Así es José Andrés, el chef de la concordia que se ha ganado al mundo con su corazón gigante
Premio Princesa de Asturias
Sus mejores amigos de la cocina española describen a un personaje impulsivo y carismático que esconde a un niño soñador
María Sánchez. Detrás de muchas verduras y frutas hay explotación de personas
Quim Marquès era un adolescente cuando se dio cuenta de que aquel chaval de la escuela de hostelería de Barcelona con el que enseguida congenió no era como los demás. Pero al futuro cocinero del desaparecido Suquet de l'Almirall, ya entonces no le gustaban las personas que eran como todo el mundo. “José tenía un magnetismo y una fuerza desbordante ya desde la escuela”. Hoy sigue siendo uno de los mejores amigos de José Andrés.
Mucho antes de que se convirtiera en el personaje que es hoy, a quien ve “en el mejor momento de su vida”, José y Quim trabajaron juntos en el restaurante Antull, de Roses, para pagarse los estudios de hostelería. Un día Jordi, su jefe, les habló de un tipo interesante que estaba cocinando en la cala Montjoi. Y allí se fueron. “Juli Soler y Ferran Adrià nos recibieron con unos refrescos, muy amables. Nos dijeron que necesitaban más personal y lo comentamos a los de nuestra pandilla en la escuela: Carles Abellán, Albert Raurich y Miquel Ristol, que era de un curso inferior, y que se vinieron con nosotros”.
Ir con él por cualquier ciudad de Estados Unidos es una locura; le tocan y algunos le gritan que se postule como senador”
La carrera estratosférica del chef asturiano-catalán no los ha distanciado jamás y siempre que pueden pasan unos días juntos o mantienen largas charlas telefónicas. Cuando Quim Marquès va a Washington prefiere no quedarse a dormir en casa de su amigo porque no aguanta el ritmo.
“Puedes acabar a las tantas, en una cena en la que a veces te encuentras con cualquier personaje famoso -relata Marquès-. Y por la mañana temprano José ya está listo para seguir una agenda apretadísima”. Ir con él por las calles de cualquier ciudad de Estados Unidos es una locura. “La gente lo toca como quien toca al santo y algunos le gritan “¡senador, senador!, pidiendo que se postule”.
Es una bellísima persona, con una energía inagotable y un líder nato, mucho más allá del ámbito de la cocina”
Le duele que en España no sea lo mismo. “Porque somos un país de envidiosos y desconfiados”. Puede que a veces de una imagen de tipo distante y altivo, pero es todo lo contrario, asegura el amigo: “Es una bellísima persona, un niño con el corazón de un gigante; alguien con una energía inagotable y un líder nato, mucho más allá del ámbito de la cocina”.
Asegura que no es en absoluto clasista ni distante: “Se puede detener en la calle en cualquier momento para ayudar a alguien a quien ve con problemas, le da su teléfono, le ayuda de verdad”. Es, dice Marquès, como un niño al que le gusta hacer el payaso que ha encajado en una sociedad, la norteamericana, a la que eso les encanta. “Es el personaje adecuado en el lugar adecuado”.
Se ha dejado la piel llevando a Estados Unidos los productos españoles y dando a conocer las tapas; algo que no se le ha reconocido como corresponde”
Si alguien contribuye a que José Andrés sea feliz es Patricia Fernández de la Cruz, Tichi, su pareja, de una bondad y sencillez extraordinaria. “Recuerdo que hace muchos años un día me dijo que había conocido a una chica en una fiesta en Nueva York que creía que sería su esposa”.
“Ella -explica Quim Marquès- es quien le hace tocar con los pies en el suelo. Quien compensa su desmesura de comer, de cocinar, de hacerlo todo a lo grande. Quien lo anima a recorrer casi todos los años el Camino de Santiago para bajar a este mundo al hombre habituado a moverse en helicóptero porque siempre tiene prisa”.
Ferran Adrià, su jefe en El Bulli
“Es una buena persona que te convence”
Quien fue su jefe en El Bulli, Ferran Adrià, considera a José Andrés un hermano. “Es un honor tener a un bulliniano como embajador en el mundo”. Su éxito, cree, se basa en el modelo de eficacia. “El presupuesto que manejan es enorme y trabajan con una organización perfecta. José te convence porque su proyecto es palpable y lo demuestra con resultados: si dice que da 150.000 comidas es que da 150.000 comidas”. Pero sobre todo lo considera una buena persona. “Nunca le he visto maquinar algo contra alguien que le hubiese hecho alguna jugada. Si le hacen daño simplemente se aparta de esa persona”.
Se ha escrito mucho sobre que el origen de la marcha de Andrés a Estados Unidos fue una bronca descomunal propinada por el chef de El Bulli. Explica éste que aunque no fue la causa, sí existió tal bronca. “Habíamos quedado en un bar de Barcelona y llegó media hora tarde”. Quienes conocen al genio de El Bulli saben que no soporta la impuntualidad.
También el menor de los Adrià mantiene una profunda amistad con José Andrés, con quien ha puesto en marcha un negocio, Mercado Little Spain, en Nueva York. Para hablar de José Andrés, Albert Adrià recuerda que hay que separar la persona del personaje. “Lo conocí con 16 años. Él trabajaba en un buen restaurante de Roses donde cocinaba pescados y unos arroces buenísimos; nosotros nos escapábamos cuando el bolsillo nos lo permitía. Y acabó en El Bulli”.
Es un soñador que sobre todo quiere ayudar a quien lo necesita y contribuir a salvar el mundo”
Para Albert Adrià el gran acierto de su amigo ha sido poder compaginar sus tres pasiones: la cocina, la familia y World Central Kitchen. Y pone énfasis en algo que cree que no se destaca lo suficiente: “Lo extraordinario cocinero que es y lo que llega a amar la cocina”. Y otra cosa: “Se ha dejado la piel llevando a Estados Unidos los productos españoles y dando a conocer las tapas. Algo que no se le ha reconocido como corresponde”.
Además, “posee la generosidad que es rasgo común en todos los grandes”. Y su capacidad de emprender es impresionante. Es, coincide con sus mejores amigos, muy feliz con World Central Kitchen: “Y el premio que ahora le dan tenía que caer un día u otro porque lo merece de sobras”. Hay algo en lo que su hermano y él son idénticos: “Las cosas les interesan o no le interesan: Pueden tener un interés enfermizo en algo o una indiferencia total. No hay término medio”.
Otro cocinero catalán, Carles Tejedor, trabaja día a día con Andrés en la conceptualización y puesta en marcha de nuevos proyectos y le conoce bien. “Lo veo en su mejor momento, muy feliz, más en forma y con mejor salud desde que ha adelgazado y más inmerso que nunca en su proyecto social”.
Para Tejedor, José Andrés es un soñador que necesita compartir y disfrutar pero que sobre todo necesita ayudar a quien lo necesita y contribuir a salvar el mundo. “Creo que puede dar una falsa imagen de arrogante cuando nada está más lejos de la realidad. Tiene mucho carácter y a veces es un niño enfadado. Pero en realidad es una persona hipersensible que quiere ser querida, que es todo corazón y que se emociona profundamente con el dolor humano. Porque le duele el dolor del mundo. Quiere que su esposa y sus hijas, Carlota, Inés y Lucía sean felices, que sus amigos se sientan en casa cuando los visitan y cocinar para ellos. Y el mundo es su familia”.