Tónica, la bebida que hacer bajar la fiebre

Ingredientes gourmet

Ferran Adrià dio un giro gastronómico a la bebida gaseosa al crear una sopa refrescante con una base de la bebida que se utilizaba para luchar contra la malaria

tonica

La tónica es digestiva, antipirética, analgésica y antipalúdica, fue inventada a finales del siglo XVIII y rápidamente se asoció a la ginebra. 

Anabelle Breakey

Agua carbonatada y azúcar. La fórmula básica de un refresco es sencilla. Pero había que inventarla. Y eso hizo Johann Jacob Scheweppe. El mérito es que era relojero y joyero, y que la idea le vino a la cabeza en fecha tan alejada como el final del siglo XVIII. Primero acertó en cómo inyectar burbujas a una mezcla refrescante y que estas permanecieran estables. Y luego añadió los aromatizantes. De ahí que, todavía hoy, en las chapas de la marca de tónica más extendida del mundo, conste la leyenda “desde 1783”. Sin embargo, la historia peca de inexactitud. Porque lo que Schweppe inventó fue el refresco como lo conocemos. El mérito de añadirle quinina fue de William Cunnington, cuyo apellido ha hecho mucha menos fortuna. 

Colono británico en la India, observó que los nativos ingerían jugo del árbol del quino para combatir las fiebres palúdicas. Mezcló el refresco de Schweppe con el concentrado botánico y obtuvo lo que enseguida se bautizó como Tónico Indio Cunnington. Para la posteridad, desaparecieron las dos últimas palabras del brebaje, y quedó solo el de tónica, haciendo referencia a las propiedades beneficiosas que para el sistema nervioso tenía la nueva bebida. Que, además, es un catálogo de bondades: digestiva, antipirética, analgésica y antipalúdica.

SPAIN - CIRCA 2002:  The Countess De Chinchon seated, 1800, by Francisco de Goya (1746-1828). (Photo by DeAgostini/Getty Images); Madrid, Museo Del Prado. (Photo by DeAgostini/Getty Images)

El fruto del árbol del quino, cuyas propiedades terapéuticas eran utilizadas por los quechua de los Andes. 

De Agostini via Getty Images

En realidad, los efectos terapéuticos del extracto de quinina eran más que sabidos por los indígenas de la etnia quechua, que se beneficiaban de ellos profusamente en los Andes. El jesuita Alonso Messia lo llevó a Europa y a partir de ahí se popularizó, máxime teniendo en cuenta que se había hecho famoso el episodio según el cual la esposa del virrey del Perú se había curado de un brote palúdico gracias precisamente a la ingesta de quinina. En efecto, Francisca Enríquez de Ribera, condesa de Chinchón, salvó un ataque de malaria en 1638 gracias a la magia negra india, que no era otra cosa que el conocimiento de las hierbas medicinales. Cuando el botánico Carl von Linné clasificó el árbol casi un siglo después, le dio el nombre científico de Cinchona officinalis, en honor a la aristócrata madrileña.

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Sergi Ramis
The Atlantic cod is a benthopelagic fish of the family Gadidae, widely consumed by humans. It is also commercially known as cod or codling.
Engraving of Atlantic cod ( Gadus morhua ) from 1785
Original edition from my own archives

Los británicos favorecieron la expansión de la tónica inventada por Cunnington por todas sus colonias. En África, Asia y Sudamérica, la malaria hacía estragos, y el refresco resultaba un potente inhibidor de las fiebres. La pega era su sabor bastante amargo, por lo que empezaron a mezclarlo con ginebra. Incluso en los barcos de la Armada se distribuían metódicamente dosis a los marineros. El tónico (la tónica) se rebajaba con la ginebra que durante más de dos siglos fue proveedora oficial de la marina de Su Majestad, la marca Plymouth Navy Strength.

UNSPECIFIED - DECEMBER 10:  Quinine (Cinchona succirubra), illustration  (Photo by De Agostini via Getty Images/De Agostini via Getty Images)

Ilustración de la quinina (Cinchona succirubra,)

De Agostini via Getty Images

En tierra, los colonos cerraban la jornada con la pócima salutífera. Al añadirle unas gotas de angostura para darle color crearon el cóctel Ginebra Rosa, que tan recurrentemente aparece en libros relacionados con el auge imperial (en Pasiones en Kenia, de James Fox; o en las decadentes microsociedades reflejadas por Graham Greene en novelas colosales como Un caso acabado o El revés de la trama).

Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Japón invadió Indonesia y quedó a cargo de las plantaciones de quino, Estados Unidos fomentó rápidamente el cultivo en Costa Rica y Sudamérica para que sus soldados tuvieran entre sus raciones la quinina que les salvaría de la malaria.

Los orígenes del 'gin tonic'

Si no era para combatir la malaria, el sabor de la tónica se hacía muy difícil a los paladares de la mayoría y por eso se empezó a mezclarlo con ginebra

Si no era para combatir la malaria, el sabor de la tónica se hacía muy difícil a los paladares de la mayoría. Y, sin embargo, en la década de 1980 España llegó a ponerse en la cabeza del ránking mundial de consumo de tan cristalino bebedizo. La “culpa” la tuvo una campaña de publicidad muy original impulsada por la marca Schweppes a partir de 1978. En ella, un hombre con aspecto de seductor despistado, invitaba a tónica a todo aquel que se le pusiera a tiro, ya fuera el seboso usuario de una sauna, una despampanante muchacha asomada a una ventana o incluso un extraterrestre. El “hombre de la tónica” era el actor francés Bernard Le Coq, y su aspecto distraído pero a la vez socarrón y atractivo, le convirtieron en una especie de flautista de Hamelin. El eslogan “aprende a amar la tónica” insistía en que probarla una sola vez no era suficiente. Y así, los españoles empezaron a consumir tónica como refresco, acompañada con una rodaja de limón y un poco de hielo.

Cuando el gin tonic comenzó su explosión de consumo popular hace algo más de una década, la variedad de ginebras de alta gama que apareció aturullaba a los profanos. Tras ellas, lógicamente, vino una selección de tónicas que se ponían a la altura, refrescos a los que se añadían aromatizantes muy selectos: yuzu (un cítrico japonés), aceite de rosas búlgaras, membrillo, pomelo, menta, flor de azahar, lavanda, jengibre, cardamomo, pimienta rosa… Las marcas más punteras apuran la exclusividad hasta el extremo, y aseguran captar su agua en un manantial de la Patagonia o recolectar la corteza del quino en el mismísimo Camino del Inca (fíjense en el arbolito que forma parte del escudo nacional de Perú, es el de la quinina).

SPAIN - CIRCA 2002:  The Countess De Chinchon seated, 1800, by Francisco de Goya (1746-1828). (Photo by DeAgostini/Getty Images); Madrid, Museo Del Prado. (Photo by DeAgostini/Getty Images)

Pintura de la marquesa de Chinchón, en 1800, realizada por Goya, que se conserva en al Museo del Prado de Madrid.

De Agostini via Getty Images

Quien lo considere una exageración, que recuerde que de un gin tonic preparado según los cánones de los expertos, el 80% debe ser tónica y solo el 20% ginebra. Aun con la incorporación de exóticos ingredientes, una botellita de 200 ml de tónica pocas veces llega al precio de los tres euros.

En los últimos seis años, la misma marca de ginebra ha sido proclamada la mejor del mundo. Rinde homenaje al árbol del quino y se llama Fever-tree (árbol de la fiebre, en inglés). Según su creador, Tim Warrillow, el secreto está en una búsqueda incansable por todo el mundo de los mejores aditivos. Así, asegura que sus tónicas llevan corteza de quino de Ruanda, limones sicilianos, jengibre indio o naranjas españolas que se adquieren en cada lugar de origen.

Explosión a partir de los ochenta

En España la bebiba comenzó a consumirse gracias a una famosa campaña publicitaria que protanizó 'el hombre dela tónica' 

Esa marca en concreto se dio a conocer en nuestro país porque el cocinero Ferran Adrià presentó en su menú-degustación del restaurante El Bulli una “sopa de agua tónica” que utilizaba Fever-tree. A partir de entonces, los buscadores del preciado líquido fueron legión. Ahora los bebedores de tónica insisten en que nadie debe detenerse en mezclarla únicamente con ginebra, y abogan por probar con whisky, cerveza de jengibre o vodka.

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Alberto Barbieri
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