Hace seis años el Instituto Valenciano de la Juventud (IVAJ) organizó, con motivo del Dia Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, el concurso de fotografía y vídeo "No em toques el WhatsApp". Dirigido a jóvenes entre los 14 y los 30 años, tenía como principal objetivo sensibilizar y concienciar sobre la importancia de conocer y, por tanto, saber detectar, la violencia de género.
Y a dicha campaña, directa, recurre de nuevo hoy la Conselleria de Servicios Sociales, Igualdad y Vivienda en su estrategia de concienciación, también de la mano del IVAJ, porque según la vicepresidenta segunda y consellera del ramo, Susana Camarero, "los menores son el futuro, pero también son nuestro presente". Camarero inaugura esta mañana la exposición de 2023 generada a partir de los trabajos presentados por jóvenes de entre 14 y 30 años a los concursos que ha convocado el Instituto sobre esta temática en los últimos años.
Camarero se mostró ayer preocupada -"da miedo cuando oímos los datos", dijo- por el aumento de los casos en menores agredidas y habló de "retroceso" en la igualdad durante la presentación del estudio longitudinal Evolución de la Violencia contra las Mujeres en la Infancia y Adolescencia en España (2018-2022), elaborado por la Fundación de Ayuda a Niños/as y Adolescentes en Riesgo (ANAR).
Y es que el informe revela que la violencia de género avanza en nuestra sociedad valenciana más rápido de lo asumido y llega, sin que antaño se imaginara, a edades "muy tempranas y especialmente vulnerables", como definió la psicóloga clínica Diana Díaz, directora de las líneas de ayuda a menores de ANAR.
La vicepresidencia de Camarero celebra hoy un acto en el IVAJ vinculado a la campaña "No em toques el WhatsApp"
El informe dibuja un retrato muy claro de las y los menores que acuden a la Fundación ANAR para pedir ayuda. Algunas directamente, otras personas a través del 016; llaman ellas para contar sus tragedias -"me pega puñetazos cada día"; "el novio de mi madre abusa de mi", contaron ayer- o finalmente alza la voz la madre, quien ya sufre violencia de género, pero no se atreve a pedir socorro antes: "Muchas no denuncian por ellas, pero sí que lo hacen por sus hijos", señaló Díaz.
Ese retrato, desolador, muestra que el 100% de los menores que piden ayuda por violencia de género son mujeres y que su media de edad, en la Comunidad Valenciana, es de 15 años, aunque el grueso de las víctimas (85,4%) está entre los 14 y los 17 años. El 44,2% estudia Secundaria, y el 26,7% Bachillerato, eso sí, en un mayoritario 57,6% con un rendimiento escolar bajo, situación que Díaz animó a detectar desde los centros y también desde casa. El desánimo es propio de la víctima, vino a decir, pues su satisfacción escolar es baja en un 54,8% de las menores atendidas.
El perfil se completa con un entorno familiar tradicional, pues el 51,8% vive con ambos progenitores y en un 25,9% de los casos, con la madre. Y el 82,7% son adolescentes agredidas que forman parte de familias españolas.
Si los 15 años acongojan -la media de España es de 16 años-, no menos lo hacen los 10 años de media que tienen los y las menores víctimas de violencia de género en su entorno, que puede derivar en violencia vicaria. El grupo de menores agredidos de hasta 10 años representa el 48,4%, mientras en los últimos años ha habido un aumento de adolescentes también agredidos en su círculo más íntimo. En este caso, el 36,3% estudia Secundaria y el 34,7%, Primaria.
El grupo de menores agredidos por violencia de género de hasta 10 años de edad representa el 48,4% de los atendidos
Asimismo, y vinculado también con esa creciente incidencia de la violencia de género adolescente, el informe de la Fundación ANAR también detecta que la violencia sexual también ha aumentado en las llamadas desde la Comunidad Valenciana, un 34,4% de hecho.
El análisis de las complejas situaciones que viven estos menores revela que sus agresores son, en la mayoría de situaciones, de su entorno más cercano y están presentes en su vida cotidiana. También se producen dentro de la pareja, pues las víctimas expresan "haberse sentido presionadas para mantener relaciones sexuales o realizar prácticas sexuales con las que no se sienten cómodas". El chantaje emocional y la manipulación las acecha y son tanto el grooming como el sexting las prácticas más denunciadas en este tipo de agresión.