El 31 de octubre, apenas un día y medio después de la terrible dana y con los primeros cadáveres llegando a la morgue de la Ciudad de la Justicia de València, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente valenciano, Carlos Mazón, se encontraron en el centro operativo de la emergencia de L'Eliana. El líder del PP nacional, Alberto Nuñez Feijóo, ya se había adelantado y había comparecido junto a Mazón para cargar con dureza contra el Ejecutivo por su gestión de la tragedia.
Sin embargo, minutos después de estas acusaciones, el mandatario valenciano se refería a Sánchez como “querido presidente” y le agradecía “haber venido tan pronto” y “el contacto desde el principio a través de whatsapp”. “Esta colaboración y coordinación son fundamentales y necesarias y vamos a seguir con ellas”, defendió el jefe del Consell.
Los primeros días
Al principio parecía que la entente entre administraciones era posible, pese a las tempranas acusaciones de Feijóo a Sánchez
Durante los días posteriores, Mazón fue pidiendo ayuda de manera periódica al Gobierno (el día 2 de noviembre pidió 5.000 militares más) y llegó a convocar grupos de trabajo entre ministros y consellers. Fue un espejismo. La colaboración entre administraciones pronto se truncó y la escalada de reproches fue in crescendo.
Cuentan los populares que todos los puentes de diálogo saltaron por los aires a raíz de la multitudinaria manifestación que el 9 de noviembre recorrió las calles de València pidiendo la dimisión del presidente de la Generalitat. Los socialistas, por su parte, entienden que fueron los intentos del PP de eludir su responsabilidad como “responsables únicos de la competencia de las emergencias” lo que embarró el escenario político.
Punto de inflexión
La manifestación multitudinaria contra Mazón fue un punto de inflexión
Desde entonces, unos y otros se han esforzado por vender sus argumentos sobre la culpabilidad de lo sucedido. La complicada y burocrática tramitación de las ayudas ha sido la excusa perfecta para reprochar la gestión del otro y tratar de ponerse medallas.
Durante estos tres meses el cruce de acusaciones ha sido constante: la larga sobremesa en El Ventorrro; las ayudas que supuestamente se tenían que devolver con intereses; la tardanza en limpiar los lodos de los garajes o en vaciar los vehículos de las campas... incluso se llegó a poner en duda por parte del Consell que el Gobierno estuviera trabajado para pedir las ayudas a la Unión Europea. Solo el vicepresidente segundo del Ejecutivo, Francisco José Gan Pampols, trataba de apaciguar los ánimos con la consiguiente reprimenda de Vox, los socios parlamentarios del PP y su principal soporte para evitar votaciones comprometidas en Les Corts como la petición de dimisión de Mazón que reclama Compromís.
El papel de Vox en esta crisis se presume clave ahora que el PP ha perdido la mayoría absoluta. De momento, los ultras se posicionan mucho más cerca del relato de Mazón que del de Sánchez. Tal vez por ello, los populares no han tenido inconveniente en regalarles la presidencia de la comisión de investigación sobre las causas de las inundaciones causadas por la dana del mes de octubre de 2024 que se constituyó el lunes y que debe servir para apuntalar un relato u otro.
Y es que tras unos primeros días “noqueado”, según la versión ofrecida por Feijóó, el presidente valenciano se ha revuelto contra la adversidad y ha tratado de ganar el relato. El PP nacional, que las primeras semanas no parecía tener clara su apuesta por la continuidad del jefe del Consell, acabó por avalar con su presencia física en València y sus aplausos a su mandatario autonómico. Hasta tal punto que el PSOE y el Gobierno se vieron obligados a reaccionar conscientes de la importancia de defender su posición en una plaza como la Comunidad Valenciana. Pedro Sánchez volvió la semana pasada a València, más de 80 días después de su última visita.
Esta autonomía tiene un peso evidente en el tablero político nacional con el reparto de 33 diputados en las elecciones generales. De hecho, en un panorama político muy decantado por regiones, no son pocos los analistas que apuntan que es la Comunidad Valenciana –que ha tenido dos legislaturas de gobiernos progresistas y ahora ha vuelto a manos del PP- donde se puede decidir La Moncloa.
En este sentido, los movimientos de unos y otros parecen responder a un cálculo electoral. De lo contrario, cómo se puede explicar que casi tres meses después de la tragedia, Mazón y Pedro Sánchez no se hayan vuelto a ver las caras.