Sin árboles, ni sotoboque: la apicultura después de los incendios

Ganadería

Apicultores lamentan que las zonas afectadas no volverán a tener alimento para las abejas hasta dentro de tres años, la recuperación será muy lenta y la pérdida de terrenos acortará la temporada de producción

Apicultores en Valencia

Apicultores en Valencia

Cedida por Sergi Roger

La Comunitat Valenciana ha vivido terribles incendios forestales este verano que suponen una importante pérdida paisajística y de biodiversidad, y también repercuten en la economía local porque, entre otras cosas, arrasan la alimentación de la ganadería. La apicultura es una de las afectadas: tras los grandes fuegos, los alrededores quedan devastados, sin árboles ni sotobosque que dé alimento a las abejas durante años.

Una situación dramática la vivió Javier Molins en Bejís, donde se originó el incendio que calcinó 20.000 hectáreas en agosto. Tenía 155 colmenas, de las que tan solo sobrevivieron siete. El momento en el que ocurrió fue crucial para él, ya que había dado el paso para la reconversión en ecológico -"hay muy pocos en Valencia", asegura- y había pedido una ayuda para dejar el trabajo y dedicarse "de lleno" a la apicultura.

Colmenas en Bejís, tras el incendio de agosto de 2022

Colmenas en Bejís, tras el incendio de agosto de 2022

Cedida por Javier Molins

Javier Molins iba a dejar el trabajo para dedicarse a las abejas, pero el incendio truncó su plan

El fuego truncó este verano su ilusión. "Se me echó por tierra. Ahora es como empezar de cero", lamenta, ya que tiene que volver a comprar colmenas y esperar al menos un año para que hagan miel.

Molins había sacado "un poco" de cosecha, que este año tampoco era como para tirar cohetes después de haber vivido "dos meses lloviendo" y "dos meses sin llover" y a temperaturas extremadamente elevadas. "Llevamos tres años en los que es una locura, hay muy poca miel. Sacábamos unos 20 o 30 kilos por colmena, y desde entonces, sobre 10 kilos y algún año incluso sin cosecha".

Colmenas en Bejís, tras el incendio de agosto de 2022

Colmenas en Bejís, tras el incendio de agosto de 2022

Cedida por Javier Molins

Si el cambio climático está afectando de manera importante a la agricultura, también altera los ciclos biológicos de las plantas de las que se nutren las abejas: "Se alimentan de las flores del romero, tomillo y carrasca, que son las tres mieles de mi zona. Si hay una subida de temperatura de dos o tres grados, se pasa la floración y no hace néctar".

Javier Molins no ha movido las pocas abejas que le quedan. Continuan en el mismo lugar, que ahora es un paisaje negro. Sube a verlas todas las semanas desde la ciudad de València y las alimenta con miel, polen o pan de abeja; el alimento que les aporta es lo único que tienen. Buscan en un radio de 3 kilómetros, pero a su alrededor solo hay desolación.

"Cuando les llevo la comida, se vuelven locas. No tienen nada. No las voy a mover, a ver qué pueden aguantar. Imagino que sobrevivirán, porque lo han hecho durante millones y millones de años pese a los incendios de los bosques mediterráneos", comenta.

Sergi Roger es un catalán que vive en Cañete (Cuenca) y maneja unas 40 colmenas con un compañero. En mayo movieron las abejas de Calles (Valencia), dos meses antes de que se produjera el incendio que ha quemado 230 hectáreas. No les ha destrozado ninguna colmena, pero sí el espacio a donde las llevan cada año y de gran valor para el inicio de la temporada.

Sergi Roger estima que perderá una cosecha de miel por el fuego de Calles

"El incendio ocurrió a 200 metros de nuestro colmenar. El romero tardará tres años en regenerarse, por lo que no podremos ir allí. Y al no haber árboles, cambia el suelo, el exceso de aire hace que el romero se seque y no haga néctar... Te condiciona mínimo 15 años, que es lo que tarda en crecer un pino pequeño, o 50 años, para que haya pinos grandes", explica.

Ellos hacen transhumancia "para ir acompañando las floraciones". En su zona, en la Serranía conquense, todavía hace frío en febrero. Es entonces cuando inician cada año el viaje de las abejas: primero, a la sierra de Nàquera para "activar a la reina" y tener "la colmena fuerte", donde florecen los primeros romeros, arbusto que "marca el inicio de la campaña" y que genera "una de las mieles que más estimula la cría de la reina".

Apicultor en Valencia

Apicultor en Valencia

Cedida por Sergi Roger

Después las llevan a la zona de Calles y Chelva; por último, las devuelven a Cuenca, a Santa Cruz de Moya y Landete, que al tener más altura, el sotobosque florece más tarde y permite alargar más la temporada. Con este sistema, logran hasta tres cosechas de miel al año.

El incendio de julio lamenta que afectó "a la mejor zona de Calles de romero", por lo que estima que "seguramente" les supondrá "perder un corte de miel" (una cosecha). Es decir, unos 80 kilos. A eso se le suma la pérdida de cría de enjambres, que también hacen en este monte, ya que "al tener floración temprana", es "buena" zona para "partir colmenas" y reproducirlas.

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"No es lo mismo que se queme una sierra alta de Cuenca, que a los apicultores no les supone nada. Perder una zona de floración temprana en sierra baja marca la diferencia entre empezar la temporada bien o mal, que sea productiva o no", afirma Roger.

El monte bajo, ese que algunos políticos dicen que hay que "limpiar" como si habláramos de suciedad, es esencial en el bosque y para actividades agrarias como la apicultura. Sergi Roger explica que "va todo de la mano": "El romero o el cantueso es lo primero que se regenera. Así funciona el bosque mediterráneo. Echa flor y las matas brotan fuertemente porque no tienen competencia".

Los montes valencianos se queman por naturaleza y luego sale tomillo, aliagas, romero... y después los pinos. Siempre pasa así. Lo que no es normal es que se queme todo, también los olivos, los castaños, los almendros y alguna casa

Javier Molins, apicultor

Los grandes incendios forestales, sin embargo, son lentos de regenerar, como observa Javier Molins: "Los montes valencianos se queman por naturaleza y luego sale tomillo, aliagas, romero... y después los pinos. Siempre pasa así. Lo que no es normal es que se queme todo, también los olivos, los castaños, los almendros, alguna casa... hay que cuidar las cosas y mantenerlas".

Como observaba Roger, estos fuegos devastadores "afectan mucho al factor edáfico". Normalmente, florecen primero los matorrales en solana y, más tarde, los que están en sombra. "Eso alarga la temporada para las abejas. Pero al no haber árboles, el suelo recibe más insolación de la habitual y no hay umbrías que permiten que esa flor dure más y haga la temporada más larga", apunta el apicultor.

Apicultor en Valencia

Apicultor en Valencia

Cedida por Sergi Roger

"Si hay mucha comida y luego falta el alimento, las abejas se quedan sin comida y empiezan los problemas, devoran la miel hasta que se quedan sin provisiones, mueren por inanición...", suspira. Y Javier Molins subraya el papel de las abejas como polinizadores: "Sin ellos, la vegetación no se reproduce o tarda más. Son muy importantes para la biodiversidad".

Así que si vuelven a mirar con desprecio una planta de romero en el monte, recuerden que son fundamentales para alimentar a las abejas, y estas, uno de los garantes de la biodiversidad.

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