número de bañistas disminuye considerablemente, y quedarse a solas con la historia nunca fue tan ensoñador.

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