Presidiendo la rueda de prensa de resultados de Baleària, junto al presidente Adolfo Utor, su director general Georges Bassoul, y su directora de comunicación Pilar Boix, había ayer una cara nueva. Era el joven Guillermo Utor, hijo del empresario, y de quien el naviero dijo lleva 13 años trabajando en la empresa. Ahora empieza a sumar “responsabilidades importantes”, señaló, tras desgranar buena parte del currículum del nuevo consejero y vicepresidente, que garantiza así el relevo generacional en la compañía.
Era el primer y más importante anuncio de la rueda de prensa anual en la que la naviera dio cuenta de su crecimiento en facturación (691 millones de euros), pasajeros (+8%), vehículos transportados (+10%) o inversiones, donde este año han echado el resto y han pasado de los 113 millones de euros invertidos en 2023 a los 266 millones en el ejercicio 2024.
No es nueva la apuesta: la compañía ha invertido para el período 2017 y 2028 un total de 1.000 millones de euros en una flota “más sostenible”. Porque en la obsesión de la empresa está la sostenibilidad, por “convencimiento y por conveniencia”, dijo Utor. “No sabemos donde está el camino, si en el biogás, los biocombustibles... hay muchas alternativas, pero experimentamos con unas y con otras, y tratamos de estar a la cabeza para que no se nos escape nada”, señaló en el turno de preguntas. Antes había explicado que ya trabajan en proyectos vinculados con el biogás realizando pruebas de suministro en sus dos buques más nuevos, el fast ferry Margarita Salas y el ferry Rusadir.
El empresario reseñó que la entrada en vigor este 2024 del régimen de comercio de derechos de emisión de la Unión Europea cambia la perspectiva. La empresa ha navegado 1,8 millones de millas, un 1,4% más, pero presume de haber alcanzado “un hito muy importante”: por primera vez ha disminuido el total de emisiones de CO2, "sin tener en cuenta el año en que la pandemia nos obligó a reducir drásticamente la actividad”, destacó Utor.
Si el avance hacia la descarbonización es el futuro para la naviera, más aún si cabe es la apuesta por nuevos mercados, consolidando aquellos que son referencia. La naviera construye en los astilleros Armon, en Gijón, el tercer catamarán de última generación con motores duales a gas, que botarán en el último trimestre de este año, así como otros dos fast ferries de menores dimensiones y con propulsión eléctrica y cero emisiones, destinados a la nueva ruta Tarifa-Tánger Ville. Su expansión internacional también pasa por seguir creciendo en Argelia y abrir la ruta entre la República Dominicana y Puerto Rico, apertura esta última que “puede estar en riesgo” por la situación política norteamericana.
El 18% de sus pasajeros transportados son de Marruecos, el 2% de Melilla y el 2% de la región del Caribe, pero el verdadero negocio de Baleària reside en los tráficos nacionales, principalmente con Baleares, donde apuntó que la competencia es “cada vez más dura” y donde defendió que la masificación turística no puede pasar solo por restringir los coches. “Los españoles somos los que pagamos el 75% de reducción en las tasas al transporte de las islas para que luego se nos diga que no se puede llevar el coche. Eso favorece el trasporte aéreo”, lamentó.
La naviera está pendiente de la reanudación de la terminal de pasajeros de València y de una futura en Barcelona
También a preguntas de los periodistas abordó dos de los proyectos pendientes. El primero, la ya anunciada nueva terminal de pasajeros en el puerto de València, de la que dijo se está ahora mismo “en stand-by, pendiente de un acuerdo con la Autoridad Portuaria de València”. El segundo, la futura terminal en el puerto de Barcelona donde se acaba de abrir la terminal H del muelle Adossat. “Confiamos poder concretar algo antes del verano; la terminal de Barcelona está en nuestro plan de inversiones”, dijo Adolfo Utor.