Marilyn Monroe memoriza unas líneas para una escena difícil con Clark Gable. El escenario improvisado es el desierto pelado de Nevada. El año, 1960, y el rodaje es el de la película, The Misfits (Vidas rebeldes en España), a la postre la última de la actriz, de Gable y la última gran actuación de Montgomery Clift, que solo completaría tres películas más antes de su muerte en 1966.
Un largo paseo
La muestra exhibe 300 fotos de 140 artistas, una selección de las 7.000 instantáneas de la colección del cantante y su marido
El peinado de la actriz parece una nube caprichosa, y en su cara, la angustia y el sufrimiento que la acompañaron buena parte de su vida. Es una Marilyn que no morirá nunca gracias al objetivo de Eve Arnold, que sí se fue casi con 100 años. En el aire de la foto reina la melancolía, pero en las salas del museo Victoria & Albert de Londres vuelan también la provocación, el enigma, la reflexión y, sobre todo, el goce de una fiesta fotográfica de relumbrón promovida ni más ni menos por Sir Elton John.
El actor Bill Nighy, el rockero decadente y desnudo en Love Actually, recibe una llamada tras otra en la película. En una de ellas le invitan a un sarao después de ganar por sorpresa el concurso navideño a la mejor canción y reclama con cara de pícaro: “Que Elton me envíe una limusina”.
En el V&A, lo crean o no, es Elton John (y su marido, David Furnish) los que han cargado la limusina con las mejores fotografías de su valiosa colección de arte y las han cedido al museo de South Kensington para crear una exposición que se ha bautizado Belleza frágil, donde el impacto y el sentimiento se combinan con un canto a la libertad sexual y a la vulnerabilidad de nuestros cuerpos, de nuestra vida. Es un muestra enciclopédica ilustrada, faltan fotógrafos más rompedores. Pero la exposición es de libro. De cine. De bombo y platillo.
Se acaba de abrir estos días y es un jardín salvaje y enmarcado donde el placer, la reflexión y el impacto de imágenes conocidas e inéditas dan paso a un desfile de artistas de primerísima categoría en un museo que tal vez no acierte siempre, pero que, como el viejo Londres, no aburre nunca.
Aviso a viajantes. Esta es una exposición muy seria y extensa: 300 copias muy exclusivas de 140 fotógrafos de este siglo y del pasado desde 1950. Es muy seria, pero con toques muy delirantes. Tal vez el más hilarante lo protagoniza el propio cantante de Rocket man y I’m still standing en una instantánea muy popera de David LaChapelle.
El cantante de las canciones maravillosas y de las gafas siempre estrambóticas aparece retratado con otro par en forma de huevos fritos (reales) en los que las yemas son los ojos en medio de un desayuno frugal acompañado de unas páginas con notas musicales.
La mesa y el suelo relucen con un azul ardiente y la taza de té y la servilleta de tono mostaza redondean la obra de arte que es impactante. También la cara de oh, sorpresa del cantante. El viejo John, el joven Elton haciendo de las suyas y dejándose hacer. Riéndose de sí mismo. Bien hecho, maestro.
Hay que recordar que una de las nuevas salas de la, ahora ya sí, potente sección de fotografía del V&A, lleva el nombre de John y esposo, que poseen una colección de 7.000 instantáneas, sin contar con el resto de obras de arte. La colaboración entre cantante y museo empezó hace diez años y desde entonces no ha cesado.
“Desde que empezamos a ceder obra de Horst P. Horst en el 2014 al Victoria & Albert, nuestra relación con el museo ha ido creciendo y en esta exposición hemos alcanzado un resultado excitante con algunos de los fotógrafos más queridos de nuestra colección”, explica el cantante.
En la muestra hemos alcanzado un resultado excitante con algunos de los fotógrafos más queridos de la colección”
La fuerza y la fragilidad tienen su espacio en las obras de maestros como Mapplethorpe, Nan Goldin, Gillian Wearing, Cindy Sherman, la directora de cine Sam Taylor-Johnson, Herb Ritts, William Eggleston, Diane Arbus, Zanele Muholi, Ai Weiwei, Carrie Mae Weems. Todos vips y todos en la lista.
En el aire, también un aire queer, de reivindicación de la libertad sexual, de la masculinidad, de purpurina, de lo prohibido o censurado, de la transgresión, de la lucha por los derechos civiles y también de la belleza que florece en la sencillez de una amapola que se resiste a marchitarse.
¿El resultado? Que el cantante y sus asesores tienen muy buen gusto y no solo porque en los documentales se le vea almorzando no con dos huevos fritos en los ojos, sino con un Van Gogh en la pared justo detrás de él. Una de las salas más emocionantes incluye la serie Hombres llorando fotografiada por la cineasta Sam Taylor-Johnson donde aparecen Daniel Craig, Michael Gambon, Benicio del Toro, Laurence Fishburne y los malogrados Robin Williams y Phillip Seymour Hoffman.
Elton John es un señor muy serio cuando se trata de arte. Si se vive en Londres el tiempo suficiente y se visitan ciertos museos habitualmente es muy fácil estar a su lado admirando el mismo cuadro... por ejemplo un mural gigante de Gilbert & George en la Tate, o para ser más correctos, a unos metros de distancia, porque la sala se la han cerrado solo para él. Créanlo. Ese u otro día compró una de las piezas que se ven en la muestra: Naked body , de 1991.
“Es una exposición imponente y arrebatadora”, aseguraba en la presentación Tristam Hunt, director del museo. “Habla de las obras, pero también de la pasión de los coleccionistas y de sus temas favoritos, la moda, la música, la belleza masculina, la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos y el movimiento LGTBI”, añadía.
La exposición se empezó a concebir cuando vi las obras colgadas en sus casas y se fraguó en la mesa de su cocina”
Duncan Forbes, director de fotografía del V&A, asegura que se quedó “pasmado al ver la magnitud de la colección, pero sobre todo -añade-. La exposición, en realidad se empezó a concebir cuando vi las obras colgadas en las casas de los coleccionistas con esos techos tan altos y claro, la exposición se fraguó hablando con ellos en la mesa de su cocina”.
Un baile de famosos
Del Che a Peggy, la cerdita de los Teleñecos
Exhaustiva y generosa, con las paredes pintadas de un color distinto en cada sala -mostaza para los músicos, rojo sangre para los desnudos masculinos, azul para las fotos más recientes- la muestra es exhaustiva y generosa. Un baile de artistas, intérpretes, actores y actrices en su cúspide o en caída libre. Todas las imágenes están colgadas con tiento e intención. Dos sex symbols como Peggy, la cerdita de los Teleñecos y Mae West, provocativa a los 72 años en ropa interior están separadas por Doris Day... que era otra cosa. Billie Holiday hace compañía a Aretha Franklyn y a Las Supremes. Avedon inmortalizó (vivirán para siempre) a los cuatro Beatles. Elvis y Bob Dylan. El Che Guevara, Martin Luther King Jr y Coretta, Malcom X y Jack Kennedy en una cuatro en raya. Man Ray y Magritte; Keith Haring en la bañera. Hay bañeras, lagos y playas. Terry O'Neill fotografió a Frank Sinatra con traje y corbata y su séquito, aires de Julio César, atrae las miradas de los veraneantes mientras pasa por entre las hamacas.