El lenguaje musical es uno de los medios más puros y directos para incidir sobre el cerebro. Como ya apuntaba el genial pintor Vasili Kandinsky en su estudio De lo espiritual en el arte, la música alcanza el alma sin mediar decodificación alguna. Las notas pulsan nuestra conciencia actuando positivamente en ella.
Desde hace ya unos años, la musicoterapia está reglada, se imparten formaciones y másteres, mientras día a día, se confirman los efectos sanadores de la música, tanto en la psiquiatría como en la medicina general.
Bajar el latido cardiaco excesivo, actuar como sedante y paliativo o impedir el deterioro cognitivo son algunas de los efectos de la música en nosotros. Una melodía musical puede llegar a reducir los niveles de cortisol en la sangre o potenciar la secreción de endorfinas. Para muchos ancianos o adultos, recuperar su historia musical sirve para reactivar circuitos que teníamos olvidados o inactivos.
Hay casos ilustres como el de Marta Cinta, primera bailarina del ballet de NY en los años sesenta. Estando inmóvil con Alzheimer en un geriátrico, cuando un terapeuta le hizo escuchar El lago de los cisnes, volvió a mover los brazos en su silla de ruedas, recordando toda la coreografía.
Es incuestionable que la música forma parte de nosotros
La música nos conecta con nuestros recuerdos, despierta los sentidos y limpia el cerebro para devolvernos a nuestra esencia. Hay algo mágico y ancestral en ella. El poder de la música parece no tener límites.
Daniel Levitin, neurocientífico y músico, en su libro El cerebro musical (RBA, 2019) propone seis clases de canciones como eje vertebral que ha dado forma a la naturaleza humana: las de amistad, las de alegría, las de consuelo, las de conocimiento, las de religión y las de amor.
Cada uno de nosotros puede pensar en las suyas. Boys don’t cry (The Cure), Yellow (Coldplay), Tears in heaven (Eric Clapton), Walk on the wild side (Velvet Underground), Pasión según San Mateo (Bach), Angie (Rolling Stones)…
La lista puede ser interminable y la clasificación cualquier otra, pero es incuestionable que la música nos ha hecho y forma parte de nosotros.
Como terapia un baño de música con piano instrumental puede abrir un espacio de sanación y hacer caer las barreras de la mente, al igual que un arpa puede ser sumamente sedante o reconfortante. En trabajos con niños y bebés, es conocida la capacidad del efecto Mozart, como estímulo para los beneficios cognitivos e inteligencia.
La música puede alegrarnos un día, desbloquear emociones enquistadas o elevarnos al mejor de los estados de ánimo. Socialmente, mejora nuestras relaciones y nos agrupa. Individualmente, nos nutre, conectándonos con nuestras emociones y memoria personal. Pocas expresiones culturales han tenido tanta incidencia sobre nosotros.
La música no es solo una distracción o pasatiempo, sino un elemento básico de nuestra identidad como especie. Descubrir que nos sana, invita a seguir llenando nuestras vidas de buena música.
'Adagio para cuerdas' (1936)
Samuel Barber
Bella composición que desde la calidez de los instrumentos de cuerda pulsa el alma con una melodía íntima, lenta y profunda. Tristeza, melancolía, pérdida…
Música para abrir las emociones en canal y poder transitar duelos o simplemente, abrir el corazón.
El cine ha hecho uso de ella, inmortalizándola en films como Platoon de Oliver Stone.
Durante la pandemia se convirtió en himno fúnebre para homenajear a los fallecidos.
'Miserere' (s. XVII)
Allegri
Música celestial. Canto coral que eleva la naturaleza humana hacia la mística. Se trata de la musicalización del salmo de David en el Antiguo Testamento. Letra en latín que en versiones como las coro del King’s College de Cambridge ponen la piel de gallina.
Reposo, introspección, meditación, elevación…
Se compuso para ser cantada en la Capilla Sixtina.
'Variaciones Goldberg, BWV 988' (1741)
J. S. Bach
Una de las piezas más mágicas de la historia de la música que la mayoría hemos conocido a partir de la versión del mítico Glenn Gould de los años cincuenta. Música que te transporta. Interpretada a ciegas sin mirar la partitura que alcanza los sentidos y templa la mente.
Belleza, refinamiento, esperanza, luz… Son incontables las sensaciones que esta pieza puede llegar a transmitir desde las notas pulsadas sobre un piano.
Al parecer, Bach las compuso para paliar el insomnio del conde de Sajonia.
En la cultura popular, Hannibal Lecter (El silencio de los corderos) la escuchaba para templar su peligroso y refinado carácter.
'Gymnopédies' (1888)
Erik Satie
Música impresionista para relajarse, estudiar y concentrarse, tal y como aparece definida en YouTube. Se compone de tres piezas para piano, vagamente inspiradas en la novela Salammbo de Flaubert y desarrolladas como danzas lentas. Escritas en compás ¾ con diversos recursos que desafían las convenciones clásicas.
Sensaciones atmosféricas, calmadas y probablemente nocturnas.
Presente en diversas películas y videojuegos.
'Deborah’s theme' (1984)
Ennio Morricone
Una de las más bellas composiciones del maestro italiano que forma parte de la banda sonora de Érase una vez en América (S. Leone, 1984). De nuevo, una pieza para piano. Llena de pausas y silencios. Se eleva como un canto a la vida y el amor de un adolescente Robert de Niro por una joven de su barrio. Melodía lírica que conmueve y abre el corazón.
Amor, melancolía, pureza, soledad, esperanza, fragilidad, cariño…
Probablemente, Morricone fue único en el arte de tocar nuestras emociones más profundas.
'In my life' (1965)
Beatles
Toda la obra de los Beatles es sanadora, desde los tiempos alegres del Mersey beat hasta la eclosión del Sargent Pepper’s, pasando por discos más intimistas como el White Album. La canción escogida forma parte del Rubbersoul y se trata de una breve canción que Lennon y McCartney cantan a capella. La letra rememora los episodios de una vida.
Alegre, nostálgica, reflexiva, luminosa… La vida puede ser bella cuando uno lleva la mirada atrás.
Las amistades y los amores flotando entre las notas de un clavicordio. Lennon la compuso como un largo poema sobre su azarosa infancia.
'Like a Rolling Stone' (1965)
Bob Dylan
Himno generacional de los años sesenta que evoca la revuelta juvenil y la intensidad de la vida errante. Libertad, aires de cambio y transgresión. Importa la agresividad de la letra, pero también la potencia del bardo Dylan que la canta con pasión y desgarro. Órgano, guitarra y harmónica para una pieza irrepetible que forma parte de nuestra memoria colectiva.
“Cómo te sientes cuando no tienes hogar, como un perfecto desconocido, como un canto rodado, sin destino alguno.”
Esta canción puede elevar el ánimo, impulsar a tomar las riendas de la vida e ir en busca de nuevos horizontes. Utopía de unos tiempos que quisieron cambiar el mundo.
'Creep' (1992)
Radiohead
Canción de juventud de una de las bandas más influyentes de los noventa con elementos de rock alternativo y ecos del grunge. La poderosa voz de Thom Yorke, invitando a correr planea sobre riffs de guitarra y acordes sostenidos. Letra de amor sobre un tipo raro que siente que no pertenece a ningún lugar.
Conecta con quienes se sienten incomprendidos, sensaciones de rabia. La rebelión de no formar parte. El canto desesperado por hallar el amor y poder ser especial.
Aunque inicialmente, la BBC radio la consideró demasiado depresiva, la canción tuvo tanto éxito comercial que la banda llegó a extraerla de su repertorio en los directos.
'Teardrop' (1998)
Massive Attack
Pieza melódica compuesta por los considerados como padres del trip hop. Atmosférica, ambiental y relajante. Fue uno de los temas más populares de su tiempo que más tarde sirvió de pieza musical para la serie House.
El bombo de batería inicial evoca el latido de un corazón. Inspirada en la muerte de un amigo de Elisabeth Fraser, su compositora y cantante.
El ciclo de la vida, la maternidad, flores que florecen, el amor es una dulce compulsión que nos hace más ligeros. Lágrimas sobre el fuego que expresan emoción.
Bad Guy (2019)
Billie Eilish
Una de las canciones más reproducidas de la historia en Spotify. Icono de los nuevos tiempos de expansión en redes sociales. Electropop con elementos del trap y el house.
Alegre, divertida, desenfrenada, cálida y sensual. La talentosa y precoz artista californiana se convirtió en fenómeno viral con solo 14 años.
Esta canción puede sacarnos de la cama, lanzarnos a bailar, despertar nuestras pasiones, o comprender las pulsiones de la juventud.
El poder sanador del ritmo y la eternidad de la música en permanente cambio.