El uso del color no es solo una elección estética para Thibaut Picard, sino un elemento innegociable que define su enfoque arquitectónico. Antes de consolidarse como arquitecto de Hmonp, Picard creció en ambientes vibrantes que fueron moldeando su percepción del entorno. Este contacto precoz con el poder del color lo llevó a especializarse en la arquitectura de interiores, con un enfoque que fusiona la historia con la modernidad.
Otro principio que este arquitecto e interiorista defiende con fervor es evitar los muros blancos, una norma que se impone en cada uno de sus proyectos, entre los que se incluyen hoteles y residencias prestigiosos alrededor del mundo para Four Seasons, Marriott, Hyatt, Club Med o Aman. Este leitmotiv es palpable en uno de sus recientes proyectos: la renovación de un apartamento haussmaniano de finales del siglo XIX en el barrio de Le Marais de París.

El pasillo se ha ampliado para incluir el dormitorio y el antiguo cuarto de baño. Está pintado en color ciruela y ofrece perspectivas audaces de las distintas estancias. Las estanterías son USM
A pesar de las características tradicionales del espacio, como las molduras, el parquet en punta Hungría –chevron- y las chimeneas clásicas, el propietario, una figura internacional de la moda y el diseño, tenía en mente un cambio radical: transformar el apartamento despojándolo de cualquier rastro decimonónico. El elegido para liderar esta ambiciosa transformación fue Thibaut Picard, que tuvo que convencer a su cliente del valor patrimonial de los interiores. En lugar de eliminar la rica herencia arquitectónica del apartamento, el arquitecto apostó por integrar esos elementos históricos con un enfoque contemporáneo.

En el salón, sofá verde y mesa centro de Isamu Noguchi y lámparas de Serge Mouille
El propietario, un coleccionista de arte argentino que ha vivido en España y Londres, más receptivo a los cánones de la arquitectura contemporánea que a la decoración del segundo imperio francés, finalmente se dejó convencer por el enfoque de Picard. “En el estilo Haussmann, la planta es menos interesante que los ornamentos, que en la época servían para compensar la disposición tan racional de las piezas”, explica Picard. En lugar de quitar las molduras, las pintó del mismo color que el resto del espacio, para crear una continuidad visual que suaviza su presencia sin renunciar a su valor histórico.
Se ha apostado por ideas inesperadas, como pintar el pasillo en un intenso berenjena
“Este apartamento es un reflejo de la personalidad de mi cliente, que ha absorbido influencias de diversas culturas y épocas”, comenta el arquitecto. El resultado es un espacio audaz que se atreve con decisiones inesperadas, como pintar el pasillo en un intenso berenjena.

En el comedor, mesa y sillas del de Jean Prouvé y la lámpara Diavolo mid century
Esta elección cromática no solo responde al deseo de originalidad, sino que está inspirada en la propia colección de mobiliario del cliente, que incluye estanterías USM y un sofá verde oliva. “El berenjena armoniza con estos muebles y aporta una atmósfera espectacular al pasillo”, señala Picard. La reestructuración de este espacio fue una de las intervenciones más significativas, transformando un largo corredor sin utilidad en una habitación funcional, con una perspectiva clara y un uso eficiente del espacio.
El salón, que se encuentra frente a la entrada, conserva los voluminosos elementos originales del apartamento, como las molduras y la chimenea. Estos detalles fueron unificadoscon el uso del color marrón glacé, que cubre tanto las paredes como el techo, para crear una atmósfera sofisticada y coherente. El parquet original, presente en todas las habitaciones, fue renovado con un barniz blanqueado que acentúa su carácter crudo y natural.

Mesa y sillas Tulip de Eero Saarinen en la habitación de invitados
En cuanto a la cocina, Picard optó por un enfoque minimalista. Al cliente no le apasiona la culinaria, así que se decidió trasladar este espacio al comedor, integrando las funciones esenciales en un mueble que parece más a una consola que a una cocina tradicional. “No queríamos armarios en altura ni ningún elemento que recordara a una cocina convencional”, explica Picard. La encimera de granito con destellos de piedras rojas y la base de color berenjena se combina perfectamente con el marrón glacé de las paredes.
El despacho, que es también habitación de invitados, refleja el gusto del propietario por los viajes y la diversidad cultural. Con textiles en efecto patchwork y una mezcla de estilos que van desde lo clásico hasta lo contemporáneo, esta estancia es tanto un espacio de trabajo como un refugio para los amigos que le visitan. “Quise que esta habitación evocara las raíces y el espíritu viajero de mi cliente, integrando elementos que resonaran con sus experiencias personales”, comenta el autor del proyecto.

El dormitorio, con mesita USM amarilla, se ha pintado de caqui oscuro y en los baños se emplea y una gama de beiges
Picard redujo el tamaño original del dormitorio principal para mejorar sus proporciones y crear un ambiente más íntimo. Las molduras y otros elementos decorativos fueron eliminados, en favor de una atmósfera más serena, con una paleta de grises oscuros. “La idea era crear un espacio que invitara al descanso y a la tranquilidad, alejado del bullicio visual del resto del apartamento”, señala. La mezcla de estilos continúa en esta habitación, con mesitas de noche USM, luminarias gráficas y piezas vintage.

Thibaut Picard, en el apartamento haussmaniano en Le Marais de París que ha transformado en un espacio sofisticado
Haussman, el estilo de París
A mediados del siglo XIX, París se estaba quedando pequeña para satisfacer las necesidades de salud, transporte y vivienda de su creciente población. Para remediarlo, Napoleón III nombró a Georges-Eugène Haussmann prefecto del Sena, cargo que incluía supervisar una ambiciosa serie de proyectos de obras públicas. Entre 1853 y 1870, Haussmann dotó a París con nuevas tuberías de agua y alcantarillado, estaciones de metro y una red bulevares uniformes con edificios basados en la uniformidad que hoy hacen reconocible la capital francesa en todo el mundo. Los interiores de estos apartamentos pueden variar de un edificio a otro, pero el barón Haussmann estableció estrictas normas para las fachadas. Todos están construidos con una característica piedra de color crema, conocida como caliza luteciana, propia del área de París. Con alturas que oscilan entre los 12 y los 20 metros, cada edificio mantiene proporciones armoniosas con el bulevar y no supera los seis pisos. Además, presentan techos abuhardillados de cuatro lados con una inclinación pronunciada de 45°.
El baño en suite, completamente rediseñado, ofrece un respiro cromático en comparación con el resto del apartamento. Aquí se optó por tonos crema y detalles en cabujón, que aportan una sensación de lujo discreto. “Quisimos que este espacio fuera más suave, menos impactante visualmente, pero igual de cuidado en cuanto a detalles y acabados”, comenta. La adición de unlavadero oculto en este espacio es un ejemplo de cómo Picard combina la funcionalidad con el diseño, sin sacrificar la estética.