Es difícil distinguir la firma, pero el señor Miquel me dice que la obra la pintó Oriol Favager, un catalán, añade, de padre francés y madre barcelonesa que conoció en la prisión Modelo de València. En el cuadro, figurativo y de tonos azules, se distingue un ejemplar de un diario, denominado L'Avenç en la cabecera, sobre unas sábanas agolpadas en una cama estrecha y sencilla. "Lo pintó en la prisión", apunta. Visité al sabio de Alzira el pasado jueves por la tarde, en la noche en la que se iniciaba la campaña electoral, para hablar del resultado de las elecciones del 28M, tanto autonómicas como municipales. Teníamos los datos de la última visita, pero horas antes se había publicado la encuesta del CIS y me apetecía comentarlos con el viejo para confirmar su pronóstico. Mantenemos el pacto: no divulgar la precisión de sus resultados, solo puedo trasladar al lector, como en tantas otras ocasiones, los relatos que daban forma a la verdad ineludible que convulsionará la política española en pocos días.
Me mostró el cuadro y advirtió que "en política pierde quien abandona la esperanza". La obra, añadió, pertenecía a un hombre que nunca la abandonó en cautiverio, que siempre supo ver más allá del momento: "sabía leer lo que éramos y lo que podíamos ser; el error de la mayoría de políticos es que solo saben ver lo que son". Oriol Favager estuvo poco tiempo en prisión, unos meses; los de la Político Social lo pillaron cuando aterrizó en València para organizar a los estudiantes de la Facultad de Derecho de la UV para la huelga general. Fue en 1976. "Oriol era un liberal, de profundas convicciones democráticas; fue delatado por un catedrático, creo que se llamaba Guido Topez, que ascendió en la academia gracias a su padre, que fue un general que hizo la guerra junto a Franco; el catedrático se hizo con el control de la facultad y facilitó información de las actividades a la policía". "Ya os digo, estuvo poco tiempo, pero le dieron fuerte aquellos bestias; aún no entiendo por qué no destrozaron el cuadro", añadió.
El señor Miquel me invitó a tomar café y "coca de llanda". Puso sobre la mesa todas las encuestas publicadas para el 28M, incluso la del CIS. Sacó su libreta, el cuaderno donde no hace mucho yo mismo pude anotar, con su método, los resultados de las próximas elecciones autonómicas y municipales. Nada se había modificado, el pronóstico seguía siendo el mismo. ¿Qué puedo contar?, le pregunté. El sabio encendió un caliqueño y aspiró hondo antes de responder: "hay algo que puedes escribir; ganará el voto racional sobre el emocional; ganará quien ha entendido al individuo por encima de la masa, ganará quien ha contemplado la objetividad como condición previa a la subjetividad en estos tiempos tan confusos y, finalmente, se confirmará que hay mucho incompetente analizando encuestas". "Estamos en un tiempo en el que la solidaridad y el egoísmo compiten por alcanzar la hegemonía; es fácil saber quién ganará", añadió.
ganará el voto racional sobre el emocional; ganará quien ha entendido al individuo por encima de la masa"
La conversación fue larga. Afirmó que la reflexión sobre el 28M servía tanto para la Generalitat Valenciana como para las principales capitales de la Comunidad Valenciana. "Va a ser la norma", precisó, "con algunas excepciones, también previsibles". Volví a fijarme en el cuadro. ¿Por qué Oriol pintó un periódico?. "Quería ser periodista, y lo logró; pero no aquí, se marchó a Francia. L' Avenç creo que no existió, aunque sí una revista catalana del mismo nombre que se fundó antes del siglo XX?", explicó el señor Miquel. Dijo también que su amigo vivió en París el resto de su vida, que tuvo una vida sentimental muy activa, que se dedicó a asesorar a políticos, que incluso llegó a formar parte del equipo de François Mitterrand y que logró ser un hombre de fortuna económica e intelectual. ¿Lo volvió a ver?. "Sí, dos veces; supo de mi capacidad para leer el futuro y vino a verme, mis pronósticos le sirvieron para que fuera bien valorado por el ejecutivo francés; a cambio me hizo muchos regalos, entre estos este cuadro, que yo le vi pintar en la celda cuando era capaz de recuperar el sentido tras las palizas".
Durante la conversación no dejé de pensar en el nombre de Guido Topez, el delator. El señor Miquel acabó de contar la historia: "Murió en 1981, bueno, se suicidó, los periódicos apenas le dedicaron espacio, unas pocas líneas". Se levantó de la silla y se acercó a una carpeta de la que extrajo un recorte del diario Las Provincias fechado el 23 de septiembre de 1981. "Aquí pone que le encontraron ahorcado, desnudo y con el cuerpo pintado de azul" le comenté. El señor Miquel volvió a la cocina a preparar otro café.