Bodegones lisérgicos, traviesos y tenebrosos, surrealistas, vivos, muertos y zombis. Paisajes urbanos decadentes y bellos, coloridos y alicaídos. Si las galerías han sido un clavo ardiendo al que aferrarse en este último año y medio, la galería barcelonesa Uxval Gochez ofrece una viga en llamas que da lumbre y que anuncia el fin del verano y el inicio de un otoño y suponen el regreso a esta pantalla de Arte para Escapar.
Un hilo invisible
La muestra deja ala vista un hilo casi invisible que une a creadores germanos que viven aquí y españoles que trabajan allá e incluso los que tienen dos estudios
En un momento en que muchas galerías barcelonesas están desperezándose, aún queda algún día para ver una exposición sorprendente, que dibuja hilos invisibles entre artistas que trabajan temas similares con técnicas parecidas y que no se parecen entre sí.
Antes de la llegada de la próxima edición del Barcelona Weekend Gallery que florece la semana que viene, esta muestra apunta unas cuantas tendencias de la pintura que se acerca a los ritmos urbanos, las estampas supuestamente despreocupadas, pero marcadas por nuestro día a día, moteado de manchas surrealistas que no se van ni con el mejor detergente.
La exposición en el subterráneo mágico de la calle Trafalgar se ha bautizado como Needful Things (cosas necesarias) y es una reunión sensacional de creadores, no demasiado conocidos hasta ahora. Todos están cosidos por sus orígenes, destinos y, hasta cierto punto, estilos.
Muchos de ellos son alemanes que viven en Catalunya o Andalucía y otros tantos son catalanes que se han formado o viven en Alemania, Francia, Bélgica, Suiza… Un festival eurovisivo de lienzos claveteados.
La selección de cuentos pictóricos corre a cargo de dos artistas alemanes, habituales en Uxval Gochez, y que poseen estudios tanto en Alemania como en Barcelona. Katharina Arndt y Paul Pretzer, de estilos diferentes pero concomitantes porque se cuestionan todo lo que pasa a su alrededor, han sido el pegamento que une a todos los artistas.
Ambos han seleccionado obra propia y la de otros doce colegas con los que comparten humor y frescura y una visión irónica del mundo que nos rodea, aderezado por las nuevas leyes impuestas por el confinamiento en nuestro día a día. En las paredes se dirime una competición sana (y fiera) por ver qué artista es el más chocante, el más lírico o el más fresco. Y no es fácil.
El óleo, el acrílico, los colores saturados y hasta los rotuladores mandan en la galería de Uxval Gochez que tendrá, por cierto, a la propia Katharina Arndt, que ya ha pasado por estas línea, como protagonista absoluta con sus postales playeras que esconden un mundo que se entrevé en las sonrisas falsas, el alud de marcas aún más falsas y una felicidad insana e irreal, como la que muestra esa red social de cuyo nombre no queremos acordarnos.
Hay un hilo transparente pero mínimamente visible entre el trabajo del dúo Aggtelek (Xandro Vallès y Gema Perales, que trabajan entre Barcelona y Bruselas) y el de Gabrielle Graessle (creadora suiza que vive en Andalucía) o el de la propia Arndt que retratan nuestro mundo, un día a día pandémico o no, lleno de colillas, latas vacías de cerveza, migas de pan, ropa interior, rastros de emociones y de fragmentos de un diario cotidiano que traspasa la línea de lo personal para que el espectador se vea reflejado en él.
Aggtelek escriben su vida (¿real o ficticia?) en la tela. Sus grupos favoritos (¿o los más odiados?) Bakermat & Nic Hanson, Of Monsters and men, Jack Johnson. Su comida preferida (¿o la que tienen más a mano?) Fideos instantáneos, una lata de aceite que tiene buena pinta; escritores (Beigbeder... o lo quieres o lo odias) o sus aspiraciones profesionales que apuntan a cimas expositivas como Basel o la Documenta...
La suiza Gabrielle Graessle, estrella de la galería Miquel Alzueta este septiembre, firma una pieza muy sencilla y poderosa sobre fondo rosa y que le da mil patadas a los catálogos online que nos invaden por todas las pantallas que vemos por tierra, mar y aire. Katharina Arndt sigue detallando su testamento y su día a día en ese universo cada vez más tropical, atractivo e incomprensible que es la Barceloneta donde vive y trabaja.
La muestra es un espejo del aquí y el ahora: momentos coloristas y esperas oscuras, ratos respirables y otros francamente inaguantables. Los lienzos de Maxim Brandt y de José Bonell son una mezcla de todo, mientras que los de Nadia Jaber y Sara Bonache aportan una sonrisa y una poco de poesía a lo Georgia O’Keefe.
El confinamiento va y viene y sobre él versa precisamente una de las piezas de Alejandro Acosta (1991) que tiene su estudio en Barcelona y que ha expuesto en Bruselas, Berlín, Andorra y Madrid. A su lado, Tomàs Morell Brenner lleva a su terreno el bodegón, juguetea con él y lo pliega como si los objetos fueran de goma y pudiesen hablar en mil lenguas.
Philip Grozinger transmite esperanza con sus bodegones de calaveras secas y flores frescas que están cerca y lejos de las de Tomàs Morell. Por su parte Sador Weinsclucker se emparenta con Paul Pretzer con sus sueños inquietantes, repletos de seres silenciosos y tocados con una luz nórdica.
Pretzer, alemán de origen estonio que trabaja en su estudio del Guinardó, fue el último protagonista de la citada galería del calle Trafalgar en la Barcelona Weekend Gallery del año pasado. Sus estampas dejan boquiabierto y llevan un regusto extraño. Su obra recuerda a la de las grandes maestras del surrealismo como Meret Oppenheim.
El desfile en Uxval Gochez lo cierran Fritz Börnstuck, que se ríe de sí mismo y de su obra, que se recrea pintando sus lienzos dentro de sus lienzos, que se autorretrata sin compasión con los pelos alborotados y nariz de piñocho. El artista como profeta, como impostor, como mentiroso con gracia. Tampoco John Trashkowsky (el apellido es brillante tanto si es un pseudónimo como el real) se tiene mucho cariño. El escultor se presenta como un gorila feroz, se viste de mona, pero artista se queda.