Darío Aguilar, el escultor que saca los colores al hierro

Creadores

El escultor ha fraguado una obra que desdeña la fama efímera y las prisas y abraza la pasión: “Hacer lo que me gusta es un triunfo, y si vivo de ello, el éxito es total”

El artista Darío Aguilar, maestro de la escultura de hierro forjado, en su estudio de Vallcarca en Barcelona

El artista Darío Aguilar, maestro de la escultura de hierro forjado, en su estudio de Vallcarca en Barcelona

Xavier Cervera

Yoko Ono besa a un John Lennon en blanco y negro. Discos de Neil Young, Neil Diamond y María Dolores Pradera… y el último ultimísimo de Van Morrison. Afuera en el patio reposa un caballito de tiovivo de madera más que centenario. El artista tiene ya en la cabeza una peana para que el corcel esté más cómodo. Con eso y una barra cromada está casi como nuevo.

El caos es bienvenido en el estudio: cajas vacías, cajas llenas, pasado, presente y más pasado. Algo de futuro. Fotos de amigos y grabados colgados con pinzas después de ser rescatados de una reciente inundación del estudio. Juguetes de niño, un futbolín más grande que el Maracaná de 1950 y esculturas de hierro, que es la edad en la que habita el artista.

Hierro en carne viva

Aguilar ha forjado su camino sacándole los colores al metal: rojos, naranjas, amarillos, azules y añiles

Darío Aguilar (Barcelona, 1955), fue, es y será pintor. En un rincón, lienzos suyos de otras épocas. Los pinceles no andan muy lejos. Está pensando en usarlos de nuevo, pero en los últimos años este polifacético artista ha forjado su camino sacando al hierro todos sus colores: rojos, amarillos, naranjas, azules y añiles… Hierro en carne viva con piezas en el cruce de fronteras entre el arte, el diseño, la escultura y el interiorismo.

“Ahora no pinto, pero lo que sé es pintar –explica–; estuve con varias galerías, exponiendo en Madrid y Barcelona, pero ese mundo ya lo abandoné hace años. Me cansé de la pintura. Descargué mi mochila y volví a empezar. Me encaminé a la escultura. Aprendí forja, me interesaba el hierro”, recuerda.

Hombre y caballo: el artista tiene que idear una peana para este caballo centenario de tiovivo que se expondrá en una galería de Barcelona

Hombre y caballo: el artista tiene que idear una peana para este caballo centenario de tiovivo que se expondrá en una galería de Barcelona

Xavier Cervera

Aguilar trabaja piezas únicas, siempre por encargo. Sus mesas metálicas con letras dibujadas al ácido son leyenda. Fueron buenos tiempos. “Luego, con la crisis del 2008, ya no remontamos, luego vino la pandemia, ahora Putin…”, lamenta.

El reloj de pared funciona en el estudio taller de Aguilar, marca las once pasadas, pero el espacio, enclavado en unas viejas casas (de momento) salvadas de la piqueta en el barrio barcelonés de Vallcarca, es una isla del pasado, un gabinete gigante de curiosidades, trastos nobles y toques tiernos, casi autoparódicos, como la foto de su primera comunión, vestido con hábito y sandalias de fraile. 

Aguilar es pintor, escultor y dibujante

Aguilar es pintor, escultor y dibujante

Xavier Cervera

“Aquí está mi vida, me divierto, me gusta este trabajo, este éxito plano que no tiene una cima muy alta, porque luego viene la caída. Hacer lo que me gusta ya es un triunfo, y si puedes vivir de ello, el éxito es total”, expone.

La ambición máxima de Aguilar es trabajar bien. El lujo, casi inalcanzable, es hacerlo a la velocidad que él desearía en un mundo que, a su juicio, “va demasiado deprisa”. “Creo que cualquier tiempo pasado fue mejor”, declara con las manos ennegrecidas. “Las manos siempre las he tenido sucias, siempre he estado en la trastienda, poniendo carbón a la máquina”.

De fotógrafo a fotógrafo: Darío Aguilar fotografiado en esu estudio-fragua

De fotógrafo a fotógrafo: Darío Aguilar fotografiado en esu estudio-fragua

Xavier Cervera
Un detalle del

Un detalle del "mono" de trabajo de Darío Aguilar

Xavier Cervera

Mientras habla, las ideas afloran, los recuerdos se entrelazan. De manera excepcional, alguien trasiega en el taller. “Siempre trabajo solo y lo hago todo, pero he aceptado unas semanas a un alumno Erasmus que estudia fresa y torno”. El estudiante es italiano, se llama Anás y corta hierro con destreza. 

El artista recuerda que el taller donde trabaja fue durante muchos años una tocinería que regentaron Jacinto Subietas y su mujer. Subietas fue un boxeador del peso gallo y de cierto éxito en la década de los treinta en Barcelona. Manos de plomo y guantes de seda. Aguilar es justo lo contrario: tiene manos de plata y guantes de acero.

El artista Darío Aguilar, maestro de la escultura de hierro forjado, en su estudio de Vallcarca en Barcelona

El artista Darío Aguilar, maestro de la escultura de hierro forjado, en su estudio de Vallcarca en Barcelona

Xavier Cervera
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