El espectáculo empieza con un súbito fundido a negro, como si en vez de la escena inicial de la película fuera la última. Extrañado, el huésped encaja la tarjeta en la ranura y la cortina oscurísima de la habitación se va abriendo al tiempo que va apareciendo a cámara lenta un paisaje escarpado adornado con los créditos imaginarios de un espectáculo que no imaginaba.
Cambio de imagen
En los últimos meses, el país “del esquí y las compras”, ha querido mostrar su arsenal de delicadezas, su escaparate de holganzas
Producciones Selectas Andorranas presentan un viaje en alfombra mágica por tierra, nieve y aire. Historia protagonizada por los establecimientos más suculentos del Principat, con música de los árboles moviendo el ramaje, con una fotografía esmerada, con efectos especiales y en cuatro dimensiones donde se puede oler, comer, comprar y volar, visitar museos y viajar a siglos remotos.
Solo falta la nieve: una estampa otoñal de Andorra la Vella fotografiada des desde el Rec del Solà
El hotel Andorra Park Hotel, con su parte vieja y sus nuevas instalaciones tiene un jardín muy amplio, grandes vistas y una piscina excavada en la tierra
Un espectáculo que se vive sin estar pendiente de la pantalla del móvil, ya saben… en la Seu de Urgell hay que apagar los datos. De lo contrario, la factura supera de un saltito las cumbres y el valle que se ve desde el balcón con la capital soltando chispas de luz. Aire purificador y frío que pone los ojos llorosos.
En los últimos meses, el país “del esquí y las compras”, ha querido mostrar su arsenal de delicadezas, su escaparate de holganzas, sus establecimientos con más solera o más premiados para cambiar aquel guion trasnochado del “trae mantequilla, azúcar y queso holandés de bola”.
El Celler d'en Toni es el restaurante más antiguo de Andorra la Vella y combina cocina de vanguardia con sus célebre canelones
Uno de los nuevos platos del Celler d'en Toni: carpaccio de gambas con piñones y gotas cítricas
Para ello ha concedido un sello llamado Selected a una treintena de negocios, y no habrá muchos más, especiales. El lacre quiere transmitir identidad, calidad, buen gusto y trabajo artesano. El lujo ostentoso, sin alma, parece no tener cabida en el país.
Lo realmente opulento es el trato que uno recibe, a veces aderezado con el dulce acento argentino, que pueblan el país, a veces en francés, casi siempre con el catalán afrutado que hermana a andorranos, leridanos y a los valencianos catalano-hablantes.
Buen gusto elevado a la enésima potencia
Este viaje no es un puzle en el que todo encaja, porque cada pieza ya es un acertijo: no importa por donde se empiece
Desde el hotel que ha abierto el telón de esta historia, Andorra Park Hotel & Spa, hasta el Ibaya, el único restaurante con estrella Michelín, apadrinado por Francis Paniego y comandado por el chef Jordi Grau. Este viaje no es un puzle en el que toda encaja, porque cada pieza ya es un acertijo. No importa por donde se empiece.
¿El resultado? Que el visitante sabía poco de Andorra y en ese poco, buena parte estaba equivocado. El tobogán vertiginoso de sensaciones y gustos, periplos olfativos, de travesías que llevan de un plato a otro, de cuadro a cuadro, de paisaje en paisaje.
Jordi Grau, chef del Ibaya, el único restaurante con estrella Michelín (una) en Andorra, sito en el hotel Hermitage, inicia el menú con unos entrantes y en la barra antes de sentarse a la mesa
La cocina de montaña Ibaya es valiente y arriesgada: en la imagen tartaletas de caracoles y orejas de conejo crujientes con sorpresa que sabe a queso azul
El restaurante Ibaya se halla en el vientre de otro hotel en la cima, el mítico Hermitage. Bajo sus techos y entre sus paredes de madera olorosa uno puede imaginar que está en cualquier montaña que desee.
Aquí, queridos lectores, pueden elegir su propia aventura, planear por todo el mundo, hacer un peregrinaje embriagado con la cata que ofrece Vania (una chica con el nombre del tío de la obra de Chejov) en el espacio Guerlain de la principal Perfumería Júlia, una de los símbolos comerciales del Principat.
Rodrigo Martínez es el chef del recientemente inaugurado Beç, con una carta que combina montaña y mucha imaginación
El restaurante Unnic, en el complejo que incluye casino y discoteca, está decorada a partir de la leyenda de que el Arca de Noé atracó en Andorra
Un poco de perfume flota en el aire y se esparce con un abanico y, con cada fragancia, se surca el mediterráneo cítrico de la Parthenope de Sorrentino, la campiña floral inglesa de Jane Austen, o los aromas de la India, los amaderados del desyuntado y entrañable Hotel Marygold, con el atribulado Dev Patel a la cabeza. Jazmín, iris, rosa, bergamota y haba tonka.
Lee tambiénBelfast en paz: hoteles, restaurantes, tiendas y sastrerías con espíritu dandy
Las nubes de vapor perfumado tienen nombres de libros (Shalimar, Salman Rushdie), títulos de poemas aún por escribir (Herbes troublantes), de recuerdos de un futuro no muy lejano: Flor de Angélika. “La vainilla es lo más parecido al líquido amniótico”, revela Vania. La perfumería, además, tiene cafetería al fondo. En conjunto, el espacio es como una nave interestelar.
En el centro principal de la perfumería Júlia, marca andorrana por excelencia y que incluye cafetería, se puede disfrutar de una cata sensorial de perfumes
El viaje no sería completo sin visitar otra galaxia imprescindible en este país de 85.000 habitantes y casi 10 millones de visitantes). Se trata del Celler d’en Toni, el restaurante más antiguo el país, que ha cambiado de manos y ha optado por un menú más atrevido: tosta con trufa y panceta, brioche dulce con tartar de carne, Carpaccio de gamba con piñones y brotes de sisho… y por supuesto los canelones, que son el plato estrella de este establecimiento elegante pero sin ínfulas.
No le va a la zaga otra casa de comidas de toma pan y moja, el Beç, con el chef Rodrigo Martínez a la vez en todas partes: crema de calabaza, taco de yuca y bacalao, huevos de Canillo con setas de temporada y, ay, recuerdos de infancia, del abuelo Toni Cuta, sibarita que comía pichón.
Leyendas útiles
La decoración del restaurante Unnic se inspira en la vieja leyenda que cuenta que el Arca de Noé navegó por estas montañas
Si Andorra fue mar alguna vez, la teoría de que el Arca de Noé surcó lo que ahora son montañas sería creíble. Es una leyenda del país y en el restaurante del espacio Unnic (que además tiene casino y discoteca) la decoración está inspirada en el mar, el barco y los animales que transportaba. Si hubiera que elegir un solo plato: gamba roja con huevo frito y patatas paja.
¿Les queda un hueco? Muy recomendable el restaurante Diamant, apadrinado por Nandu Jubany. Para acudir al estrellado Ibaya hace falta algo más que un hueco: la cocina de Jordi Grau es muy valiente. Tartaletas de caracoles sobre sus propias conchas o sopa con huevo (siempre de Canillo).
La tienda de ropa Gallery es una de las más selectas de Andorra la Vella
Interior de la tienda de licores Cava Benito, que lleva cuatro generaciones abierta
En el menú se incluye el entrante más melancólico del mundo, sí igual se lo pensaría dos veces en comérselo: orejas peladas de conejo crujientes con aderezo que sabe a queso azul. El sabor y la textura teletransportan a una cocina feliz de finales de los setenta; una madre guapísima churrasca al fuego las orejas y sus dos hijos reciben una cada uno, golosina increíble, magdalena valenciana de Proust.
Hay comercios en Andorra que son como museos. Es el caso de la tienda de ropa de mujer Gallery, que dirige Sonia Yebra, donde están colocadas primorosamente las prendas de lana, algodón, tul, popelín, damasco, crepé, lino, seda. Un gusto para los ojos y las yemas de los dedos. La firma tiene un espacio exclusivo en el centro comercial Pyrénées.
Cocina del Diamant, el restaurante andorrano apadrinado por Nando Jubany
En este circo con muchas pistas que es la capital, actúan desde hace cuatro generaciones los Benito, nombre de la cava de licores con 1.400 clases distintas de whisky y una bodega en el sótano mínima y que da para escribir un libro. Entre los labios, unas gotas de whiskey irlandés Telley, otro viaje a la memoria, a los largos trayectos atravesando Connemara con la montaña Binn Bhán y sus arroyos verticales protegiendo al viajero.
Montañas, ríos y paisajes se pueden ver en el actual museo Thyssen de Andorra la Vella, un espacio coqueto, no muy grande que se mudará pronto a otro más amplio. En las paredes, pinturas de grandes pintores y distintas épocas como Eliseu Meifrén o Manuel Hernández Mompó.
El museo Thyssen-Bornemisza de Andorra cambiará a una sede más grande en breve
La Casa de la Vall, la antigua sede del Consell General, explica la vida política del Principat
Aunque uno pueda pensar que Andorra es un bosque de entidades bancarias, en realidad solo hay tres. Consells Generals, uno menos: el nuevo y el antiguo, la mítica Casa de la Vall, donde se asienta el parlamentarismo y, en su día, la justicia del país, con el Saló dels Passos Perduts o el Saló del Bisbe.
En la fachada una fecha, 1702, aunque el origen del palacio es del 1580, y un lema en latín: “La virtud unida es más fuerte”. Arriba, al lado de los escaños, un mueble con siete cerraduras. Siete parlamentarios tenían una llave cada uno. Tenían que estar todos a la vez para abrirlo.
Da para una película en este escenario sobrenatural donde, se tenga mucho o poco dinero, hace frío, se respira puro y luce el sol. Tampoco hace falta mucho más. Tal vez un tostada calentita con mantequilla o un trocito de queso de bola holandés con nueces y membrillo.